Observando a los presos

La prisión era un lugar tan bueno como cualquier otro para aprender del mundo humano, además mi presencia aquí, siempre que no fuera detectada por los guardias seria buena, pues me disponía a dar agua a los que allí se encontraban encerrados.

El olor era nauseabundo, y los lamentos y gritos lo llenaban todo, la luz del exterior no llegaba a estos lugares, pero con mi aura iluminaba parte del camino de una manera tenue.

Los presos imploraban por agua y yo uno a uno les deslizaba un cuenco con ella por los barrotes calmando un poco su sufrimiento

-Pobres criaturas-dije acariciando la cabeza de un niño allí encerrado-no hay perdón para castigos así a gente inocente

En aquel día la cárcel nunca imaginaría que nuevo preso meterían allí. Y, por una vez, podrían decir que se habían equivocado de verdad. Allí aparecio Griffith, más conocido como el Halcón Blanco. Un hombre fiero de ojos azules que a simple vista parecía más un ángel que un Infernal.

¿Qué hacía ahí?
Fácil. La razón era que estaba aburrido y se dejó tomar con facilidad por aquellos.
Le metieron en una celda junto un ángel y otro niño, otro error para ellos, Griffith no era sociable.

Les miró unos instantes una vez en el calabozo y sonrió, sentándose en una de las camas sin decir completamente nada.

Mientras acariciaba la cabeza de aquella criatura pude ver una sombra oscura al fondo de la celda, y la oscuridad de su alma me dijo mas de lo que ninguno de los presentes podía haber pronunciado.

-Es muy raro que alguien como tu este aquí-dije sin hablar abiertamente de su naturaleza para no asustar a los demás presos-¿Hay alguna razón para tu estancia aquí?

Después de todas las cosa que me habían pasado, el miedo a los infernales era algo que ya no atenazaba mi alma, es mas, mis conversaciones con ellos me resultaban casi normales

Griffith levantó su mirada cristalina y azul. Sonrió de forma casi macabra y se relamió los labios, asintiendo con el rostro.

-Diversión -comentó levantándose. Era innegable que era atractivo y su físico era de un ángel, con su misma luz, al menos por su tez pálida y su pelo blanco- Estoy aburrido y necesito divertirme -dijo acercándose donde estaba aquella quien le hablaba- Además, no tengo nada que hacer. ¿A caso me van a torturar en este lugar? No hay cosa que me produzca más placer -bromeó mirando el techo y volviendo a la cama- No te acerques demasiado, podría comerte.

Sonreí divertida ante aquel comentario, ya era la segunda vez que un demonio me decía eso o algo parecido, aun que le primero parecía mas serio que este.

-Ñam ñam-dije acercándome a los barrotes- no te creas que seria tan fácil

Le mire de soslayo pensativa, no sabia que clase de diversión podía reportarle a un demonio estar encerrado aquí

-¿que se supone que tiene de divertido este sitio?-pregunte intrigada

Griffith sonrió ante las primeras muecas y atrevimiento, sobretodo por los sonidos de interpretación de los mordiscos.

-El sufrimiento de un ángel -dijo mirándole fijamente a los ojos con crueldad- Me encantaría hacer crujir tus huesos y romperlos en dos.. -musitó levantándose de nuevo y acercándose a la chica, sin llegar a los barrotes- Diversión es esto... -de pronto todo a su alrededor cambió, muchos presos se asustaron de forma terrible cuando se encontrarion en una escena negra con cadáveres en sus pies muertos, era sólo una ilusión, pero divertida. El olor a descomposición y la sangre era tan real como la de verdad- ¿Te gusta esto? -preguntó apareciendo a su ladpo, pasando unos dedos por su mejilla, aún siendo una ilusión. Deslizando etonces aquella mano por el pecho y apretando.

De pronto todo desapareció, Griffith seguía en el mismo lugar.

-¿Qué te parece? ¿Quieres seguir?

Aquella escena me horrorizo, todo lleno de sangre , el olor penetrante a muerte y descomposición.....era demasiado real, de pronto note un roce en mi mejilla y tuve consciencia de la cercanía del infernal, su mano paso por mi pecho y lo apretó, entonces todo se desvaneció aquel demonio seguia en el interior de la celda

Pase mi mano por las zonas en las que la ilusión me había tocado, dandome la impresión de que había sido muy vivido para ser solo una ilusión

-Eso solo son niñerías de un ilusionista-dije con una media sonrisa-no voy a caer en una treta tan absurda, no te tengo miedo y eso es una ventaja para mantener el control si lo repites

Griffith se recostó en la pared entre las sombras por lo que sólo se veía su pelo blanco y sus ojos azules brillando entre la oscuridad. A sus palabras tan sólo sonrió y luego se sentó en el suelo.

-¿Crees que si quiero no puedo salir de aquí? -dijo con una pequeña mueca de superioridad- Si es así deja que te corrija. No te autoconfies tanto conmigo, pequeña -comentó mientras se estiraba unos instantes, quedando una pierda flexionada y un brazo apoyado sobre ésta y otra extendida junto el suelo- Ah... Dime.. ¿Qué hay de comer? Empiezo a tener hambre.

Era plenamente consciente de que podría salir de allí cuando el quisiera y de que yo no era rival para el en ningún caso, pero me daba igual, una norma del cielo es nunca mostrarte débil ante un enemigo.

-Yo no traigo la comida-dije algo molesta con su actitud-solo estoy dando agua a los presos así que no te puedo ofrecer mas que eso.

Pase un cuenco con agua por entre los barrotes y se lo ofrecí

-O lo tomas o lo dejas- no hacia falta ser desagradable, al menos momentaneamente nos separaba aquella verja

Griffith le miró desde donde estaba y luego sonrió de nuevo.

-¿Y si te cojo a ti? -preguntó con una sonrisa burlona- Dime, pequeña... ¿Crees que vosotros, los ángeles, sois los buenos de este juego? ¿Crees que Dios es quien ofrece amor y felicidad a todo el mundo? -preguntó curioso, tenía ganas de oír los argumentos de aquella joven- Es simplemente curiosidad, nunca he hablado con un .... ángel.

Si tenia ganas de una conversacion de ese tipo había ido a topar con el ángel menos indicado para ella
Apoyé mi mano sobre mi rostro en un gesto de resinación y rompi a reír, mis carcajadas llenaron aquel lugar en instantes haciendo que los guardias bajaran las escaleras a la carrera, por lo que no me quedo mas remedio que introducirme en la celda y esconderme en la oscuridad

-¿Quien se ha reído?-gritaron los guardias-a la próxima que oigamos os daremos una paliza uno a uno-los presos comenzaron a gemir y algunos rompieron a llorar pero nadie hablo. Finalmente los carceleros regresaron arriba y yo suspire aliviada, pero estaba en el interior de la celda con aquel infernal

-Mierda-dije para mi misma, pensando la cantidad de celdas que había para que me hubiera metido en aquella-sobre tu pregunta-dije girándome a mirarle-no soy la mas indicada para contestar, pes no conozco a Dios ni sus motivos, pregunta le a alguien mas antiguo

Le observó unos instantes y luego se levantó. Su figura era imponente pero sutil. Su luz hacía parecerle un ángel sano y bueno que nunca había manchado de sangre sus manos.

-¿Ah? ¿Eres jovencita? Debía suponerlo con ese pequeño cuerpo -empezó a andar saliendo de la oscuridad y mostrándose, sonriendo al ver lo pequeña que era- Este es mi territorio así que deberías salir antes que fuera tarde -susurró mirándole fijamente y luego volviendo todo lo de su alrededor completamente negro, sin nada.

-Me siento más cómodo cuando está todo a oscuras...

Iba a contestarle, pero entonces todo comenzo a volverse oscuro, y mi luz no podía iluminar nada, el terror, el pánico a la oscuridad comenzo a hacer presa de mi, poco a poco fui perdiendo el control que tanto me había costado mantener en su anterior ilusión....

Mis rodillas cayeron sobre el suelo y mis alas comenzaron a cubrirme mientras tapaba mis ojos aterrorizada, esta era mi peor debilidad y ya era la segunda vez que delante de un demonio me pasaba esto.

Tenia que tranquilizarme, pero era imposible para mi, comencé a jadear y las lágrimas corrieron por mis mejillas, un miedo irracional era mi dueño en estos momentos y solo actuaria en consecuencia a el.

Griffith la miró unos instantes en cuanto empezaba a sucumbir ante la oscuridad y se acercó nuevamente a ella, tomando una de sus alas y forzándola a abrirse.

-¿Qué te da miedo? -dijo muy serio, levantando su mandíbula para que le mirara los ojos azules brillar en la oscuridad- ¿Morir? -preguntó con un tono neutral- ¿No ver? ¿Tropezar con algo y caer? ¿Perder tu fe? -cuestionó frunciendo el ceño y luego sentándose en un sillón que hizo aparecer.

Escuchaba su voz tan lejana, sentí un dolor sordo en el ala cuando me obligo a abrirla y mis ojos se acabaron en los suyos cuando me agarro de la mandíbula para hacerme mirarle.

¿Que era aquello a lo que tanto temía? ojala pudiera saberlo, otra vez esos llantos y la oscuridad rodeandome. Cada vez que me quedaba a oscuras un recuerdo de mi infancia me invadía, el llanto de una niña y la oscuridad, una voz infantil hablando en un idioma extraño y una mujer gritando mientras un hombre reía, eso era lo que mas temía, un recuerdo enterrado en lo mas hondo de mi ser.

-No temo nada de lo que tu dices-abrí de nuevo los ojos y comprobe que podía verle, era lo único que se podía contemplar y en eso tenia que concentrarme para tranquilizar mi espíritu-por que para los ángeles todas esas cosas tienen una relativa solución.
-Si morimos, podemos reencarnaremos, si no vemos con los ojos podemos aprender a ver de otras maneras, si caemos podemos levantarnos y si perdemos la fe podemos recuperarla- el miedo seguía en mi pero ya no lloraba, le miraba de manera desafiante- ¿podéis decir vosotros lo mismo?, tal vez.

Me levante del suelo haciendo un gran esfuerzo por que mis piernas no temblaran y camine hacia el

-Podrías darme asiento a mi también-sonreí-no es de buena educacion hacer que la invitada en tu mundo tenga que quedarse de pie

Un paso en mitad de la oscuridad y nada mas. Un paso en mitad de la oscuridad revelo la presencia del caido.

-Temes todo en este mundo pequeño engendro. Si los humanos mueren olvidan su existencia, nada queda de ellos. Su espiritu se quiebra como el mas debil de los juncos. - dijo contrayendo su mano en una garra como si aplastara la voluntad de los hombres - Si caen su hermano lo pisoteara pues el hombre es lobo para el hombre pequeña ingenua. Estos a los que consuelas solo son criminales, unos culpables otros inocentes... todos despertados a como es de verdad el mundo que tu Dios creo para ellos con sus necesidades y sus adversidades. ¿Que respondes a eso pequeña? - Dijo señalandole con un dedo.

Note aquella presencia como un aire helado que congelaba mi sangre, sus palabras eran hirientes, me había llamado algo que odiaba mas que nada en el mundo....engendro.

Me gire para contestar y entonces fui plenamente consciente de quien estaba ante mi, el mismísimo Lucifer, trague saliva con dificultad, si no tenia suficiente con la oscuridad, solo me faltaba el

-Te...-la voz me temblaba-te contesto que todo ser es merecedor de una esperanza-rasque mi cabeza-yo no defiendo lo que hace Dios, solo lo asumo, como ya le dije a el no conozco ni sus razones, ni sus circunstancias, tampoco me importan demasiado-hice una pausa y suspire para eliminar tensión-yo hago lo que me parece mas correcto y en este caso era dar agua a los presos por muy culpables o inocentes que sean

Di unos pasos hacia el, sabia que podía matarme en cualquier momento al igual que el otro infernal, pero no moriría aterrorizada al menos si ocurría seria con la cabeza bien alta

-Se que los humanos se matan entre ellos por el placer de matar-clave mis azules ojos en los suyos-los demonios y los ángeles también lo hacen, ¿no te diste cuenta cuando vivías entre nosotros?, la envidia puede hacer que familiares directos se odien y se quieran matar, yo no les juzgo ya lo hacen ellos solos

Lucifer avanzo con firme paso hacia ella. - Los humanos son poco perdurables y capaces de las mayores atrocidades, aunque tambien de las mas bellas obras, ellos son libres para elegir. Yo estaba alli cuando fuisteis creados. Yo estaba alli cuando Dios cayo en su propia vanidad. ¡NO te atrevas a darme lecciones de historia pequela marioneta! - Con un fuliminante movimiento la agarro del cuello y la levanto del suelo dejandola sin respiracion por unos breves instantes. - ¿Tienes miedo pequeña? Si, eso parece, ¡No eres nada! - Dijo lanzandola junto a Griffith. - Los angeles al contrario que los humanos y los demonios no podeis elegir, Dios os hizo sin libertad para pensar y decidir por vosotros mismos como cuando creo la insula. ¡Libertad! Eso es lo que dare a todos, traere la luz a las gentes e incluso estoy dispuesto a daros una oportunidad a vosotros... Al final sera eso o la muerte en el campo de batalla. - Dijo clavando la mirada sobre el encogido angel. - Ven averme si te atreves, sabes donde estare, nadie te tocara en tu camino.

Con un par de pasos se acerco a Griffith. - Griffith, el demonio en persona, mejor dicho un diablillo cualquiera. Te he visto en todas tus acciones, yo a diferencia de EL estoy despierto. Ven a verme el salon del trono. - Un par de pozos de fuego se clavaron en el como agujas envenenadas llenas de ira. - Tenemos asuntos que discutir.

Una llamarada negra chamusco parte del pasillo y Lucifer se desvanecio dejando solo un rastro de negro hollin en la piedra.

Griffith observó a Azrael durante unos instantes pero antes de contestar el 'pequeño' Lucifer apareció en escena. Él a penas se inmutó por aquel semi-discurso de superioridad, creación, vanidad y defectos respecto la raza humana y Dios en general. ¿Qué le importaba a él? Desde su nacimiento sólo se había preocupado por él mismo. Por la supervivencia y el cumplimiento de su meta. Le encantaba no tener deberes como muchos de los Demonios, los Diablos eran distintos a los demás seres infernales y eso le gustaba de sobremanera.

Se acercó a la joven tras la desaparición de aquel 'superior' y tras ello la tomó de la mandíbula.

-Siéntete afortunada porque tenga que irme -sus ojos translúcidos se clavaron en aquella figura y tras ello sonrió- Tenía ganas de divertirme un poco. ¿Qué te parece si seguimos esta conversación dentro de un rato? Quédate por aquí, pequeña... -hizo desaparecer la oscuridad y tras ello la levantó por una de sus alas- Deberías ocultarte... de mí.

Tenia todo el cuerpo dolorido y me encontraba algo mareada, la figura de Griffith me daba vueltas en la cabeza hasta que me hizo centrar de nuevo la vista en sus ojos cuando me cogío de la mandíbula y me obligo a levantar tirando de una de mis alas ya doloridas de por si.

Hoy no era un buen día para mi, todos me maltrataban aun que realmente aquello era lo normal y no lo de la demonio de hielo o lo del demonio "perro" con quienes tuve unas tranquilas conversaciones.

-Yo no me oculto-dije con cara de odio-pero no te creas que m tiempo vale tan poco como para que lo desperdicie esperándote aquí, si cuando termine la labor que he venido a hacer no has regresado no sera mi culpa.

[[¿Cerramos?]]

(Como quieras)

Griffith sonrió a penas y luego le miro en los ojos, guiñándole un propio.

-No te preocupes por eso, pequeña, intentaré tardar lo mínimo para encontrarte de nuevo. Da gracias a esta intervención -andó nu par de pasos y tras ello se volteó, ahora se podía ver su figura resplandeciente- Vamos a pasarlo bien ¿de acuerdo?

Dicho esto, como si nada, desapareció.

Un suspiro de alivio salio de mis labios en cuanto lo vi desaparecer, caí de rodillas al cielo en mitad de aquella celda y llevé una de mis manos a mi frente para aguantar mi cabeza que me pesaba mucho

-De buena me he librado-sonreí histérica-de buena me he librado.....

Me incorpore y tal cual había entrado en la celda salí y continué con mi labor de dar agua a los presos, cuando el ultimo tubo su sed saciada mi misión había terminado y aquel infernal todavía no había vuelto así que mas tranquila abandone aquellas oscuras y malolientes estancias en busca de aire fresco del exterior