Luna creciente.

Introdujo su miembro en su vagina que estaba mucho más acostumbrada y fue empujando a un ritmo rápido mientras ambos jadeaban y se retorcían de placer.
Entrecerró la mirada y tras ello fue llegando al fondo de lo que podía aceptar la fémina, besándola apasionadamente..


-MMmmmm.. Me encanta!! ... cuando estes a punto de correrte dímelo, lo haremos... ufff... juntos

Estaba en la cima del placer, ya no podría soportarlo mucho más. Me encontraba totalmente absorbida por las sensaciones que se agolpaban en mi cuerpo. Tomé aire a conciencia, procurando que mi respiracion fuera lo suficientemente regular como para que fuera posible entenderme.
-Ya no me falta, Griffith.

Griffith la atrapó bien de las caderas y siguió penetrándola con cierta rudeza, mordiendo su cuello para terminar eyaculando en su interior por segunda vez, deslizándose inmediatamente el semen por su miembro que seguía moviéndose duro buscando la paz.

-Mmmmm!!! -apretó los labios, dando lo mejor de si para hacer llegar al climax a la fémina aún después de él haber llegado, con los espasmos en su cuerpo.

Sentí como llegaba al climax, sintiendo como los movimientos de Griffith me hacían estremecer. Gemí, sin importarme que mis gemidos se oyeran o no. Y aunque hubiera querido, no podría ahogarlos en mi garganta. Salían solos, como el torrente de un rio.
Clavé mis uñas en el cuello de Griffith, sin molestarme en pensar si le estaba haciendo daño, mientras lo atraía hacia mí, para besarlo con furia y desesperación. Mi respiración se había vuelto un conjunto confuso e irregular de jadeos que no podía controlar. Hundí mis manos en su cabello, sintiendo la suavidad y la textura sedosa de cada hebra.

Griffith la abrazó mientras terminaba de mover sus caderas, pegándose a las ajenas y quedándose quieto terminando de eyacular en su interior, besándole lentamente los labios y acariciándole la cintura.

-Mmmm... ¿Estás bien? -preguntó saliendo de su interior con suavidad, recostándose a su lado y respirando de forma agitado, palpando los puntos de su abdomen que parecían abrirse aunque no fuera así- Mmmmm... Duele un poco -comentó estirándose y sonriendo.

Mi respiración lentamente se acompasó. Estaba sumamente relajada. Me estiré lentamente en al cama desperezándome. Me puse de lado, y miré el abdomen de Griffith, fijando mi mirada en los puntos.
-Me sorprende que no se hayan abierto. Después de semejante ejercicio...
Mi voz sonaba suave, aterciopelada, como el ronroneo de un gato.

Sonrió unos instantes y le besó la frente para luego acurrucarla contra su cuerpo.

-Calla, no rompas este momento... -comentó con una ligera sonrisa mientras le miraba a los ojos- Duerme, iré a darme una ducha o algo, supongo que podré yo solo -comentó sentándose en la cama, dejando ver su espalda desnuda donde su cintura se estrechaba de forma exagerada haciendo incluso curva- Mmmm... -se apoyó en la pared, levantándose poco a poco.

Vi como lentamente se levantaba. Yo todavía no tenía animos de levantarme, así que me hice un ovillo e intenté dormir. Pero la falta de actividad fisica, traia el aumento de actividad en mi cabeza. Esta vez sí que no pude controlar mis pensamientos. No podía dejar de pensar en lo que haría a continuación. Había decidido dejar que las cosas pasen, sin esperar nada en especial, pero sabía que no lo podría hacer. Quería la compañía de Griffith. Para mí, era como un oasis en medio del desierto, era como ver el sol después de años de oscuridad. Pero tenía miedo. No podría soportar su rechazo, su desdén. Sabía que también, había una remota posibilidad de que sus cambios de personalidad estuvieran a mi favor, y quisiera permanecer conmigo, pero no podía confiar en ello. Esperaba el otro tipo de reacción de su parte, tal vez por que también yo reaccionaría asi conmigo misma. ¿Y si mi incertidumbre fuera por algo mas que solo querer su compañía? ¿Y si en realidad añorara algo más de el, algo que yo sabía con certeza, jamas me daría? Si, lo quería, lo quería a él, sólo para mí, sabiendo que jamás sería mio. Le deseaba, quería poseerlo, que me perteneciera. Pero era una estupidez querer poseer a Griffith, tan incorpóreo, tan étereo como el mismisimo aire. No podía atrapar el aire con las manos.

Griffith fue andando lentamente hacia la ducha apoyándose en la pared por el cansancio y cuando llegó al baño se recostó en la pared, mirando el suelo, respirando algo agitado.
Sus manos surcaron su propio torso y luego entrecerró la mirada, cogiendo los puntos y quitándoselos con lentitud.

"¿Cuándo me volví tan débil...? Él... él es el único que irrumpe en esta negra oscuridad, como un rayo surgiendo en mi interior con gran intensidad... Viene una vez y otra, asediándome como un ola de monstruos.

Odio, amistad, envidia, humillación, vacío, afecto... angustia... Todo ello se transforma en una vorágine colosal y se convierte en una cuña donde mantener una conciencia que parece estar pegándose...
Él fue la causa de mi encierro en esta oscuridad. Y ahora él es el único que me mantiene en vida.

¿Cuándo sucedió? ¿Cuándo me atenazó con esta intensidad si estaba convencido de que él me pertenecía? Pero ahora él... brilla tanto en mi interior que hasta me duelen los ojos"

Encendió el agua caliente con la herida en su estomago sangrando a penas puesto que ya estaba en parte cerrada y suspiró, mirando hacia otra parte.

Mientras escuchaba el relajante sonido del agua caer, pensé que no podía ser más desdichada que ahora. Lo único que llenaba mi existencia, era alguien que jamas me pertenecería. O quizás ya pertenecía a alguien más, después de todo apenas sabía algo de él. Pero me dije a mi misma que no, que el era libre, como el viento. El era dueño de si mismo.
Me dieron ganas de golpearme. Era lo suficientemente estupida como para haber dejado que las cosas llegara a ese punto. Era tan estúpida como para sentir, para tener esa absurda necesidad de su presencia, para codiciarlo, para querer tenerlo solo para mi.

Salió de la bañera tras lavarse el pelo y el cuerpo y tras ello fue hasta un lado del baño, cogiendo una toalla y secando su cuerpo, con cuidado de su herida algo abierta en el abdomen.
No esperó mucho y fue hasta la cama, recostándose, pensando que Miyuki estbaa durmiendo. Estiró su cuerpo desnudo y tras ello cerró los ojos, relajándose, sin dormir.

Su cabeza parecía ser taladreada con insistencia por el dolor y pensamientos.

-...

Sentí como la cama se hundía levemente bajo el peso de Griffith. Se había recostado a mi lado. Esperé un rato. Pensé que se habría dormido, y me di vuelta, muy suavemente procurando no despertarlo. Me encantaba observarlo mientras dormía. Me pregunté que fijación morbosa tendría. Tal vez como el había sugerido, era una masoquista, y me gustaba sufrir. Lo ví, tan relajado. Parecía una estatua consagrada a Adonis, y un suspiro se escapó mis labios. Era tanta belleza la que había en su rostro, tan apacible mientras dormía, que me pregunté si no sería esa la causa de mi locura.

Al sentir el suspiró de la chica permaneció quieto, con su cuerpo desnudo y descubierto recostado despreocupado, como si fuera un cadaver, con la respiración lenta y el rostro impoluto, marcándose alguna de sus costillas bajo la fina piel.
Tomó aire unos instantes y luego decidió relajarse lo máximo posible, necesitaba dormir.

Cuando ya no pude sostener la mirada sobre la perfeccion de su cuerpo, volví a darme vuelta. Sabía que lo mejor sería irme, para jamás volver, pero no podía. Si había una posibilidad, por remota que fuera, de que el fuera mio, debia aprovecharla. Y si las cosas no salían de ese modo, tal vez era mejor que me destrozara, que hiciera pedazos mi ser, para que me fuera más fácil volver a ser el trozo de hielo que era antes de conocerle. Y con esta resolución decidí quedarme, hasta que despertara. Luego, hablaría con el. Era lo unico que se me ocurria, lo unico que me dejaba satisfecha por el moemnto. Solo lo suficiente como para cerrar los ojos, y dormir.

Griffith se posicionó de lado y luego le acarició lentamente el brazo, sabiendo que estaba despierta. Le besó éste mismo a penas y la abrazó, pegándose a su cuerpo, dejando su caderas perfectamente encajasdas con la curva de su trasero.

-Mmmm.. ¿No tienes sueño ? -preguntó pasando la lengua por su cuello- Descansa, seguro que estás agotada, pequeña...

[perdon, inspiracion 0]

[Ya es costumbre : P]

Se había dado cuenta de que no estaba dormida, ni pronta a hacerlo. Entonces se me ocurrió. Sería la cosa más estúpida que hubiera hecho, pero ya no importaba. Quería sacarme el peso de encima. Me dí vuelta lentamente, y lo rodeé con mis brazos. Hundí mi cara en el hueco de su cuello, y lo recorrí suavemente con mis labios, hasta llegar al lóbulo de su oreja.
-No tengo sueño- hice una pausa, y suspiré. Tomé aire en un intento por tranquilizarme.
-Hay algo que quiero preguntarte- susurré.

Griffith pasó una mano por sus largos cabellos, besándole el pelo lentamente y luego pasando el dorso de la mano por la mejilla, mimándola. Ante las palabras de la fémina se la quedó mirando y sonrió, acurrucándola contra su propio cuerpo con los ojos fijos en la ventana, observando el paisaje donde empezaba a llover.

-Ahá. Dime.

Mi corazón empezó a latir desbocado, como si quisiera agotar ahora su vida útil. Podía sentir cada latido sonando en mis oídos. Y me preparé para el rechazo, para que mi corazón se aletargara en una silenciosa frialdad. Volví a hundir mi cara en su cuello, sintiendo el calor de su piel, la suavidad de sus cabellos.
-Griffith, yo te necesito. Te deseo, quiero poseerte, que me pertenezcas a mi, y a nadie más. Y quiero saber que soy para tí. Que significo en tu vida.

Griffith suspiró y le miró unos instantes, sin saber qué decir ante aquello. No la separó de su cuerpo, ni la miró, se quedó mirando por la ventana y luego le continuó acariciando el pelo.

-No pertenezco a nadie -murmuró deteniéndose en sus caricias- No puedo amar a nadie. Mi corazón no está hecho para ello. Renuncié a mi vida y a mis sentimientos para poder obtener mi sueño, un sueño que aún hoy lucho por él... Me está prohibido sentir algo más lejos que afecto por alguien, no puedo amar ni desear

Besé su cuello. Podía saborear el fino contorno de su cuerpo.
-Yo tampoco puedo enamorarme. No quiero tu amor. Te quiero a tí. No es más que un mero deseo egoísta. Pero quiero satisfacer a ese deseo. Y no he pasado por alto que no contestaste a mi pregunta. No te creo. Da igual que te lo prohiban, no pueden controlar si sientes o no.

Griffith sonrió a penas y luego le miró a los ojos, encogiéndose de hombros.

-Lo siento, Miyuki. Te lo dije ayer. No soy de ese tipo de seres ni tampoco de sentir. Eres una buena chica y te agradezco que me hayas ayudado tanto, aún así... No puedo aceptar tus deseos. Sólo quédate el tiempo que necesites conmigo, no importa cuanto, como si fuera tu casa, pero jugar a algo que no lleva a ningún lugar no merece la pena -murmuró- Hay muchos infernales por aquó

No esperaba nada de él, sin embargo me dolió, aunque no tanto como me había imaginado. No quería seguir estando sola, y en él había encontrado compañía, una persona con la que me agradara estar. Pero tenía razón. Todo esto no conducía a ningún lado, y yo lo sabía desde un principio. Esa perspectiva me tranquilizó. Me hizo ver todo con otros ojos.
-Gracias por ser sincero conmigo. Tranquilamente podrías haber jugado conmigo hasta hartarte, y no lo hiciste. La pasé muy bien estando contigo. Tal vez nos volvamos a ver en alguna ocasión.- Lo abracé fuertemente, y me reí- Sabes, creo que después de ti, los hombres me van a parecer sosos y aburridos.

Griffith la acomodó mejor a su lado y sonrió.

-Soy especial. Siempre lo he sido. Desde que nací como humano hasta que morí como tal para renacer en diablo -murmuró pasando un par de dedos por su cintura desnuda- Tú eres una buena amiga -murmuró besando su frente y luego tapando ambos cuerpos con una manta- Venga, duerme de una vez, estás cansada y yo también lo estoy, a parte de que me duele bastante el abdomen -comentó con una ligera sonrisa- Buenas noches, Miyuki.

Sonreí. Me incorporé para posar mis labios sobre los suyos.
-Gracias. Tu también eres un buen amigo. Perdoname por ser tan necia. Pero siempre tengo que complicarme la vida, y tu estabas cerca- dije con un mohín, sonriendo-. Pero es que se esta tan bien a tu lado. Me gustaría poder detener el tiempo y quedarme para siempre así.-Puse los ojos en blanco- Oh, soy imposible. Lo estoy haciendo de nuevo- Me reí.- Me sorprende no que hayas salido huyendo en cuanto te planteé semejante estupidez.

Griffith suspiró y pasó una mano por su cabello, muy lentamente, acariciando su rostro con un par de dedos y luego sonriendo.

-Estoy acostumbrado -confesó como si nada, pasando a besar su frente y apretarla un poco entre sus brazos- Pero deja de hablar o yo mismo te haré callar. Descansa de una vez, es hora.

Le dio un suave golpe en las nalgas y luego echó a reír, separándose unos centímetros de ella.

-Descansa.