Buscando la lluvia - LIBRE -

Para él que siempre se había rodeado de humo y ánimas un cementerio de aquellos le parecía más una profanación que un culto a la otra vida, por parte de los incrédulos humanos, naturalmente. No tenía nada mejor que hacer aquella noche sin luna, más oscura que de costumbre, aún más con algunas nubes de tormenta que aún quedaban lejos pero que poco a poco se iban acercando hacia aquella tierra.

El demonio se paseaba con todo su ajuar de guerra puesto encima, los pedazos de armaduras sobre sus extremidades, y su capa gris, vieja y raída ya por el tiempo, ocultando un par de hachas gemelas ocultas en su espalda que tintineaban al chocar contra ellas por cada paso que daba.

Me encontraba sentada sobre un panteón de piedra, mirando como la tormenta se acercaba mas y mas, deseando que llegara pronto.

Un tintineo metálico me sobresalto y pude contemplar una enorme sombra negra caminando entre las tumbas, era un infernal sin ninguna duda

-Que mala suerte tengo ultima-mente-dije entre dientes mientras le veía acercarse sin decir nada, como si fuera una extensión de la noche, una sombra mas pero hecha de cuerpo.

Gillthanas dio un paso y se paró, mirando al suelo para ver lo que había pisado. La tierra estaba suelta, esponjosa bajo sus pies, y no porque allí hubiese una tumba. La tormenta llegaría en seguida y sin duda descargaría sobre aquella tierra con furia.

Ya a lo lejos había podido ver a una criatura poco habitual para un lugar tan tétrico, más que nada porque el áurea blanca de luz que desprendía era poderosamente visible desde muy lejos, aunque sólo pudieran verla los de su especie. Gillthanas la miró directamente a los ojos a pesar de la distancia, dejando que los suyos propios, blanquecinos, brillasen suavemente en medio de una oscuridad que era su cuerpo recortándose con la negrura del resto de la noche. En lugar de seguir abanzando hacia delante continuó con su paseo hacia un lado, entre las lápidas, sin dejar de mirarla lentamente.

Seguí su mirada sin perderle de vista, moviendo la cabeza para seguir su camino, temiendo que en cualquier momento me atacara, apoyé mi mano sobre mi espada, no quería usarla, no seseaba que su preciosos filo de cristal negro se manchara con la sangre de un infernal, pero me la dieron para defenderme y para eso la usaría si fuera necesario.

Sonreí ante su mirada insistente, manteniéndome en silencio, esperando a que el fuera el primero en dar el paso en esto que parecía la danza de un depredador a su presa, y yo hoy no tenia el día particularmente bueno para sentirme un conejo

Sin embargo Gillthanas no había salido de su cueva bajo la tierra para emprenderse en una batalla con nadie. Le sorprendió que así lo decidieran aquellos ángeles por sí sólos. Pensaban que, a pesar de ser cierto que por sus destructoras mentes de demonio nunca pasaba nada bueno, un encuentro con uno de ellos debía supones una batalla inminente.

El demonio creía firmemente que tenía tanto derecho como ella a pasearse por donde mejor le pareciese, y la ignoró cuando comprobó que ponía aquel interés en él y se internó en los álamos que rodeaban el dementerio para sentarse sobre uno de los troncos caídos, al lado de las lápidas de menor categoría. Sacó una daga del interior del cinturón para clavarlo en la madera, arrancando un pedazo de ella y dándole vueltas en una mano.

Paso de largo alejándose a una distancia lo suficientemente grande como para que no considerara que estaba preparando una jugarreta o emboscada, así que visto que no tenia nada que hacer me dirigí en su dirección para ver que estaba haciendo ya que notaba su presencia parada en algún lugar cercano.

Tras cruzar los álamos se encontró frente a el, con las dos alas bicolor extendidas mostrando involuntaria mente su condición de ángel caído.

Estaba demasiado cerca para fingir que había sido casual así que tubo que resignarse a decir algo

-Hola-salude mirándole con curiosidad

-Buenas noches-le contestó de buena gana, de forma cordial. No la miró porque estaba entretenido en aquel pedazo de madera que tenía en una mano. Después de estar dándole un rato vueltas, mirando las vetas de la madera para que no se le rompiese la pieza, comenzó a tallarla con el puñal.

A penas alzó un momento la vista para mirarla de reojo. Se le notaba a lo lejos su condición de ángel manchado.

-Siempre me ha fascinado la capacidad de los seres como tu para acercarse a los desconocidos y saludarles-comentó con una media sonrisa ligera mientras hacía volar las virutas de la madera hasta el suelo-. ¿Qué te trae a tí por aqui?

Me hizo sentir extraña que me saludara de manera tan cordial, generalmente los demonios y los ángeles nos odiaban por ser mestizos de los dos mundos, no tenia claro si debía fiarme lo mas mínimo de el, seguramente no

-Particularmente no me acerco a nadie que no sea de los mios, y menos aun le saludo-mire el trozo de madera y luego a el-me has resultado curiosos solo eso

Pensé en que me había traído al cementerio, tal vez el recuerdo de mi hijo la primera y ultima vez que hable con el....

-Esperaba la lluvia-dije mirando al cielo-quería ver llover sobre las tumbas, me...relaja-le mire de nuevo-¿Y a ti que te ha traído aquí?

Gillthanas sonrió sin mirarla mientras tayaba el pedazo de madera.

-Yo esperaba a ver como los muertos se revolvían en sus camastros pidiendo auxilio, y ver como nadie les rescata. No me relaja pero me trae buenos recuerdos...-comentó con naturalidad alzando el pedazo de madera en el aire para mirarlo y volver después a llevar la daga a él.

-¿Crees que lloverá?-le preguntó alzando un momento la vista y después, como un mensaje subliminal que le daba en silencio, miró sutilmente a un lado donde aún quedaba un pedazo de tronco caído sin ocupar.

Había entendido aquella mirada...suspire y me senté a horcajadas sobre el tronco, no es que fuera poco femenina, solo es que me resultaba mas comodo

-No va a llover, va a diluviar-dije divertida-tronara y los rayos alumbraran la noche, lo estoy deseando-le mire con una sonrisa cruel-tal vez se lleve a mas de uno por delante.

Inconscientemente deseaba que todos los demonios y los ángeles fueran barridos de la faz de la tierra.

-¿Puedo preguntar que tayas?-mire el trozo de madera-nunca he visto realizar este tipo de trabajos

-Interesante...-comentó en un susurro tallando la madera con rapidez-. Me gustan las tormentas-notaba aquel sarcasmo encubierto a kilómetros de distancia. Sonrió inconscientemente al inmaginarse a sí mismo fulminado por un rayo a los pies de aquella chica. Totalmente fuera de lugar.

-Todavía no lo tengo muy claro...-comentó mirando aquella pieza abriendo los dedos y dejándola ver. Alguna forma ya tenía marcada, aunque aún no estaba clara la figura que era-. Si me sale bien, no será más que un logro más a mi larga, larga lista...

Escuche atenta sus palabras mientras no dejaba de observar sus manos trabajando incansables y dándole vueltas una y otra vez a aquella pieza de madera.

Pronto la brisa se volvio mas húmeda, presagio de la gran tormenta que se avecinaba y comenzo a hacer algo de frió, pero mis ropas me guarecían bien así que no tenia mayores problemas.

-¿Puedo preguntar cual es tu nombre?-dije ladeando la cabeza-se me hace raro estar al lado de alguien de quien desconozco hasta eso-me había picado la curiosidad y sabia que hasta que no terminara de tayar yo era capaz de quedarme mirándole en aquel lugar

Gill se giró hacia ella sin apartar la vista de la madera, subiendo una pierna al tronco y quedando frente a la chica.

-No tengo por costumbre revelarme mi nombre a nadie, mucho menos a ángeles, y tu tienes algo de ángel...-alzó un poco la vista mirándola de reojo y volvió la vista a la pieza de madera que iba tomando formas más suaves y precisas-. Pero por allá abajo me llamaron serpiente, en nuestro idioma eso se dice "Gillthanas"...-tomó aire con una casi imperceptible sonrisa, orgulloso de si mismo-. ¿Y el tuyo?

Me quede largo rato pensando en aquel nombre, Gillthanas, serpiente...un nombre muy apropiado y acertado para un ser infernal.

-Yo tampoco tengo por costumbre dar mi nombre a seres infernales-dije con una sonrisa traviesa- Me llamo...- vacile unos instantes en decir la verdad, pues sabia que no debía fiarme de nadie, que hoy por hoy me encontraba en peligro entre todos lo seres sobrenaturales que no fueran de mi especie, suspire y continué con mi frase- Anna- yo no sabia si estar orgullosa de mi nombre, solo sabia que era una de las cosas que me había concedido mi padre, aun que no sabia por que había escogido aquel nombre-Encantada...

Gill le dio otra tallada al pedazo de madera y después lo miró. Ya tenía forma de algo, al menos un rostro diminuto e increíblemente detallado para tratarse de una daga tan grande podía apreciarse. Arrugó la nariz un momento y miró a la chica, observando sus formas redondeadas, las mejillas y la barbilla, y después pareció que la olfateaba.

-Es un nombre curioso para un demonio-comentó volviendo la vista a la pieza de madera. En poco tiempo, a penas unos minutos, tenía entre sus manos una pieza pulida, hermosa, como si llevase horas y días de trabajo sobre ella. Las betas de la madera parecían haber sido estudiadas a conciencia, y sobre una lápida en miniatura se alzaba sentada un ángel, espléndidamente brillante, altiva, con una mano preparada para desenvainar en una imagen escogida justamente cuando Anna había visto al demonio acercarse.

La separó de sí para poder verla bien y después sonrió orgulloso y satisfecho. Era una pieza tan perfecta que parecía hecha de porcelana.

-Ten-le dijo tendiéndosela a la chica-. Pero que no se te moje. A la madera no le sienta bien el agua...-comentó refiriéndose a la inminente tormenta.

Me había tallado a mi, pero ¿por que? y en ese preciso instante, aquí había algo que no cuadraba, bueno nada cuadraba cuando un demonio era amistoso, me rasque la cabeza antes de fiarme de extender el brazo y tomar aquella pieza, la cual absorbe con gran cuidado y con una sonrisa de satisfacción, estaba realmente bien hecha....me gusta

-Gra...gracias Gillthanas-dije guardándola en un bolsillo escondido en mi túnica-la guardare bien para que no le pase nada.

Un trueno se escucho demasiado cerca para mi gusto, sobresaltando me pues no me encontraba preparado para ello

Gill alzó la vista observando aquella luz cegadora que iluminó el cielo durante a penas unas milésimas de segundo, y sonrió.

-Estas cosas me ponen de buen humor, ¿sabes?-le dijo levantándose del tronco y saliendo a la linde del cementerio para notar como después del estruendo una poderosa lluvia casi translúcida caía sobre ellos sin piedad. El demonio notó como el agua pesaba sobre su cuerpo, aunque no parecía mojarse con ella. Miró a penas un momento a la chica y después salió al centro del cementerio, saltando sobre las lápidas, paseándose tranquilamente sobre ellas.

La lluvia comenzo a caer sin piedad sobre nosotros y pronto mis ropas estuvieron totalmente mojadas y pegadas a mi piel, lo que hacia que mi cuerpo se marcara mucho mas, cosa que me reventaba.

Le vi comenzar a saltar sobre las lapidas y puse cara de mosqueo, eso era una falta de respeto a los muertos, pero como decía mi madre cuando quería echar la bronca por algo a padre "el que cala otorga", así que solo le observé mientras caminaba por las calles del cementerio, deseando ver pronto a Shun y que el me quitara el frió con el que iba a regresar a casa

El demonio ya había cumplido. No solía tratar con ángeles porque les evitaba, o mejor dicho ellos le evitaban a él. No podía negar que a veces se sentía fascinado por ellos, pero había aprendido casi a fuego que no debía acercarse a ellos si no era para matar. Tener por tanto un cielo entero persiguiéndole tampoco era tentador.

Dejó de moverse sobre las lápidas para sentarse sobre una de ellas, sin tocar el suelo. Dejó que la lluvia le calase. Era una sensación demasiado agradable que no tenía el privilegio de tener estando en el infierno. Quedándose quieto, sobre aquella lápida, la oscuridad volvía a su cuerpo rodeándole, dándole un aspecto de roca negra.

Parecía que aquel infernal ahora solo deseaba paz y tranquilidad, no tenia ganas de líos ni de molestar, menos aun cuando había sido amable conmigo sin ninguna razón.

Salte sobre el techo de un panteón y extendí las las dejando que las plumas volaran y que el agua las calara y comencé a volar camino de mi mundo, tanteando con la mano el bolsillo en el que se encontraba la talla de madera con una sonrisa en los labios y muchas preguntas sin contestar en la cabeza.

-Adiós Gillthanas-susurre al viento, esperando que le llegara-mucha suerte con la tormenta, ojala a ti no se te lleve

Gillthanas había oído aquello, pero más como una voz en su cabeza que como la voz de la chica.

-Cómo, si soy una piedra...-comentó con evidencia para cerrar de nuevo los ojos y jugar a ser una roca.


[tema cerrado]