Malabares [libre]

Darius estaba a la entrada del gran centro comercial, haciendo malabares con cuatro pequeñas pelotas. Podría parecer que de vez en cuando le gustaba ganar algo de dinero de manera honrada, y era cierto... pero en aquella ocasión, a parte de ganar algo de dinero sin robar, otros chicos de la misma edad que él andaban entre las personas que se paraban a observarle y dejar alguna moneda en la gorra que había en el suelo.

Los chicos aprovechaban cualquier ocasión para deslizar sus manos en los bolsillos ajenos y robar una pequeña parte de lo que llevaran en ellas. Tras ello se reunían y repartían entre ellos lo que habían conseguido.

Por ahora les iba bastante bien... llevaban una hora allí y la gorra, al menos, ya estaba generosamente llena.

Cansada de caminar sin sentido por los arboles del infierno, decidí pasar por la ciudad, y distraerme un rato.
Caminé sin rumbo fijo, y casi sin darme cuenta, llegué a un centro comercial lleno de gente.
"Una buena oportunidad para comer algo delicioso", pensé. Y aunque estaba satisfecha, un poco mas no me haría daño. Y mientras pensaba en ello, vi a la distancia a un hermoso muchacho. Me acerqué y me quedé viendo su habilidad con el malabarismo.

Uno de los chicos le hizo la señal para que terminara la función. Aquello significaba que ya habían 'actuado' suficiente en aquella zona y que deberían irse antes de que cualquiera pudiera echar en falta su dinero y sospechar de ellos.

Así que sin más, hizo unas cuantas virguerías más con las pelotas y terminó, finalizando con una profunda reverencia antes de coger la gorra y sacar el dinero para poder colocársela de nuevo sobre la cabeza. Por la noche, ya se reunirían en el ghetto para repartirse lo ganado, por el momento le iría bien tomarse algo fresquito en una de las heladerías cercanas.

"Gracias por sus aplausos, muuuuchas gracias..." dijo sonriendo al pequeño grupo de curiosos que se había reunido para observarle. "Perdone, señorita..." añadió, pasando entre una mujer que acababa de llegar y un chiquillo.

Al pasar a mi lado, lo pude observarlo mejor. Era un hermoso ejemplar, y dado que solo era poco mas que un ladronzuelo, lo consideré una comida digna. Utilicé mis poderes sutilmente para llamar su atencion.

De pronto, mientras caminaba hacia la heladería que tenía en frente, sintió la necesidad de volverse y mirar a la mujer a la que le había pedido que se apartara. Le había dado la sensación de que le había llamado.

"¿Ha dicho algo?" preguntó inseguro.

El humano había caído en mis redes, lo cual me doy mucha satisfacción. Me dí vuelta lentamente, hacíendo oscilar mi largo y lustroso cabello azabache.
- Nos conocemos, ¿verdad?- dije mientras lo miraba fijamente a los ojos.

Ladeó el rostro, pensativo.

"No recuerdo haberte visto antes... pero puede ser." respondió encogiéndose de hombros.

Lo cierto era que le parecía poco probable haber hablando con una mujer así ya que estaba seguro de que estaba muy por encima de su nivel social. La gente con pocas preocupaciones económicas no solía pararse a hablar con personas como él.

Me acerqué ligeramente y tomé suave y delicadamente su mano. - Yo te conozco, pero no logro recordar donde nos hemos visto.
Seguía utilizando mis encantos, tratando de embelesarlo. Me había encaprichado con conseguir esa presa, y no cejaria en mi empeño.
- ¿No te molesta si te invito a tomar un café? Así podremos hablar, y tal vez recordemos donde nos hemos visto.
Deseé fervientemente que se dejara engatusar.

Había algo que le decía que sí la había visto antes, pero por otro lado, su sentido común le decía que era imposible. La recordaría.

"Lo cierto es que me apetece algo fresquito... así que dejaré que me invite a una limonada." respondió sin poder rechazar una invitación como aquella.

Puede que no la conociera y la mujer se hubiera confundido, pero si podía aprovecharse de la situación y sacar algo lo haría.

Me puso muy feliz que accediera, pero me dió la sensacion de que no habia sido por mi causa, si no que algo mas lo llevaba a aceptar mi invitacion. Pero el caso es que habia dicho que si.
- Soy algo nueva en la ciudad y todavia no la conozco en profundidad. Llevame al lugar que tu prefieras. Y no te preocupes por nada. Yo invito.

Asintió y le señaló el puesto de helados al que se dirigía antes de hablar con ella.

"Aquel es un buen sitio, podemos sentarnos y tienen bastantes tipos de cafés, por si a ti te apetece más algo caliente." comento´con una pequeña sonrisa.

Caminó hacia el puesto, asegurándose de que la mujer fuera con él y le separó la silla de una pequeña mesa de la terraza para que tomara asiento. Tras eso, se sentó en una silla frente a ella y esperó a que acudiera el mesero.

De acuerdo. Lo segui, y acepte con gusto la silla que me ofrecia. Al menos era un humano educado. Estaba empezando a dudar si convertirlo en proxima cena. Se me ocurrio que podria tener un regalo mucho mejor que darle.
- Y mientras esperamos que acuda el mesero, ¿por que no me cuentas algo de ti?
Lo que me respondiera seria lo que determinara mi decision.

Se recostó en la silla en una pose despreocupada y miró a la mujer, encogiéndose de hombros.

"Hummmm... me llamo Darius, tengo 17 años y... soy malabarista." respondió riendo ante lo último al pensar en los malabares que había que hacer a veces para conseguir abrir un bolsillo con botón o despasar una cremallera sin que el dueño de estos se enterara. "No sé... no creo que mi vida sea muy interesante." añadió colocándose bien la gorra sobre su cabeza. "¿Y tú?." preguntó.

Mientras sonreia mirando su pose de chico sin preocupaciones, dije:- Algo me dice que no son malabares lo unico que haces. Pero no tiene importancia para mi.
En realidad si la tenía, cada vez me tentaba mas la idea de corromperlo.
- Y contestando a tu pregunta, soy Miyuki, tengo 19 años y vine a visitar a unos parientes a los que no me interesa ver, asi que me la paso fuera desde la mañana a la noche.

Sonrió con picardía ante su primer comentario y escuchó su respuesta.

"¿Sólo 19?. Vaya... pareces más mayor." dijo sonriendo apurado, deseando que la chica no se tomara a mal sus palabras. "Pero si no te interesa verlos... ¿para qué has venido?. ¿Para escaparte de tus padres o algo?." inquirió riendo.

No habia pensado en que decirle a ese humano si indagaba mas en mi supuesta vida, asi que dije lo primero que se me ocurrio:- He tenido que venir a verlos por que de no hacerlo me quedaria en la calle. Es que, veras, soy huerfana, y el tipo que me ha adoptado no le interesa lo que yo quiero hacer o no. Como ya solo le queda el nombre, quiere entrenarme como si fuera un perro, para poder salvarse de la bancarrota. Y estos parientes quieren presentarme a un fulano (que por supuesto esta enterrado en dinero) y arreglar mi matrimonio. Te imaginaras que la idea no me gusta ni un poco...
No sabia como se me habia ocurrido semejante historia, pero esperaba que se la creyera, para poder seguir hablando y descubrir su verdadero potencial.

La miró horrorizado y cerró la boca de golpe, que se le había ido abriendo a medida que escuchaba.

"Que mal... ¿y no puedes librarte de ninguna manera?. Ya eres mayor de edad... yo preferiría quedarme en la calle a tener que casarme con alguien que no he elegido." dijo preocpuado por la chica.

- Muchas veces he pensado en esa posibilidad, pero la verdad me da miedo. He vivido en la calle y no me gustaria volver a vivir esa vida, haciendo cualquier cosa para sobrevivir, incluso... incluso tener que... bueno, estar con hombres por dinero... Pero creo que despues de todo esto no seria muy diferente...
Esperaba que mi actuacion surtiera efecto...

"No tienes por qué prostituirte para poder sobrevivir en la calle. Yo nunca haría eso... prefiero morirme de hambre o suplicar por algo de comida antes que eso..." replicó frunciendo el ceño, asqueado sólo de imaginarse a sí mismo intercambiando sexo por dinero.

- Puede que tu puedas ingeniartelas de una mejor forma, pero cuando eres mujer, nada te mas dinero que ese trabajo.
Me sentí tan a gusto, estaba empezando a ganarme su confianza. Pero ya no tenía claro que quería hacer con ese humano, no acababa por decidirme. Asi que decidí seguir con este juego. Por mas que no resultara nada de ello, por lo menos me habria divertido un rato.

"No creas, hay muy buenas carteristas donde yo vivo. Casi son ellas quienes ganan más dinero con ese método y a ninguna de ellas se les ha ocurrido venderse." contestó muy seguro de lo que decía.

"Por cierto... el mesero no viene..." añadió de repente, mirando con reproche al camarero que parecía no verles.

- Vamonos, se nota que en este lugar no les interesa atendernos.
Me quedé un momento en silencio, para dotar de mayor dramatismo lo que iba a decir.
- Por favor, Darius, ayudame. Ayudame a escaparme, a librarme de este yugo.

Se encogió de hombros y miró por última vez al camarero para ver si acudía a atenderles.

"Pero... bueno, yo no tengo mucho, no sé cómo podría ayudarte." comentó ante la petición de la mujer.

Recordó que estaba en la semana de estudio para Azrael y que tras esos siete días tendría toda una casa para él, tal vez pudiera refugiar allí a Miyuki. Sin embargo no sabría la reacción de Gill ante eso... claro que Gill todavía no sabía que estaba viviendo de vez en cuando con un ángel. Pero no tenía muchas esperanzas en que no lo supiera, pues podría estar vigilándole incluso en aquel instante. Sin embargo no le importaba que lo supiera, no sentía que fuera algo que tuviera que esconderle.

"Tal vez pueda acogerte en una casa que estoy compartiendo. Pero tendríamos que pedir permiso a la chica con la que estoy." comentó pensativo. "Pero es muy simpática, es un ángel, así que seguro que también se presta a ayudarte." añadió sonriendo convencido.

Él no podía saber lo que era Miyuki, pero Azrael lo sentiría en seguida.

- No te preocupes por lo que puedes darme o no. Puedes permitirme ser libre. Eso es mas que suficiente para mi -dejé que mis ojos se inundaran levemente con unas lágrimas, que solo yo sabía, eran falsas. Y cuando dijo que la chica con la que vivía era un ángel, ni se me cruzó por la mente que era en el sentido más literal de la palabra.
No tenía idea de lo que en realidad, me estaba esperando.

"Entonces no te preocupes, Miyuki. Ya verás como en nada se arregla todo. No llores..." dijo tratando de animarla, cogiendo una de las servilletas que había en la mesa y tendiéndosela.

No le gustaba nada ver llorar a nadie. Puede que fuera un ladronzuelo arrabalero, pero no podía evitar hacer lo que estuviera en su mano para evitarle sufrimiento a cualquiera que lo estuviera pasando mal.

"Podemos ir cuando quieras... seguro que mi amiga y su hermano estarán encantados de acogerte." comentó sonriendo.

En realidad no sabía si el hermano de Azrael viviría con ellos, pero bueno, imaginaba que sí.