Luna creciente.

La luna reinaba en lo alto del precipicio, todo estaba en silencio y las nubes rojizas del atardecer se cernían en la perpétua oscuridad para dar paso a la noche eterna.
El viento soplaba lentamente meciendo las hojas de los viejos árboles de antaño que señalaban el principio del hinvierno por las pocas hojas que los revestían.

Y allí, frente el desolador paisaje, entre las lápidas, estaba él.
Griffith. El halcón blanco. Un hombre imponente de cabellera blanca y ojos fríos, un Diablo carente de cualquier 'buen' sentimiento. Un Diablo ambicioso.
Estaba sentado encima de la estátua de un ángel, jugueteando con el cuerpo recién muerto de un humano, acariciando su piel por pasatiempo mientras estaba desnudo.

Me encontraba caminando, sola, pasando entre tumbas con las lapidas ya borrosas, al punto de ser ilegibles. Ultimamente lo unico que podia hacer era caminar, o mas bien deambular por el mundo humano. Estaba tan absorta en mis cavilaciones, que no advertí que la estatua de un angel, que se encontraba en medio de aquel lugubre cementerio. Un angel. esos ultimos tiempos habia tenido tantos encuentros con angeles, que me alegó que este fuera una estatua. Suspiré. Y en un murmullo dije:-Angeles...

Griffith estaba en lo alto de la estatua, divisando el horizonte. Arrojó el cuerpo de aquel hombre desnudo al suelo, sin importarle que se rompiera el cráneo y luego divisó a aquella mujer. Otra infernal sin duda alguna. Posiblemente habría oido el cuerpo inerte chocar contra el suelo y ahora le observaría, pero poco le importaba.
Se quedó recostado en el aquel ángel, sacando un cigarrillo de su bolsillo y empezando a fumar con lentitud, como si nada más le importase.

en ese momento, un cadáver cayó a mis pies, produciendo un sonido sordo. En cuanto levanté la vista, vi a un infernal, que procedía a prenderse un cigarrillo. Emanaba un aura algo extraña.
- Hola- saludé cortésmente, pero aquel dejo de sarcasmo propio de mi voz continuaba alli- veo que no soy la unica que disfruta de la hermosa vista que ofrece el cementerio.

Griffith le miró de reojo y luego suspiró, no le gustaba demasiado socializar aunque mirándolo de otra forma aquella maldita no parecía estar nada mal de cuerpo.
Bajó unos instantes, quedando frente a ella y sonriendo a penas.

-Buenas noches, princesa -dijo con tono galante- ¿Cómo estás? -arrojó el cigarrillo al suelo, con el pelo cayendo sobre sus hombros, la miraada azul cristalina fija en su enfrente- No deberías andar sola, hay tipos muy malos.

vi como aquel infernal bajaba hasta situarse en frente de mi. No pude dejar escapar un detalle: lo primero que hizo fue dirigirme una mirada bastante lasciva. Cuando me habló, caballerosamente, inmediatamente supe que se traia algo entre manos, y que yo era parte esencial de lo que estaba pasando por su mente.
- Gracias por lo de princesa. Solo estaba paseando, y como no le tengo miedo a los tipos malos que anden rondando...-dije dejando la frase en el aire.

Griffith suspiró unos instantes y tras ello sacó otro cigarrillo. Simplemente fumaba por hacer algo, estaba aburrido. Miró a la mujer de arriba a abajo de forma provocadora, no le importaba nada que ella viera sus intenciones.

-Ahá, ya veo. Aún así no creo que tengas más fuerza que un hombre -musitó guiñándole un poco y apartándose unos metros de ella, levantando la mriada para centrarse en la luna llena que reinaba en aquel paisaje- ¿Cómo te llamas, princesa? Estar en un cementerio, ah... ¿Buscas algún hombre?

Me miró otra vez, esta ocasion desde los pies hasta la cabeza. Era una mirada rebosante de lascivia. Cuando se centró en la luna y me habló, noté a donde quería llegar, pero no se lo pondría tan facil. Decidí pasar por alto su ultima pregunta.
- Me llamo Miyuki. Y podrías constatar tu mismo si tengo o no mas fuerza que un hombre-dije arqueando una ceja.

Griffith detiene sus palabras unos instantes y sonríe, poniendo dos manos delante mismo y negando.

-No por favor, respeto a las damas, no me gusta pelearme con ellas. Además, tenéis mal genio -comentó con un tono algo más simpático, recostándose en una estátua mientras seguía observándola, sobretodo por la parte de la cintura y pechos. Le importaba bastante poco que ella se diera cuenta. Volvió a subir hasta sus ojos- Un placer conocerla, princesa -dijo con sarna- Yo soy Griffith.

- Pues es un placer conocerte, Griffith.
En esos momentos estaba en un dilema. era obvio que aquel infernal queria algo mas que una conversacion, y el menor vislumbre de aceptacion de mi parte, seria el desencadenante.
Por un lado, queria guardarme para Lucifer, queria reservarle ese honor. Pero por otro lado la tentacion era mucha. Habia resistido tanto tiempo, que ya no recordaba en cuantas ocasiones habia estado en esta misma situacion. Pero no habia indicios de que Lucifer fuera a fijarse en mi, o en cualquier otra persona. Solo tenia ojos para otras cuestiones, muy alejadas de mis desvarios, digamos, amorosos, a falta de una palabra mejor. Como siempre, decidí prolongar la situacion lo mas posible, con la esperanza de que la solucion llegara sola.
- Y por que no me cuentas algo de ti...

Le observó unos instantes nuevamente y luego arqueó una ceja.

-Ah... Pues no sé qué quieres que te cuente -dijo despreocupado, guardando sus manos en los bolsillos- Soy un Diablo milenario aburrido que se dedica a seducir y matar humanos por puro entretenimiento para luego violar sus cuerpos rígidos -dijo como si nada, tampoco esperaba que eso sorprendiera a la mujer- Me gusta la literatura, la lluvia y el sexo con todo tipo de seres -dijo mirándola nuevamente- Y en fin... -volvió a mirar la luna.

Por extraño que pareciera cunado el astro estaba completo en el cielo, redondo, Griffith se sentía diferente. Se sentía como un auténtico incubo. Como si fuera su día de 'celo' al mes.
Sonrió unos instantes, estirando su cuerpo con una sonrisa en su angelical rostro, casi era imposible decir que era un infernal.

-Princesa ¿le apetece hacer algo?

Observe como se estiraba deliciosamente.
- Eres muy interesante. Ahora dejame contarte algo de mi, y luego me dices que es lo que tu quieres. Soy un demonio, el del hielo y la nieve para ser mas exactos. Me alimento de las almas de jovenes humanos, y me gusta hacer ventiscas y tormentas de nieves. Nunca he tenido sexo en toda mi larga vida. Digamos que estaba esperando a cierta persona, pero la atencion que espero no llega. Convenceme de que te otorgue mi bien mas preciado y lo tienes.
Habia soltado toda esa larga perorata sin pensar. Pero despues de pensarlo mejor, tal vez ese era mi verdadero deseo. Y despues de todo este diablo no estaba mal.

Le observó entonces tras escuchar todo aquello y sonrió. ¿De verdad la mujer le estaba dando la posibilidad? Hasta ahora sólo estaba jugando, como si nada, no creía poder obtener a ningun ser 'infernal' al menos por aquella noche.

Se cruzó de brazos y tras ello miró nuevamente el torso de la muchacha, de verdad, era atrayente, aunque todos los seres del infierno lo eran.

-Pues no lo sé. No tengo nada que otro hombre no tenga. Simplemente estoy en este lugar y ahora, si quieres aprovecharlo suelo tener bastante consideración con mis criaturas en la cama así que todo lo que hago es sólo para llevar al placer más grande que hayas podido sentir nunca.

Su camisa negra se apretaba sl cuerpo y los ojos azules incluso brillaban.

-No tengo que convencerte. Lo que ves es lo que soy... más o menos -se convirtió entonces en diablo -foto perfil- Aunque también soy esto, como más guste.

Tanto su apariencia humana como la demoníaca eran realmente sensuales.

Decidi mandar todo al demonio... Me acerqué a el. Tenia miedo, y aquello me resultaba muy incómodo. No sabia como actuar, ni que hacer, ni que decir. Me recosté en su pecho. Estaba cálido, y no se por que, en vez de resultarme molesto, me reconfortó.
- Solo pido una cosa. Tratame con cuidado. Aunque sea finje que para ti soy algo mas que el objeto sexual de turno.
Sin darme cuenta, unas lagrimas se resbalaron por mis mejillas. No pensé que llorar me haría sentir tan estúpida.

Griffith no tuvo en cuenta aquellas lágrimas, le eran indiferentes. La tomó de la mandíbula y con el pulgar las quitó de su rostro, con una pequeña sonrisa.

-Claro, princesa -musitó pasando sus labios calientes por sus labios, rozándolos a penas- Hay un lugar de aquí que está bien -le toma de la mano y le arrastra lentamente hacia una casa, posiblemente del hombre que guarda el cementerio, aunque esa noche no está -la abre de una patada como si nada y luego recuesta a la muchacha en la cama amplia, subiéndose él de rodillas.

-Vamos a ver... -como haría cualquier hombre fue directamente a sus pechos, palpando con su mano fina, acariciándolos por debajo de la ropa mientras la observaba- ¿Asustada?

- ¿Acaso estas burlandote de mi?- dije mientras temblaba- para ti esto sera el pan de cada dia, pero no es mi caso.
Podia sentir esas manos recorriendo mi cuerpo. Nunca me habia gustado el contacto fisico, pero lentamente me estaba acostumbrando. Mi cuerpo reaccionaba ante esas caricias, y me hacian estremecer.
Sabia que terminaria arrepintiendome de aquello, pero por lo menos sabia que era muy dificil que volviera a encontrarmelo, por tanto seria mas facil olvidar esto.

Levantó lentamente su ropa y luego deslizó la lengua por uno de sus pezones, acariciando mientras su cabello lentamente.

-Tranquilizate ¿quieres? Ya he dicho que voy a ser amable contigo -musitó pasando los dedos por su mejilla y luego introduciendo la mano en sus pantalones/falda pasando por la ropa interior y tocando a penas su entrepierna, lentamente, sin meter los dedos, tan sólo rozando- ¿No se siente bien?

Me sentía inundada de sensaciones tan dispares, que pense que iba a reventar. Sentía calor, pero en vez de molestarme, me gustaba.
- Si, se siente bien. En ese momento, me dí cuenta de que todo lo que sentía, me estaba haciendo entrar en una especie de trance. Estaba hecha una posesa. Lo tomé de la nuca, y acerqué su cuerpo al mio. Hinqué mis uñas en su piel, mientras lo besé con pasión
- Creo que le empiezo a tomar el gusto a esto.

Le observó unos instantes y luego sonrió, dejándose arañar por la chica, a él no le importaba en absoluto. Le separó más las piernas y en cuestión de un par de minutos la dejó completamente desnuda.
Tras ello él se levantó, haciendo lo mismo, mostrando su cuerpo fino y perfecto, por decirlo de alguna forma.

-Pocos cuerpos verás mejores que el mío -comentó mientras se arrodillaba en la cama, él aún no estaba excitado así que su miembro permanecía flácido- Abrete de piernas -dijo colocándose enonces entre ellas y atreviéndose a colocar la lengua en su intimidad, lamiendo despreocupadamente, recorriendo el clítoris con maestria.

Cuando se mostro ante mi, en su perfecta desnudez, me sonroje aun mas que antes. Yo como una ilusa habia pensado que era imposible.
Al sentir lo que estaba haciendo, no pude reprimir un pequeño gemido, que sin embargo, murio en mi garganta. Ahora entendia por que algunos humanos (y algunos demonios tambien) se hacian adictos a esto. Me resultaba muy placentero y relajante. Cerré los ojos, y dejé que las sensaciones que se agolpaban en mi, me inundaran.

Griffith introdujo su lengua en el pequeño orificio, no tenía reparos en efectuar el sexo oral a una mujer ni tan siquiera a un hombre, sabía que después de eso quien iba a disfrutar era él.
Sus manos recorrían el cuerpo de la mujer lentamente, acariciando sus pechos y su cintura, separándose de su entrepierna y mirándolea a los ojos unos instantes.

-Veo que te gusta... -dijo él, apartándose unos instantes- Sin embargo sabrás que si esto no se pone duro... no podremos hacer mucho...

Un rubor muy vivo coloreaba mis mejillas. Sentía tanto calor que me sofocaba, pero extrañamente, en vez de debilitarme y producirme sopor, inflamaba mis sentidos y acentuaba las sensaciones de mi cuerpo. Cada roce de sus manos me hacia temblar de placer. Era notorio que Griffith tenia mucha practica en este campo. Cuando se apartó, y me mostró su miembro, aun flaccido, comprendi lo que pretendia que hiciera. Pero otra vez no dejaria que lo tuviera tan facil. Lo abracé, y mordiendole levemente la oreja, le susurré al oido:- ¿Que tienes en mente?

Griffith sonrió y acarició el cabello de la chica.

-¿Te gusta hacerme hablar? -cuestionó sabiendo que sólo buscaba más diversión- Si quieres pasarlo bien conmigo sabes perfectamente qué hacer -tomó una de sus manos y la acarició, llevándola entonces a su entrepierna, haciendo que la acariciara con lentitud- Seré un Diablo, pero también necesito mis atenciones -dijo un tanto burlón, besando el cuello de la muchacha y volviendo a acariciar uno de sus pechos- No es difícil, incluso te dejo que lo hagas sólo con la mano, sin la boca -comentó mirándola a los ojos y tras ello moviendo su propia mano para ir moviendo la ajena, de arriba a abajo- Ya sabes qué hacer -comentó recostándose en la cama y mirándole desde allí, sonriendo- Todo tuyo, princesa-

-Pues si-dije-, me gusta hacer hablar a la gente. Como no se leer mentes es la unica manera en la que puedo conocer a los demas. Esbozé unasonrisa algo traviesa
Hice lo que me pedia, y aunque no sabia si lo estaba haciendo bien, por lo menos me esmeré. Pero aun asi, no me pareció suficiente, y presa de los nervios, me armé de valor, y empecé a estimularlo de la misma manera en que el lo habia hecho conmigo unos momentos antes, mientras lo acariciaba suavemente.

Levantó una mano y le acarició los cabellos lentamente mientras la mujer felaba su sexo, moviendo un poco sus caderas y presionando un poco la nuca, haciendo que profundizara en aquello.
Tras unos instantes le miró y le apartó poco a poco, besándole los labios.

-Vale, está bien... -tomó su propio sexo, masturbándose como si nada, dejándola a un lado para que le observaba, no tenía ningún pudor- Mmmm... -arqueó su cuerpo, remarcando sus costillas, sonriendo al ver a la chica observándole- Bien... Ya está bien... -dijo introduciendo dos dedos por primera vez en el interior de la fémina, removiéndolos- ¿Qué sientes?..