Pesadilla *Libre*

Aquella noche no había podido dormir. Me desperté sobresaltado en aquella cama del hostal, habia recordado cosas que ni siquiera pensaba saber, cosas relacionadas con el pasado que tanto me esforzaba por ocultar.

Fuí al cementerio, donde podia dejar aflorar mi estado de ánimo que no era el más alegre del mundo. Me apoyé suspirando en una lápida, cerrando levemente los ojos y captando el olor a humedad del lugar.

La visita a este mundo había sido francamente aburrida. Deambulaba por el cementerio, aquel lugar era tan tétrico y tenebroso que me hacian sentir como en mi propia casa. Entonces una esencia....una curiosa esencia inundó mis fosas nasales las cual abri oliendo como si fuera un perro. Esa maldita esencia, esa que tanto tiempo había buscado, estaba cerca.

Recorrí una a una las tumbas y panteones con sigilo al acecho como si me hubiese convertido en aquel tigre blanco en busca de su esperada presa.

Estaba tan absorto en mis pensamientos... mi madre acunandome cantandome con esa hermosa voz....aquellos ojos rojos demoniacos de mi padre expresando odio, rabia y maldad... la forma en la que empuñaba su espada dispuesto a cortarme en dos.... todo esos recuerdos se vieron truncados en cuanto sentí que alguien me vigilaba.

Una presencia muy familiar y embuelta en un halo diabólico, me obligué a mi mismo a no pensar en ello, poniendome en guardia con la mano sobre la katana por si tenía que defenderme.

Al fin encontré aquella presencia. Me quedé unos minutos asimilando lo que estaba viendo. Era el bastardo de mi hijo....tanto tiempo buscando para matarlo....tanto tiempo y al fin estaba aquí, desprotegido a punto de ser asesinado por mis garras.

Había permitido que creciera demasiado, sus ojos eran de mi mismo color, su aspecto era bastante diabólico, pero no conseguia engañar a nadie con eso, pues su corazon era debil y más inclinado al bien que al mal.

Saque con cuidado una de mis dagas venenosas, el veneno lo paralizaria, y entonces podria hacer lo que quisiera con él. Se la lanzé rapida como el viento directa a su nuca.

Me dí la vuelta lo suficiente para parar aquella daga con la vaina de mi katana. Esta daga se quedó incrustada y se desintegró al poco convirtiendose en polvo.

Mi corazón comenzó a latir fuertemente y no sabía por que, había algo que me estaba aterrorizando por momentos.

Entonces aquel terror se hizo patente, apareció ante mi un ser diabólico, el mismo que se presentaba en mis pesadillas...exhibiendo aquella maliciosa sonrisa.

Bajé la espada al tiempo que habría los ojos con sorpresa, negué varias veces con la cabeza -TU DEBERIAS ESTAR MUERTO!- grité lleno de rabia incontenida.

Era mas bueno de lo que pensaba, pero no importaba. Este criajo no era rival para mí -Cierra la boca...pensaste que un niñato como tu, un bebe, iba a acabar conmigo? He esperado mucho tiempo....te he buscado por todas partes...- dije al tiempo que me acercaba a él con lentitud- para desgarrarte con mis propias manos- finalizé exhibiendo mis afiladas uñas -Tu has sido motivo de mi desgracia...por ello mereces morir y no sera una muerte lenta oh no...me deleitare como jamás lo haya hecho nunca-

Tragué saliva. Aquello era más de lo que podia soportar. El se diponia a matarme, alcanzaria su objetivo costase lo que costase y por más daño que me hizo yo no deseaba matarlo.

-Acaso no es suficiente con lo que me has hecho? El destino que he sufrido ha sido peor que la muerte....y aun así quieres hacerme mas daño?- ni siquiera comprendia por que estaba razonando con el.

Desenvainé mi katana y me puse a la defensiva -Eres tu el que debe morir- dije con aparente fortaleza intentando contener las lagrimas en mis ojos.

-Parece que el niño tiene cojones..- susurré divertido viendo como desenfundaba el arma -Que crees que me harás con ese juguete?- ultime acercandome a él con pasos seguros al tiempo que este retrocedia -Hablas mucho, pero tus palabras se las lleva el viento..en realidad sabes que no tienes posibilidad alguna contra mí...-

Su presencia era demasiado fuerte, el jugaba con ventaja, no tenia sentimientos algunos, en cambio yo los tenia todos, remordimiento, pena, dolor, odio... todos revoloteaban en mi interior haciendo que la cabeza me ardiera. Quedé situado contra la pared de un panteón y mi padre se acercaba cada vez más con aquella sonrisa de autosuficiencia.

Sin más antes de que quedara a tan solo a unos excasos centimetros de mi rostro clavé mi katana en su torso.

Shun hundió la espada en el centro de mi pecho. El dolor fue insoportable, pero no salió ni un alarido de mi boca, es más se formo una sonrisa de triunfo. Aquel había sido su fatal error.

Un hilillo de sangre corria por la comisura de mis labios -Estupido... matarte me va a ser más facil de lo que creia..- comenté sacando una daga de la manga y clavandosela con rapidez en el cuello.

El dolor fue tan águdo que mis ojos rompieron a estallar en lágrimas, jamás habia sentido algo tan terrible y angustioso. Llevé una de las manos a la daga para quitarmela, pero no se movia. Estaba inmovilizado contra la pared, si me movia podria desgarrarme el cuello.

Sollozé dejando caer la espada al suelo -Por...favor..- dije casi inentendible por la sangre que ahogaba mi garganta.

La espada salió de mi pecho haciendo que me llevase una mano a la herida presionandola, mi rostro se contrajo con una mueca de dolor por un segundo.

-¿Por favor que?- susurré cobrando fuerzas de nuevo -Quieres que te deje vivir?- pregunté acercandome de nuevo a él y arrancandole las ropas dejando su pecho al descubierto y descubriendo aquellas cicatrizes.

En mi rostro se reflejaron varios sentimientos, pero el mas latente sin duda era la sorpresa -Vaya vaya....algunos se me adelantaron....-susurré sonriendo acariciando sus cicatrizes con las yemas de mis dedos -Monstruo...odio...muere...- ultime recitando algunas palabras de las allí grabadas.

El descubrió mis cicatrizes, regodeandose y burlandose de mí. Mi llanto fué mas fuerte derramando lágrimas que caian por mis mejillas y humedecian mi ropa. Jamás antes me habia sentido tan vulnerable, ni tan siquiera aquella noche en la que me habian grabado aquellas palabras en la piel. Su rostro lleno de odio, el dolor que sentía mi cuerpo y mi alma...

En mi interior realmente no lo odiaba...solo sentia tristeza y amargura al pensar que mi propio padre me repudiaba.

Entonces otro dolor me invadió, todas mis articulaciones y músculos se tensaron. Observé la daga, esta brillaba de un color carmesí quemandome la herida. Ese brillo carmesí se extendia por toda la piel de mi pecho con lentitud y de haber podido gritar sin duda media ciudad se habria enterado.

Ese espectaculo me revolvia el estomago, me daban ganas de vomitar. Sus lagrimas solo acrecentaban mi ira y mi deseo de destrozarle allí mismo de una vez por todas.

-El veneno ya ha comenzado a penetrar en tu sangre...pronto todas tus arterias se colapsaran y reventaran causandote una hemorragia interna...te aviso que no es una muerte agradable..aunque es mucho mejor que padecer los dolores previos verdad?- sentencié escupiendo odio con cada una de mis palabras.

Entonces algo me golpeó la mente y me dejó en shock durante unos segundos, con los ojos muy abiertos. Todo el dolor que Shun padecia tanto fisica como mentalmente me atravesó como una corriente electrica. Me llevé las manos a los cabellos agarrandomelos con fuerza dando un fuerte grito.

Caminaba por las cercanías del cementerio cuando una sensacion recorrió mi espina dorsal, haciendome girar y correr al interior de este.
Una mala sensacion, como si algo terrible hubiera ocurrido, pronto identifique el aura se Shun, se apagaba y otra mas oscura, de un infernal se encontraba cerca de el.

Corrí todo lo rápido que pude desenbainando mi espada de cristal negro, heredada de mi padre Xelloss el general renegado de los Diablos, el monstruo mas grande que alguna vez vio aquel ejercito.

Cuando llegue contemple a Shun en el suelo, con una herida muy fea en el cuello y al otro infernal gritando con las manos en la cabeza

-¡¡Shun¡¡-grite mientras iba a socorrerle y vendaba su herida con un trozo de tela, no preste atención a las cicatrices, me daban igual, lo importante era el-¿Quien demonios eres y que coño le has hecho a Shun?-grite incorporándome y apuntando con la espada al infernal

Miré con dificultada como Said gritaba. El dolor que sentia era tan fuerte que no tuve tiempo de pensar en lo que podia ocurrirle. El veneno penetraba con rapidez en mi sangre, quemandola. Era una sensación horrible.

Entonces una conocida y dulce voz ahora espantada gritaba mi nombre. Era Anna la cual me quitó la daga y me vendó el cuello. Caí apoyandome en la pared del panteón al suelo, con la espalda pegada a dicha pared y la mirada algo perdida.

Mis herida se iba sanando con lentitud pero el veneno ya había penetrado en mi piel. Ahora mi garganta estaba libre y podia gritar. Di un fuerte alarido seguido de unos mas débiles como los de un moribundo.

El dolor en mi cabeza no cesaba, apenas vislumbré como una mujer acudia ayudando
al angel caido que ahora tenia la garganta cubierta.

No tenia ni idea de
lo que podia sentir Shun hasta ahora. La herida de mi pecho y estas emociones me
dejaron muy devilitado. Una lágrima cayó de mis ojos. Palpé aquella humedad con
tremenda confusion jamás habia derramado ni una lágrima.

-No....te
metas...- le dije a la mujer entrecortadamente al tiempo que todo ese dolor
comenzaba a calmarse y me tambaleaba precipitandome hasta el suelo con las dos
rodillas clavadas en el mismo -Soy su padre, el es mio...el es..- ultime en un
susurro.

Le vi terminar de desplomarse mientras me decía que no me metiera, con las dos rodillas incadas en el suelo y estando a mi total merced todavía tenia los cojones de decirme que Shun era su propiedad que era su hijo.

Apoyé el filo de mi espada en su barbilla y le hice mirarme, mientras mi mirada llena de odio se clababa en la suya

-Un hijo no es una propiedad-dije con tono frió-y tu no eres nadie para reclamarle como tuyo, ni tan siquiera te puedes considerar su padre ya que nunca has velado por el.

La punta de mi espada se clavo en su cuello haciéndole una pequeña herida.

-Shun no tiene que rendirte cuentas de nada, afile mi mirada en sus ojos-si te vuelves a acercar a el propiciaras una guerra y a Kurai no le ara gracia seguro vil de mierda.

Retire mi espada y camine hacia Shun ayudando le a incorporarse para llevarle conmigo al hospital de nuestro mundo.

-Dale a tu señora un mensaje-dije con una sonrisa cruel-Si uno de los mios cae por culpa de uno de los suyos yo y mi hermano Arcel ayudaremos a Lucifer a masacraros

Escuché sus voces en la lejanía, como si ellos estubieran a una gran distancia de mí. Levanté la mirada, mis pupilas estaban veladas con una pantalla blanca, no veia nada. Con gran esfuerzo busqué la mano de Anna en aquella semi oscuridad -Anna...- susurré en un gemido ronco.

Ya no sentía dolor ¿Era acaso este el final? mi cuerpo se negaba a moverse por lo que Anna llevaba todo mi peso.

La mujer se aprovechó de mi debilidad y me propició una herida en el cuello, pero no demasiado profunda. Escuché sus palabras y estas me entraban por un oido y salian por otro, un sucio angel caido como ella no me iba a dar lecciones, pero las ultimas palabras si me hicieron extremecer. Ella no era un angel caido cualquiera, y sus amenazas no solo me joderian vivo a mí, si no también a mi lider.

Clavé la vista en Shun, debían quedarle apenas unos excasos minutos de vida, me levanté a pesar del dolor que me provocaban las heridas, cogiendo de nuevo ese porte peligroso y atrevido. De mi espalda salieron dos alas blancas que se asemejaban a las de un murcielago.

Sin mediar palabra alguna, tan solo fulminandola con odio le lanzé un frasco que tenía guardado en uno de los bolsillos interiores de la ropa y desaparecí entre un pequeño huracán que había formado.

Parecía que mis palabras finalmente habían calado en el vil, sobre todo supuse por lo de su líder, era famosa en todos los mundos, por la crueldad y la frialdad que una cosa tan pequeña podía mostrar cuando se enfadaba de verdad.

Antes de marcharse el infernal me lanzo un frasco con lo que supuse seria un antídoto para el veneno, no me queda ni tiempo ni opciones, no podría llevarle al hospital vivo, así que aquel frasquito era mi unica opción.

Miraba Shun seguro que no podría tragar solo....

-Espero que esto te ayude, si es un veneno me iré contigo-me lo introduje en la boca y aprisione mis labios contra los suyos obligando-le a tragarlo y después nos senté en un banco a la espera de lo que tuviera que pasar

Pude apreciar como Said abandonaba el lugar y entonces los grandes y hermosos ojos de Anna se fijaban en mí diciendo aquellas palabras. Me llevo a un banco en donde mi cabeza reposaba sobre sus muslos y el resto del cuerpo sobre la fria piedra.

Me dio un beso y de sus labios salió un liquido bastante amargo, que penetró en mi dolorida garganta como si estuviera cauterizando la herida. Luego con velocidad recorrió cada articulación de mi cuerpo, causandome la misma horrible sensación . Me extremecí gimiendo con fuerza cerrando mis ojos agarrando una de las manos de Anna en un intento desesperado.

Parecía que le dolía mucho, se estremecía y gemía por el dolor.

Solo por esperar me martirizaba, acariciaba su cabeza y aceptaba sus apretones en la mano, aun que algunos eran bastante dolorosos, pero no le dejaría pasar aquello solo, me quedaría a su lado todo el tiempo que fuera necesario.

-Shun tranquilo-susurre besando su frente perlada de sudor por el dolor-estoy aquí contigo, pronto pasara te lo prometo-parecía que tenia fiebre, pero ese era el menor de mis problemas ya que se avecinaban nubes de tormente y comenzaba a hacer un frió tremendo-yo cuidare de ti.

De repente el dolor desapareció por completo. Mis musculos se habian dormido al soportar tanta presión y me sentia como un peso muerto, como una marioneta, terriblemente cansado, exhausto hasta para pronunciar palabra alguna. Con una expresión inerte comenzé a derramar de nuevo lágrimas ya ni sabia por que, habia tantas emociones en mi interior que simplemente llore. Lloré por el dolor, lloré por la infinita amabilidad de Anna, llore por el odio que mi padre me proferia...lloré silenciosamente hasta que mis parpados cayeron sumiendome en un tortuoso sueño.

Le vi llorar y aquello me partió el corazón pero sabia que lo mejor que podia hacer era dejarle desahogarse en silencio.

Finalmente cayó dormido y sabiendo me incapaz de cargar con el hasta casa hice lo único que podía, extendí mis alas y nos rodee con ellas creando una cúpula por la que no pasaría la lluvia que inminentemente se acercaba con aquellos nubarrones

-Algún día todo se solucionara-susurre en la oscuridad que nos envolvía mientras acariciaba sus cabellos y su rostro con cariño, para que al menos aquel sueño fuera reparador par el pues lo necesitaba