Luna creciente.

Griffith le miró unos instantes y luego suspiró, arqueando su cuerpo por el intenso dolor y la sangre brotar de algunas heridas que aún estaban por cerrar.

-No puedo, Miyuki... -musitó con una pequeña sonrisa- Me duele todo demasiado... -tosió entonces y luego cerró los ojos- Dios, esto duele demasiado... -la herida del abdomen sangraba con abundancia, con un gran agujero en el abdomen- Tengo mucho sueño... -dijo con la voz un tanto entrecortado- Ugh...

-De acuerdo.
La verdad estaba en un estado bastante lastimero, así refrené mi curiosidad, que me hubiera hecho acribillarle a preguntas. Eso podía esperar.
-Dime que puedo hacer para que estés mejor-dije frunciendo el ceño, preocupada.

Griffith estiró el brazo y le tomó de la mano, su temperatura era muy baja.

-No... Está bien... -musitó mirándole a los ojos- Sólo... Gracias por estar a mi lado... Has sido mi primer amiga... -sonrió y luego volvió a cerrar sus ojos cristalinos y azules y luego mordiéndose el labio inferior- Uf... No aguantaré mucho más, estoy demasiado cansado y cada vez siento menos el dolor...

Miré su rostro. Estaba lívido, y el sudor le perlaba la frente. Estaba muy pálido, tanto, que su piel parecía cera.
-Has perdido demasiada sangre, por eso estás tan débil.
Yo no tenía idea de si existía algún método por el cual un diablo podría recuperar cantidad de sangre.
-Dime, ¿hay alguna manera de que recuperes la sangre que perdiste?

Griffith no contestó, sólo su respiración disminuyó lentamente y sonrió de nuevo por las palabras de Miyuki, acomodándose mejor y luego tosiendo de nuevo.

-Calla y siéntate, no te preocupes por nada... -murmuró dejando su mano quieta puesto que a penas podía hablar- Al menos déjame morirme en paz... no te pongas a gritarme... ni nada.. .así.. por favor...

Eso era el colmo. Aún al borde de la muerte, no dejaba de ser tan encantadoramente grosero.
Pero tenía que hacer algo, y rápido, de lo contrario moriría. Entonces tuve una idea. No sabía si funcionaría, pero no perdía nada intentándolo. Mientras él de a poco se quedaba quieto, demasiado quieto, posé mis labios sobre los suyos, rozándolos apenas. Y entonces hice lo mismo que hacía con mis víctimas, pero a la inversa. En lugar de privarle de la energía, de la fuente misma de la vida, le daba la mía.

Griffith sintió cómo todos sus músculos se contraían y luego entreabrió los ojos, encontrándose con el rostro de Miyuki frente a frente. Se dejó besar de forma pasiva y tras ello le tomó por el hombro con algo más de fuerza para que le cediera más de aquella energia, encontrándose cada vez mejor.
Cuando ambos se separaron respiró agitadamente, tosiendo.

-¿Qué.. qué es eso?

Me sentía muy débil después de semejante esfuerzo, pero dentro de todo estaba bien alimentada, por lo que supe que sólo me sentiría cansada. Tal vez luego de una buena comida me recuperara.
-Pues, de repente tuve una idea, y te acabo de pasar parte de mi energía. Fué lo único que se me ocurrió. ¿Estás mejor?
Aquella pregunta fué mera cortesía, puesto que ya en el rostro se notaba su mejoría.

Griffith tragó aire de forma profunda y asintió con el rostro mientras le miraba fijamente y se relamía los labios, tomando el cuerpo de la muchacha por la cintura y abrazándole de forma un tanto suave mientras le besaba el pelo.

-Tozuda. Te dije que me dejaras... ¿no? Recuérdame que cuando me encuentre mejor debo castigarte -le acarició la mejilla, recostándose de nuevo en la cama y sonriendo- Por cierto... ¿no ibas a irte?

Me sonrojé.
-Y me fuí, pero luego volví. No me lo recuerdes, todavía tengo ganas de patearme por haber vuelto. Y para colmo, te salvo la vida (otra vez, para variar), y me dices que me vas a castigar. Debes de tener razón, y yo soy una masoquista reprimida.
Acaricié su pelo, y hundí mi cabeza en él.
-Me alegro que estés bien.

Griffith le acarició la mejilla con suavidad y luego le besó la frente, pasando la mano entonces por su cintura y reposando encima de la cama.

-Sí, bueno... Gracias de todos modos -musitó mirándole dijamente y luego atrapando los labios ajenos con los propios- Eres una dulzura de mujer cuando quieres, también cruel si lo deseas

Pasó una mano por su propio abdomen y se recostó mejor.

-Necesito dormir pero aquí no estamos seguros...

-Pues si, soy un tantito bipolar de vez en cuando.
Lo miré con detenimiento. El color le había vuelto a la cara, y salvo por las heridas que se extendían por su cuerpo escultural, era el Griffith de siempre.
-¿Y a dónde quieres ir a esconderte? Estoy bastante débil, pero creo que puedo cargarte.

Griffith le mirço y luego sonrió, poniéndose de pie con lentitud y cierto dolor.

-Creo que tendré que cargar yo contigo -dijo con una apacible sonrisa, pasando un par de dedos por su mejilla y luego abrazándola cuidadosamente mientras le besaba la frente- No se me ocurre ningún lugar... ¿Dónde vivías antes de encontrarnos en el cementerio? -cuestionó estirnado un poco sus músculos.

-Bueno, después decidiremos quién carga a quien- dije mientras me reía con sorna.
Medité por unos instantes, pensando donde podríamos escondernos, y entonces recordé la casucha donde solía descansar un rato luego de cazar. Hacía tanto tiempo que no iba, que se me antojaba una eternidad.
-Tengo un escondrijo en el bosque. No califica para ser una casa, pero no está mal para pasar el rato. Si quieres podemos ir allí.

Griffith suspiró y se apoyó en la pared, levantándose un poco y luego mirando a la muchacha para darle un sutil beso en la nariz.

-Claro, vamos -musitó cogiéndola en brazos con agilidad y cargándola- Eres peso pluma, pequeña -la miró a los ojos fijamente durante unos segundos, en realidad estaba agradecido de lo que había hecho la fémina por él, pero no se le daba demasiado bien decir aquel tipo de cosas, contestando a un halago- Te debo una -susurró con una ligera sonrisa- Vamos, guíamos.

Me dió la sensación de que las palabras que me había dedicado Griffith, se aplicaban más a él mismo que a mí. Él, más que nadie, podía ser dulce y cruel. Incluso a veces, al mismo tiempo. Noté que le ponía algo incómodo decir alguna cosa que se pareciera minimamente a un agradecimiento, por eso me hizo muy feliz que dijera que me debía una. aún así, no pude contener mis ganas de ser un poquito desagradable. Le sonreí, y alzando las cejas un poco, compuse una expresión de picardía.
-En realidad, son dos, pero, como técnicamente fueron en el mismo día, digamos que fué una. Ahora, vamos, Dirigete al bosque, luego yo te guiaré.

[https://angelsanddemons.foroes.org/bosque-f25/el-escondrijo-t192.htm#4783]