Esperando

En sus paseos Gill terminó su recorrido de nuevo en el tronco caído, al lado contrario al que había estado sentado junto a Azrael y la escuchó con suavidad.

-Nunca sabes a lo que estás dispuesto a hacer hasta que te ocurre. Incluso para un inmortal la vida da muchos giros inesperados, ¿sabes?-comentó mirándola mientras seguía caminando con suavidad tras ella.

-Ya todos sabemos que los seres infernales surgimos de los celestiales. Incluso el propio Lucifer sabe que Dios existe, anuque trate de convencer a sus condenados de lo contrario. Mientras exista tu dios, el mío seguirá en pie, porque Lucifer es el reverso oscuro de Dios- respiró con suavidad y después de que le diera el aire un rato se volvió a sentar en el tronco, al lado de la chica mirando al lado contrario-. Por eso esa gran batalla final nunca llegará.

Tenia demasiados tonterías en la cabeza, pensamientos que no llevarían a ningún sitio y que solo servirían para atormentarme, la traición...bueno yo ya era una traidora por haber intimado con un infernal.....incluso le bese....., mi cabeza era un hervidero de dudas.

-La batalla final-dije en un tono entre cansado y apesadumbrado-para muchos cada uno de los enfrentamientos es una batalla final, por que no regresaran de ella....

Deje caer mi cuerpo sobre el cuerpo del demonio, apoyandome en el y pensando en cada una de sus palabras, sabiendo que tenia razón, que en un inmortal el tiempo puede generar grandes cambios....el que se había operado en mi vida y mi comportamiento era Gillthanas así que sabia a que se refreía.

-Gill-pronuncie su nombre sin mirarle-quisiera olvidarme de todo por una vez...ojala hubiera una manera de dejar mi mente en blanco aun que fuera por un día-suspire.

Gill giró un poco la cabeza hacia ella y sonrió devolviendo la vista al frente. Él no tenía preocupaciones, no sabía lo que era el estrés ni los problemas. No existían para él porque su mente y su cuerpo jamás encontraban trabas.

-No puedes-le contestó con suavidad. Alargó una mano a una de sus alas y acarició las plumas, notándolas aterciopeladas y volátiles, sonriendo ante aquel contacto demasiado agradable para un demonio acostumbrado al fuego y a lo encrespado-. Es vuestro cepo como ángeles, y seguiréis llevándolo atrapado en vosotros hasta que os separéis de la luz.

Me encantaba notar su mano acariciando mis alas, era una sensacion agradable que me hacia estremecer con un placer extraño, como siempre las llevaba ocultas nunca nadie me las tocaba, así que aquello era algo muy especial para mi.

-Tal vez tengas razón-le mire a los ojos, mientras disfrutaba de aquel roce-aun que después de todo solo soy una niña, si me tomo todos los pequeños problemas igual-suspire-mal me ira cuando tena un cargo, me arrancare el pelo por el estres-reí y refregué mi cabezita como un gato en su hombro-me gusta que me toques las alas-sonreí timidamente-eres al único al que dejo que lo haga, es muy agradable.

-Siempre quise arrancárselas a algún ángel-comentó con tono bromista mientras repasaba las finas plumas tivias con los dedos-. Creo que lo pospondré por el momento.

Tomó aire con suavidad, pero profundamente, llenando sus pulmones un momento y retener el aire un instante, antes de soltarlo con suavidad mientras pensaba en silencio y sonreía de forma imperceptible casi pro sus propios pensamientos que iban y venían.

-Azrael...-comenzó a decir afilando la vista sobre el tronco de uno de los árboles-. Creo que ya lo has echado todo a perder-comentó sonriendo de medio lado sin dejar de acariciarle las plumas-. ¿Te gustaría pasar otra noche conmigo?

Me hizo gracia aquel comentario, no era la primera vez que me lo decía, pero prefería tomármelo como una broma por que si no me dolería solo de pensarlo.

-Si...-había contestado sin tan siquiera pensar lo que decía-esto yo.......-me puse tensa y las plumas de mis alas se erizaron al pensar a que había aceptado-no me malinterpretes-me puse colorada como un tomate-es que dormí muy bien contigo aquella vez y.....-trague saliva nerviosa.

Por mi mente pasaron imagenes de cosas que me había imaginado cuando estaba sola en mi habitación, cosas que me aseguraba nunca pasarían, pues el nunca...pero le había dado mi primer beso y el me había correspondido con otro y ahora...¿ahora que?.

Gill le miró alzando ambas cejas y parpadeó.

-¿Malinterpretarte?-preguntó levantándose, tomando aquel sí y ninguna palabra más como la respuesta definitiva. La rodeó caminando con suavidad y se puso frente a ella-. En ese caso vámonos ya. Tengo una cueva muy acogedora por aquí cerca-comentó con suavidad, sonriéndole y tendiéndole una mano para que aceptara dejarse guiar. Como un juego extraño y cruel, Gill podía notar como sutilmente podía llevarla a su propio terreno sin demasiada complicación.

Sacudí mi cabeza eliminando todos aquellos pensamientos absurdos y extraños.

Acepte su mano y me incorpore del tronco sacudiendo mis ropas con a mano, me coloque bien el pelo y tape mis alas con la capa para caminar tranquilamente junto a el.

-Vamos-dije cogiendo con confianza su mano.

Me picaba la curiosidad de como seria aquella cueva acogedora de la que me hablaba y sobre todo de que pasaría al llegar allí....

El demonio se la llevó a través del bosque, alejándose de aquel acantilado cada vez más. La montaña que crecía allí estaba cubierta de arboledas y piedras. La abertura a una cueva se escondía tras aquella naturaleza, como abrazada y amparada por el verde oscuro y la nocturnidad. A penas unos metros a oscuras a través de aquella cueva daban paso a través de un portalón tallado en madera y montado allí a una cabaña interior, muy espaciosa, de apariencia humilde pero muy hogareña y cálida, equipada con todo lo necesario. Las lámparas de aceite encendidas en las paredes y la chimenea central también prendida iluminaban el interior de forma tenue, con fuego lento y mermado por la tranquilidad.

-Aquí es-le dijo dándole la bienvenida a aquella casa tallada en el interior de la montaña.

Camine junto a el, preguntándome una y mil veces como seria el lugar al que me llevaba, como seria el hogar de un infernal.

Al acercarnos a la entrada de la cueva me puse nerviosa, la oscuridad no lardaría en rodearme y temía perder el control, pero apreté su mano y suspire mientras nos adentrabamos mas y mas, concentrándome únicamente en el sonido de nuestros pasos y en el calor de su cuerpo, finalmente llegamos a la gran puerta de madera.

Cuando Gill abrió pude contemplar una especie de cabaña con las lamparas encendidas (cosa que agradecí) y la chimenea caldeando el ambiente y haciendo que todo fuera mas acogedor y hogareño.

-Es una casa muy bonita Gill-dije con una sonrisa mientras pasaba a su interior y lo miraba todo con curiosidad-me gusta, tienes buen gusto para la decoración, cualquier día te contrato para que me decores las que me ponen cuando bajo a estudiar-dije entre risitas, a modo de broma

Gill la miró parado en su posición y ladeó un poco la cabeza, sonriendo para dirigirse hacia la chimenea.

-Soy un demonio. No vivo con normalidad en sitios así, pero estos pueden adoptar la forma que yo desee-le dijo mirando el fuego con tranquilidad y pasando una mano por delante, haciendo que se avivaran las ascuas-. Si deseas algo sólo tienes que pedirlo. Yo te lo traeré por difícil que sea.

El demonio se giró hacia ella mirándola un instante.

-Pero... como soy un demonio, comprenderás que esos deseos no serán gratuitos.

Estaba ensimismada mirando las llamas de la chimenea, me gustaba observar como danzaban y escuchar su crepitar, era algo que me traía recuerdos de la infancia, pues mi hermano creaba llamas para entetenerme cuando me ponía a llorar por que me había caído o me pasaba algo.

Mire a Gill en cuanto termino la frase, clavando mis ojos en los suyos durante unos instantes que me parecieron eternos, después desvié la mirada y seguí observando el fuego, ahora mas vivo que antes gracias a Gill

-Miedo me da preguntar cual sera el precio-dije sin mirarle-de todas no creo poder pagarte con nada, no tengo muchos bienes

El demonio siguió moviendo la mano por delante del fuego hasta detenerla y retirarse un poco.

-Lo más valioso es tu alma-le contestó con suvadidad girándose hacia ella y después echando a andar hacia los sillones-. E lo único que pedimos los demonios a cabio de bienes materiales que perecerán. Ya sabes que estás condenada. ¿Qué importa donde viva tu alma?-preguntó sabiendo de sobra las respuestas y los problemas que se le planteaban a la muchacha. Se sentó cómodamente en su trono de terciopelo, respirando con tranquilidad y mirarla desde allí. Se cruzó de piernas y dejó la espalda cómodamente apoyada atrás mientras el crepitar de las llamas seguía cubriendo el aire.

Me había imaginado ese pago, pero tenia muy claras mis prioridades y una de ellas era el buen cuidado de mi alama.

-Puede que este condenada como tu dices-me senté en el suelo frente a el abrazando mi rodillas y mirándole tranquila-pero mi alma es una de las pocas cosas que no le entregaría a nadie, le tengo demasiado cariño-sonreí traviesa.

Me gustaba estar en aquel sitio, mi casa en el cielo era mas grande, tenia mas adornos y era al fin y al cabo mejor y mas bonita, pero aquí me sentía mas cómoda, mas como en casa, sacudí mi cabeza sabiendo que el siguiente pensamiento seria "es por que estas con Gill".

-Así que creo que no puedo pedir nada, por que no tengo nada con lo que este dispuesta apagar-apoyé mi cabeza sobre las piernas-de todas formas hay cosas que ni los demonios pueden lograr-pensé en mi madre, en Rizel, eran las dos cosas que no podría tener ante mi nunca, por mi bien y por el suyo, no querría que supieran en que me había convertido

Gill la miró en silencio largo rato, ladeando la cabeza suavemente mientras la escuchaba y pensaba sobre ello. No tenía nada que decir al respecto, no porque no se le ocurriese nada ingenioso o cruel, o simplemente aneddótico. Simplemente no había nada que añadir. El demonio sonrió a penas con suavidad, suavizando sus formas rectas y duras, lisas. Su pulida piel de perfecto mármol brilló con suavidad, dorada por la luz del fuego.

-¿Es ese un motivo para que te estés lamentando en el suelo? Ven a sentarte en el sofá-le dijo con tranquilidad, apartando un brazo del resto del sofá para dejarlo sobre el regazo, mirándola fijamente sin apartar la vista de ella.

Un suspiro salio de mis labios cuando me ofreció sentarme en el sofá, estaba cansada y no me apetecía levantarme del suelo ahora que me había puesto cómoda, pero bueno aria el esfuerzo. Me incorpore y me acerqué al sofá, examinadolo con curiosidad antes de sentarme, era muy cómodo, tanto que no estaba segura de poder levantarme otra vez.

Un pequeño bostezo salio de mis labios cundo termine de acomodarme, no es que tuviera sueño, es que estaba un poco cansada de todo el ajetreo del día, las sensaciones nuevas, los sentimientos extraños.....

-Gillthanas-pronuncie mientras jugueteaba con un mechoncito de mi cabello-¿me has ofrecido que viniera a pasarla noche contigo por algo e especial?-deje caer la pregunta como si no le diera demasiada importancia

El demonio la perdió de vista cuando se sentó a su lado y se quedó mirando el fuego, con las ascuas crepitando y bailando dulcemente ante él, como si obedecieran unas órdenes silenciosas.

-Sólo quería alejarte de aquel barranco-comentó con suavidad, arrastrando la voz por el terciopelo del sofá. Poco a poco parecía enterrarse en él, dejando que los mechones ondulados de cabello canoso le rodease el cuello. Entrecerró la mirada sobre el fuego y respiró con suavidad, ensimismado por el ambiente tibio y tranquilo-. Si vas a quedarte dormida hay un cuarto con cama-le dijo mirando vagamente una puerta de madera oscura, cerrada, a la izquierda-. Si tienes hambre también te traeré comida. No voy a pedirte nada a cambio de eso-comentó sonriendo un poco de forma imperceptible, cruzando las manos sobre el estómago y cerrando los ojos.

Creo que nunca jamas emprendería por que ha veces era tan amable conmigo y otras me decía cosas que me molestaban tanto, pero me daba igual, me gustaba estar a su lado y sentir de una manera extraña como si se preocupara por mi, me parecía encantador.

-No te preocupes, no me voy a quedar dormida y tampoco tengo demasiada hambre, estoy bien-sonreí de manera cándida y adorable.

Me quede observandole sin borrar mi inocente sonrisa, me gustaba verle en una pose tan tranquila y relajada, con las manos sobre el estomago y los ojos cerrados, poco a poco me fui acercando mas a el hasta casi rozarle, sin dejar de observar aquellos rasgos tan bellos, sabiendo muy bien que tipo de ser se escondía bajo ellos y dandome igual

El rostro del demonio se fue endureciendo poco a poco, perdiendo por la tranquilidad la expresión de amabilidad para poco a poco ensombrecerse.

-Bien-contestó con la misma tranquilidad, paladeando cada palabra sin prisas para quedarse quieto como una estatua. Su cuerpo entero se iba enfriando poco a poco como si cayese en una especie de ensolación silenciosa, tal cual como una piedra. No dijo nada más tampoco. Él no dormiría y menos cuando podía velar por la tranquilidad de alguien o por la suya propia. El fuego de la chimenea terminó por extinguirse y el demonio permaneció en un falso estado de ivernación.

Me incorpore del sofá y apague las lamparas que se encontraban en la estancia, yo tenia miedo a la oscuridad pero el fuego todavía no se había extinguido del todo y no me gustaba la idea de que se gastara combustible para nada, aun que aquello podía ser perfectamente una ilusión creada por Gill, pero prefería asegurarme. Regrese al sofá a punto que el fuego se terminaba de extinguir, dejando la habitación en oscuridad, solo con un pequeño brillo rojizo producido por las ascuas.

-Tranquila Azra-dije para mi mientras me acomodaba en el sofá junto a el-no pasa nada, no te va a pasar nada, estas con Gill-retahíla mental que me repetí unas cuantas veces para tranquilizar mi agitado espíritu, sin demasiado existo.

Gill no pronunciaba palabra y me daba la sensacion de que estaba frió.. se mantenía inmovil, aquello no era muy reconfortante pero bueno....

Subí las piernas al sofá y me puse en la misma posicion en la que me había sentado en el suelo, intentado dejar la mente en blanco unos segundos para centrarme en la situación en la que me encontraba, notando como mi corazón estaba acelerado solo por la cercanía de l infernal.

-¿Gill sigues vivo?-dije dándole unos toquecitos con el dedo en el brazo solo para deshacer aquel silencio tan incomodo que me rodeaba

Gill tomó aire profunda y lentamente, abriendo los labios para decir algo pero no emitió más que un suspiro. Abrió los ojos y después de gruñir levemente se levantó del sofá, estirándose y se volvió hacia la chica. La miró un momento sin decir nada y después le rodeó el tronco con ambos brazos, anchos y poderosos, levantándola en el aire sin complicación alguna.

Se la cargó encima como quien coge a un niño pequeño y se la llevó al cuarto, haciendo que la puerta se abriese sola ante él. El cuarto principal tenía un curioso olor a jazmines que flotaba en el aire, y la cama central era a penas iluminada por una extraña luz mortecina y tenue de la que no se sabía procedencia. El demonio dejó a la chica sobre la cama y después la miró desde allá arriba, rodeado de sombras.

-Duérmete. Es tarde.

Mientras le observaba se incorporo del sofá y se giro para mirarme, aun que con las sombras no distinguí bien sus facciones.

De repente me encontré siendo levantada por el posicionada sobre su regazo como una niña pequeña mientras me llevaba al cuarto contiguo, donde un agradable aroma a jazmín lo envolvía todo, probocandome una sensacion de relajación muy agradable, acentuada con la sensacion por si placentera d encontrarme tan cerca de el.

Me dejo sobre la cama y me dijo que me durmiera que ya era tarde, yo le mire con carita de cachorrito abandonado mientras le indicaba con la mano que si yo me iba a dormir el se venia conmigo, nunca me había gustado dormir sola, por eso dormía en la residencia estudiantil en vez de en casa y esta no iba a ser una excepción.

-No quiero dormir sola Gill-dije agachando la cabeza-y tampoco estoy cansada-suspire-al menos podrías quedarte conmigo.....-me rasque la cabeza en un gesto avergonzado mientras me incorporaba en la cama poniéndome de pie en esta para tener una mejor perspectiva de el-si no es....molestia

-Sí que estás cansada-le dijo sentándose al borde de la cama, con la vista perdida un instante en la pared para volverse a ella un momento en silencio.

-Soy muy posesivo, Azrael. Si vas a pedirme tan a menudo que me quede contigo y te acaricie, llegará un momento en el que te secuestraré del cielo y me importará muy poco la pureza de tu alma, porque no escaparás-se lo dijo con suavidad, casi como una broma graciosa y con tintes cariñosos, pero lo estaba diciendo en serio. Su expresión no variaba entre las sombras. Quizás no compartiese los sentimientos que el ángel podía tener, pero saberse importante de aquel modo le daba un poder ilimitado bastante peligroso, el cual normalmente sabía controlar y moderar.

Arrugue la nariz ante la insistencia de que estaba cansada y me senté de un salto de nuevo en la cama mirándole de nuevo de cerca cuando se sentó junto a ella en la cama

Su siguiente comentario causo varias reacciones en mi, me hizo ruborizar, me dio algo de miedo y me pareció lo suficiente mente curiosos como para que una sonrisa se dibujara en mi rostro y una pequeña risa saliera de mis labios.

-Eso me gustaría verlo-dije medio en broma-por que hay alguien allí arriba que también es muy posesivo conmigo, y no se yo si te dejaría raptarme tan facilmente-mi mano fue a su rostro y lo acaricio con suavidad, pero cuando me di cuenta de ello lo retire rápidamente algo avergonzada-lo...siento.

Me daba algo de miedo tenerle tan cerca, mi cuerpo actuaba sin mi consentimiento y eso me podía traer muchos problemas, pues podía dejarme llevar por mis sentimientos y terminar de condenar mi cuerpo y mi alama.

Gill volvió a mirarla y cogió por la muñeca aquella mano con la que le había tocado, tirando levemente de ella.

-Dime, Azrael. ¿Eres felíz allá arriba? ¿Completamente?-le cuestionó mirándola fijamente. La oscuridad no parecía permitir ver demasiado pero él y su perfecta visión en la oscuridad le aseguraban los azules ojos de la chica frente a los suyos-. Puede que yo no pueda enamorarme-le dijo fríamente pero igualmente envolvente-. Pero me sobra tiempo para dedicárselo a alguien que lo necesite. Dime si eres felíz.