Luna creciente.

- ¿Tu? ¿Agradeciendo? Creo que ese gusano te carcomió el cerebro- dije en medio de una carcajada. Lo miré enternecida. El estaba tan solo como yo. Me acerqué a él, y posando mis labios levemente en su mejilla susurré: -no tienes que agradecerme, lo hago con gusto. ¿Que te apetece comer?

Frunció el ceño y le miró, tomándole entonces de la mano y besándola suavemente.

-Lo que te apetezca, tengo mucha hambre... -entrecerró la mirada y suspiró- Necesito dormir un poco más.

[No se me ocurre nada]

[Esto ya se esta volviendo cronico : P]

Lo miré y besé su frente.
- Entonces duerme, yo mientras veo que tienes en la cocina y veo como me arreglo. ¿Hay algo que no te guste? Asi no tengo que arriesgarme a que me avientes la comida en la cara- dije con media sonrisa en la cara.

El muchacho le miró unos instantes y luego sonrió.

-No, me gusta todo. Lo que menos las verduras... pero también suelo tragarlas. En la nevera encontrarás de todo -musitó para luego guiñarle el ojo- La verdad es que es como si tubiera un parásito en el abdomen, me muero de hambre -bromeó.

Le guiñé el ojo.- Por hoy voy a complacerte. Nada de verduras.
Bajé a la cocina. Griffith no había mentido, allí tenía de todo. Yo no era una cocinera excepcional, ya que jamas cocinaba para mí, pero algo sabía hacer. Decidí hacerle algunos sandwiches de carne, con todo lo que pudieran tener dentro que no fuera verde o tuviera hojas. Supuse que eso le gustaría. Terminé de prepararlos, y subí a la habitación con una bandeja cargada. Griffth estaba allí, recostado con los ojos cerrados. Parecía dormido. apoyé la bandeja en el primer mueble que ví, y fui a sentarme a su lado. Lo llamé muy suavemente:- Griffith, querido. ¿Duermes?

Griffith entreabrió su mirada, contemplando a la joven y luego mirando la bandeja, sonriendo

-Vaya, muchas gracias... -dijo con una sonrisa, sin moverse un pelo. A medida que pasaba el tiempo su herida dolía más, como era normal- Uf, estoy realmente cansado y duele... -estiró el brazo, atrapando uno de los sanwitch y comiéndoselo lentamente, saboreando su textura- Está muy rico, muchas gracias.

Sin decir nada fue comiendo, deteniéndose a mitad.

-¿Bebida?

No me había dado cuenta. Antes de que corriera peligro de atragantarse, le dije:- Oh, lo siento. Se me olvidó. Y ahora que lo mencionas, a mi también me gustaría tomar algo. ¿Que te gustaría que traiga?

Griffith le miró unos instantes y sonrió mientras comía parte de los sanwitch, observando a la chica.

-No sé, una cerveza o una cocacola, me da igual... Por todo lo que he tomado y las heridas creo que es mejor agua... -dijo tras meditar, suspirando y mirando la herida de su abdomen

- Entonces te traeré agua fresca.
Preparé una gran jarra de agua helada, y se la llevé, junto a un par de vasos. Llené uno de ellos y se lo alcancé.
- Aquí tienes.
Mientras yo bebí despacio mi vaso de agua, pensaba en todo lo que me había pasado desde que me encontrara con el. Mi vida había dejado de ser una sucesión de días sin sentido, sin mencionar el hecho de que muchas de las cosas que pensaba anteriormente, me sonaban ahora estupidas. Además, por el momento, tenía algo que hacer gracias a él, y mi aburrimiento se había esfumado. No pude evitar pensar que pasaría después.

Le miró unos instantes y tras beber le extendió el vaso, puesto que no podía moverse. Sonrió al darselo y continuó comiendo en silencio.

-¿Qué piensas? -preguntó de repente al ver que estaba algo distraída- Hace rato que no dices nada y sueles ser bastante habladora -le guiñó un ojo, suspirando después-

Nunca me había puesto a pensar si era o no habladora. Tiempo atras podía decir que si sin dudar, pero ahora ya no estaba tan segura. Me dí cuenta de que seguía perdida en mis cavilaciones, y no había contestado a Griffith.
- Estaba pensando en que voy a hacer cuando te recuperes y ya no tenga excusa para estar aqui. -Lo miré por el rabillo del ojo -Pero no me malinterpretes. Se debe a una cuestion puramente practica. Suelo aburrirme cuando estoy sola, y para mi pesar, eso sucede con mucha frecuencia.

Griffith le observó unos instantes. Puesto que no podía moverse demasiado no podía darle un abrazo en ese momento a la muchacha.

-No lo sé -se encogió de hombros, tocando la zona alrededor de la herida- Puedes quedarte aquí. La casa es muy grande y no necesito dinero ni nada semejante, así que a penas nos veríamos -musitó frunciendo el ceño ante algo de dolor- Si realmente estas aburrida y deseas quedarte por aquí por mí perfecto.-

Suspiré. Tenía que dejar en claro las cosas, sobre todo para mi misma.
- No lo sé. Creo que no me conviene quedarme demasiado tiempo contigo. Sería muy fácil para cualquiera enamorarse de tí, sobre todo por como te comportas ahora. Y eso me complicaría la vida. Me cansé de esperar que una persona me dé lo que yo se que jamas tendré. No quiero empezar de nuevo.

Le miró unos instantes sin saber qué decir y luego se encogió de hombros.

-Yo no me enamoraré de ti. Si te planteas eso entonces no tienes por qué hacerlo. Sin embargo, si quieres que sea cruel y despiado sólo deja que me recupere un poco y luego te trataré como una sabandija. Después de todo no se me da bien del todo tratar a los demás como mis iguales.

Se cubrió con una sábana, suspirando.

Me esperaba una reaccion asi, y me senti muy estupida por no haber cerrado el pico. Pero no se como, mantuve la compostura.
- Se que no te enamorarás de mí. Nadie lo haría.
Suspiré, y tomé aire lentamente mientras trataba de ordenar mis pensamientos, tan desordenados.
- Y no soy masoquista. Mas bien lo contrario. Tampoco pretendo que beses el suelo por el que camino. Es solo que es agradable estar contigo, y aun cuando te comportas de ese modo tan grosero, solo es un poco molesto.

Se encogió de hombros unos instantes y sonrió.

-Ya tienes una razón más para no enamorarte de mí. ¿Ves? Si realmente soy un desastre, sólo debes abrir los ojos para verlo -sus ojos se fijaron en la muchacha, su rostro era impoluto, pálido, parecía un ángel- Haz lo que desees. Si quieres quédate, sino sigue con tu mani. Elijas lo que elijas, yo no voy a detenerte ni a darte mi consentimietno.

Escuché todo aquello en silencio, al tiempo que mi mirada se perdía en el trozo de cielo que se vislumbraba desde la ventana.
- La verdad me sorprende un poco. Eres raro. Yo por lo general, tardo una eternidad en decidirme a hacer algo, tal vez por que considero cada aspecto de las posibilidades que se me presentan, pero soy capaz de tomar mis propias decisiones. En cambio tu no lo haces. Pereces un tronco que lleva la corriente. No tomas decisiones, simplemente esperas a que otro lo haga por ti, o que pase algo que te obligue a decidirte. O por lo menos aparentas ser asi. Tengo curiosidad. ¿Siempre eres de esta forma, o solo te sucede en presencia de otras personas?

Griffith arqueó una ceja y le miró.

-No sé. Supongo que soy así. No te voy a decir que te vayas ni que te quedes. Personalmente, aplicado a tu caso, me da igual dónde vayas o qué decidas hacer con tu vida. Soy fuerte, aunque no lo parezca, por lo que no debo temer por mi vida. Si alguien me trae problemas, no extenderé mi mano para ayudarle... A no ser que algo que sea mío corra peligro.

Sonrió como un ángel, descansando después.

-¿Entendido?

Suspiré.
- Supongo. Aunque debo admitir que todavía tengo la sensación de que no eres lo que aparentas y dices ser. Y eso me intriga. Soy demasiado curiosa. Más de lo conveniente.
Me quedé sentada en la cama observando por la ventana. A pesar de que no había nada interesante para ver. Pero no había nada más que decir.

Griffith miró el techo fijamente y luego sonrió, sin decir más que aquello, no tenía por qué contestarle, sobraban las palabras en aquel instante.
Suspiró y se acomodó mejor en la cama, cerrando los ojos. Su estómago dolía por la herida y por estar cosido de aquella forma como si nada, por lo que frunció el ceño.

-Podrías ir a buscar un poco de hielo y pasarlo alrededor de la herida, así harás que la zona quede insensible por las altas temperaturas...

Al fin se había roto ese silencio incómodo. Enarqué una ceja.
- No hace falta que busque hielo, puedo crearlo...
Hice aparecer sobre la palma de mi mano un pequeño trozo de hielo, y comencé a pasarlo sobre la herida.

Griffith apretó los dientes. Aquello dolía de forma horrible, más que incluso con el parásito. Sentir la carne congelada y cada vez menos sensible a parte de el dolor del frío le hacía apretar los dientes con fuerza.

Miró a la mujer y luego suspiró, echando la cbaeza hacia atrás.

-Duele.... -susurró con los ojos entrecerrados- Uf.... aprieta más, trannquila

Apreté aun mas fuerte el hielo sobre la carne. Mi rostro seguía impasible. Dentro de mí, se debatían dos deseos. Sabía cual era más conveniente para mí. Pero saberlo, y querer hacerlo eran dos cosas distintas.

Griffith le observó unos instantes y luego sonrió.

-Me estoy muriendo de dolor -comentó apartándole la mano suavemente y quedando tumbado en la cama, con el rostro algo encogido por la sensación de frío- Tolero muy mal las bajas temperaturas -susurró mirándole y acariciando su pelo lentamente- ¿No tienes nada que hacer? Si te quedas todo el día a mi lado , te aburrirás

Me esperaba algo así.
- En realidad no. No tengo mucho que hacer, salvo alimentarme. Estar o no contigo no supone diferencia. Pero si deseas que me vaya, lo haré. Noto que no te hace mucha gracia que esté aquí. O por lo menos tengo esa impresión.