En la espesura- Priv

Gillthanas miró a la chica un instante antes de devolver la vista a aquel camino enterrado en los árboles, cerrando momentáneamente los ojos y perciviendo la llegada de al menos un par de almas corruptas. Era perfecto.

Cuando vio el carromato acercarse, aún a lo lejos, se metió en el camino, quedando de pie en medio de él como un espectro, una aparición fantasmal que esperaba la llegada de mercancía.

Me quedé observandole, tenia asientos de primera para un espectaculo sin igual.
Parecia un espiritu incorporeo, etereo.
Me pregunté que clase de tecnicas usaria, pero tuve la impresion que a diferencia de mi, que utilizaba el engaño, el se basaba en la fuerza bruta. Despues de todo, fuerza, parecia sobrarle.

Los caballos parecieron desbocarse. El conductor por más que hacía no era capaz de controlarlos y cuando el carro llegó justo a la altura del demonio los dos percherones negros se detuvieron en seco, como si algo invisible los ubiera atravesado de lado a lado, haciéndolos desplomar en el suelo donde, como por arte de magia, quedaron reducidos a huesos y piel carcomida y quemada.

El cochero no le dio tiempo a gritar, en cuanto abrió la boca le ocurrió lo mismo que a los caballos, siendo su carne y sus órganos deshechos como corroídos por un ácido en cuestión de segundos. Cuando los dos mercaderes que iban dentro del carro se asomaron para saber por qué se detenían, gill intercambió una suave mirada con la chica para rodear los cadáveres de los caballos y acercarse a uno de los lados del carro, metiéndose dentro.

Cuando Gillthanas me miró, comprendí en seguida que era lo que pretendia hacer. Me introduje en el carro sin ninguna dificultad. Los mercaderes que venían dentro, estaban visiblemente asustados. Saboreé el terror que percibía. Sin duda esta sería mi mejor y más delicioso festín en mucho tiempo. Y lo mejor es que ahora tenía compañía.
- Buenas noches, caballeros-dije

Uno de ellos se volvió hacia la puerta contraria para tratar de huír, pero se quedó parado con la misma cara de espanto cuando vio que por aquel lado entraba la chica, viéndose sin escapatoria lo siguiente que ocurrió fue que la mano de Gill, convertida en garra atravesó el cuerpo de aquel hombre a la altura del pecho como una estaca, frente a ella, para después volver a retirar la mano llevándose el corazón consigo y dejar que el mercader muerto cayese en brazos de Miyuki. El otro hombre consiguió huír, pero Gillthanas lo dejó ir, pues no tenía interés en él.

Perseguí al hombre que había escapado. Era muy tonto si creía que podía escapar de mi. Con un fuerte viento helado, lo hice caer. Hice el suelo se congelara bajo el, y en un instante lo aprisioné con hielo, solo dejando solo su rostro al descubierto.
- Noble señor, como huis de una hermosa dama de esa manera. Ahora por ello os castigaré.
Acerqué mis labios a los suyos, sin tocarlos siquiera, y comencé a despojarlo de su alma, dejandolo sin aliento. Al final solo quedó su inerte y congelado cadáver tirado en el suelo.

Gillthanas había prendido fuego al carromato para llevarse consigo aquel cadaver que arrastraba, con las garras clavadas en las cuencas ahora vacías de sus ojos caminando tranquilamente hacia la chica mientras que por el camino sus ojos se iban volviendo más blancos que de costumbre, haciéndolos brillar, aunque no se consumó la conversión, manteniendo su cuerpo de humano.

Al ver el carromato consumiendose en las llamas, me alegré no haber estado cerca.
Vi a Gillthanas acercandose a mi, llevando al cadaver, con sus garras clavadas en el cráneo. Me levanté lentamente, y lo miré. Sus ojos habian tomado cierto tinte algo extraño.
- ¿Vas a llevarte un recuerdo?- dije en son de broma.

-Voy a comérmelo-aclaró mirándola un instante para seguir caminando, saliendo del bosque e internándose entre los árboles para que le ampararan. Hablaba literalmente. No sólo se apoderaba de sus almas para arrastrarlas a las llamas si no que no dejaba que la carne se echara a perder. Eso sí sería un verdadero pecado sin perdón.

Decidí dejar que comiera en soledad, al amparo de los árboles.
Miré al cáver que se hallaba a mi lado. En pocas ocasiones comia también el cuerpo de mis víctimas. Prefería que fueran pasto de gusanos, o simplemente que las alimañas se los cenaran. Después de todo, por algo cazaba en zonas poco pobladas.

Gill comió de aquel cuerpo envuelto en sus sombras para no dejar nada de él. Era silencioso y rápido cuando lo hacía, como un depredador que termina de cazar algo importante y ha de comérselo de inmediato, pues es vulnerable a que cualquier otro se lo robe.

Cuando acabó volvió a salir de su escondrijo, impechable y elegante como siempre, pasándose la yema de los dedos por la comisura de los labios donde aún quedaban algunos restos de sangre.

Vi como aparecía lentamente, de entre los arboles. Todavía tenia unos rastros minusculos de sangre en el rostro, y se estaba limpiando la comisura de los labios con la yema de los pulgares. Se notaba que era un depredador implacable, perfectamente adaptado a la caza.
- ¿Disfrutaste la comida?

-La habría disfrutado más que una hermosa mujer me hubiera acompañado...-comentó mirándola tranquilamente, como si el asunto no fuera con ninguno de ellos dos. Desvió la vista al carromato ya casi extinto, en cenizas y maderas ennegrecidas, felicitándose mentalmente por un nuevo buen tabajo hecho.

- No quise molestarte mientras te alimentabas.
Miré hacia el carro. Todavía ardía levemente. Se estaba convirtiendo en puras cenizas. Pronto no quedaría nada de él.
- Que hermoso espectaculo...¿Y que te gustaría hacer ahora?

Gillthanas devolvió lentamente la vista al rostro de la mujer, despacio, mirándola un instante antes de hablar.

-¿Siempre te mueve ese sentimiendo de caridad y altruísmo que te empuja a satisfcer los deseos de los demás... o es que yo confundo el significado de demonio?-le preguntó con suavidad, mirándola de forma encantadora como solía hacer con sus finas facciones de extraño ángel.

Me rei, bastante estrepitosamente. Lo miré. Tenia un rostro muy bello, casi parecia un angel.
- No te confundas. Simplemente no encuentro nada para hacer. Y en cualquier caso, no veo el problema en ser amable con un colega. Pero puedo ser muy mala si se me antoja.- dije con una sonrisa infantil en el rostro.

-Pero a mi no me gustan las competiciones de malos-comentó dando un par de pasos a un lado-. ¿Quieres decirme que nunca sabes qué hacer y te unes a los demás? ¿Tu no quieres hacer nada ahora?-le preguntó volviéndose hacia ella de nuevo para mirarla. Él no tenía en mente nada concreto.

Ahora que lo pensaba, me estaba comportando de una manera bastante extraña para ser un demonio.
- No siempre soy asi. Me has encontrado en un dia en el que ya he hecho de todo. Lo unico que faltaba, acabamos de hacerlo. ¿Que te parece esta sugerencia? Salgamos a caminar entre los arboles. Tal vez eso nos de ideas.

-Claro... caminemos...-comentó alzando una ceja para darse la vuelta suavemente para echar a caminar por entre los árboles, caminando despacio, con la capa grisácea ondeando tenuemente al rededor de sus tobillos-. Avísame cuando se te ocurra una idea brillante...-comentó.

Empecé a caminar a su lado, tranquilamente, sin prisa. Se me ocurrió sacar un tema de conversación, por lo menos asi hariamos algo mas que caminar.
- Hace bastante que no voy al Infierno. ¿Tu tienes idea de lo que esta pasando ultimamente?

-Está todo igual que hace siglos. Fuego, demonios, gritos de dolor y cámaras de tortura para los condenados a rebosar. Me gusta el infierno....-comentó. Odiaba la luz, el calor del sol pegado a su cuerpo, pero en cambio la luz y el calor del fuego infernal siempre le resultaba del todo agradable.

- No me refiero al estado general del infierno, se que esta como siempre...- Estuve a punto de aclarar a que me refería, pero decidí no hacerlo- ¿Y que haces usualmente para matar el tiempo?
No sabía si me contestaría a esa pregunta. No parecía la clase de tipos que te contestan a preguntas de ese estilo. Y aunque a veces se mostraba amable, se notaba que no era esa su forma de proceder habitualmente.

-Soy un ser aburrido y monótono-aclaró relentizando sus palabras, para enfatizarlas y hacer más creíble lo que decía. La miró de reojo. Chasqueó la lengua y volvió a tomar aire.

-Sinceramente... las conversaciones trascendentales no me llenan en absoluto.

- ¿Y entonces qué?- dije algo molesta. Me daba la impresión de que se estaba burlando de mí- ¿no haces nada? Despues de todo parece que no soy el unico demonio que no sabe que hacer con su tiempo libre...
Me sentía bastante ofuscada. Pero despues de todo, era culpa mía. Yo le había hablado, a pesar de que podría no haberlo hecho. El no tenía por que contestarme, o mostrar simpatia ni nada por el estilo. Pero después de algo de tiempo, esperaba una reaccion un poco menos seca de su parte.

Gillthanas se paró en medio del camino, afilando su vista en ella.

-Estás molesta, ¿verdad?-le preguntó sin esperar una respuesta. Era más que evidente que lo estaba-. Creo que esperabas un trato amabilísimo, pero no te conozco de nada. ¿Realmente creías que iba a darte un trato totalmente fraternal y hablarte de mi vida porque sí?-le cuestionó haciéndose el ofendido en uno de sus teatros deambulantes, mirándola con finjida indignación.