Arriad la mesana! *Privado*

(Tenia que poner ese título, no podia conterme xD)

Trás haber visto el mar por primera vez sentí ganas de verlo de nuevo, pero esta vez queria ver algo más. Sentía curiosidad por las grandes embarcaciones, de echo todo lo que tenía que ver con la tecnologia y la artesanía me interesaba bastante.

Iba caminando por el muelle respirando el aire humedo y salado del mar obsevando y escuchando a las gabiotas. Me tope con uno de aquellos barcos, era bastante grande, uno de carga supuse.

Después de pasar una temporada bajo tierra con sus compañeros trazando planes de destrucción y caos que realmente nunca se iban a llevar a cabo, Gill decidió que era mejor tomar algo de aquel aire que llamaban puro. No encontraba nada más puro que los vapones volcánicos del interior de la tierra que todos conocían, pero allí abajo no había nadie a quien corromper y arrancarle el alma...

El cuerpo del demonio chocó contra otro que caminaba entre los marineros yendo y viniendo. Sin embargo Gillthanas empujó... posiblemente jurable a propósito al chico al agua. El peliazul fue a parar al fondo del muelle, aunque no había mucha profundidad.

-Oh....-Gill se hizo el sorprendido, se agachó en el borde del muelle y miró hacia abajo-. ¿Estás bien?-preguntó en una parodia de interés.

Estaba tan distraido observando aquella embarcación que ni me di cuenta de que alguien se acercaba a mí. Senti como me empujaban y caía irremediablemente al agua. El agua estab fria y salada pues no pudo evitar tragar agua por la nariz y boca.

Emergí tosiendo violentamente mirando hacia arriba, encontrandome con el tipo del mercado, que parecía mas divertido que arrepentido de lo que había hecho.

Me acerqué nadando hacia las escaleras del muelle frunciendo el ceño. La capa mojada resultaba muy pesada. Una vez fuera la arrojé al suelo.

-Estoy mojado- dije friamente. Hizo lo mismo con la parte de arriba de mi camisa negra arrojandola junto a la capa.

Gillthanas ni si quiera hizo alusión a aquella vez en el mercado en la que le había visto por primera vez. Se había quedado con los miles de olores que emanaba su piel, con su cara y con el tacto de su cabello con sólo mirarlo, pero no dijo nada al respecto.

-Cuanto lo siento...-comentó del mismo modo, mirándole de arriba a abajo con una disimulada sonrisa-. ¿Puedo ayudarte? Por vafor...-pidió casi de forma desconsolada, acercando una mano a aquella capa y cogiéndola del suelo. De inmediato dejó de gotear y se secó, aunque no se la devolvió.

Aquel tipo parecia un mal actor, pues notaba a la legua que se estaba burlando de mí. El hombre recogió mi capa y la secó de golpe. Mi ceño seguia fruncido y mi expresión seguía siendo fria.

-¿Me la devuelves?- dije secamente. Afortunadamente el sol calentaba suavemente mi ahora fria piel.

Gill le miró con suevidad y se la acercó, lentamente estirando la mano con la capa en ella.

-Eres el medio demonio del mercado, ¿verdad?-le preguntó alzando suavemente el mentón mientras le miraba de arriba a abajo. No comprendía como aquellos seres que tan poco tenían de guerreros de la oscuridad salían de una maravillosa nube para acabar con una ala más oscura que la otra. ¿Estaba permitido?

El hombre me acercó la capa que cojí de sus manos, poniendomela sobre los hombros.

-Si, pero creo que eso tu ya lo sabías...- dije con algo de indiferencia. Me agaché y cojí la camiseta para ponerla extendida al sol. Miro sus ojos casi albinos relajando su semblante.

-Si... claro. Es difícil no ver ese pelo-le dijo señalándole con un dedo su larga cabellera azulada-. Algo así no se olvida, ¿sabes?-comentó sonriendo después. Tomó aire y dio media vuelta, mirando a su alrededor. No parecía haber nada anómalo interesante de lo que ocuparse o echar el guante. De momento todo estaba tranquilo, y tampoco había ninguno de sus compañeros rondando por allí, de modo que, al menos temporalmente, aquel territorio era suyo.

El hombre mencionó mi cabellera azulada y miró hacia los alrededores.

Me palpé la cintura instintivamente y para horror
mio descubrí que mi katana no estaba, se habría caido al agua cuando el "tropezó" conmigo.

Mire con nerviosismo al agua segundos
antes de tirarme de nuevo arrojando la capa a un lado. Buceé con
rapidez fijandome en si la encontraba, y así lo hice, estaba en el
fondo al lado de un pequeño arrecife. La agarré y puesto que estaba
casi sin aire, salí despedido del agua abriendo mis alas, para volver
junto a la capa. Suspiré largamente contemplando mi espada comprobando
que no tenia ningún desperfecto.

Gillthanas frunció levemente el ceño mientras le miraba unos instantes antes de hablar.

-Cuánta discreción...-bromeó alzando después una ceja y llevándose las manos a los bolsillos-. Qué poco durarías en mi casa con tanto espectáculo, medio demonio...-comentó con gracia antes de sortearle como una simple caja de verduras en el suelo y dar un par de pasos lejos de él. Las hachas ocultas bajo su capa grisácea tintinearon levemente al chocar una contra la otra.

Desvié mi mirada de la katana al hombre que se acercaba a mí, otra vez aquel sonido de armas chocando.

Sus comentarios me habían herido ligeramente con lo que volvi a fruncir el ceño.
-Que pretendes?- murmuré desconfiado observando fijamente sus ojos.

-¿Yo?-preguntó girándose hacia él, haciéndose el sorprendido-. Sólo estoy paseando por el puerto y me he topado contigo, y como soy un ser muy sociable he decidido entablar una conversación trascendental contigo... Si te molesta me voy...-comentó alzando ambas manos en señal de defensa. De todos modos se le notaba a la legua que en realidad todo aquello no hacía más que divertirle.

-Además, yo estoy trabajando-le contestó mientras desviaba y seguía con la mirada a uno de los marineros en especial que se alejaba con un saco a la espalda y pasaba por su lado.

"Que bien se le daba fingir al demonio, tipico de ellos." Me dije con una mueca irónica en el rostro.

-No me molesta...haz lo que quieras...- susurré recogiendo mi camiseta que ahora estaba algo más seca, me la puse de nuevo.

"Trabajando" dijo aquel ser mientras observaba a uno de los marineros, lo observé también para luego terminar de mirar hacia él.

-Ah, pero ustedes trabajan?- conteste medio en broma con ironia.

-Claro. No paramos-comentó con total naturalidad, esperando a que se vistiera para volver a mirarle-. Tu como tienes un pie arriba y otro abajo no se sabe muy bien a qué puedes dedicarte, ¿verdad?-le preguntó rascándose la barbilla con suavidad, mientras le miraba divertido.

-Tiene que ser todo un trauma no poder pertenecer plenamente a ninguno de los dos lados y no poder tampoco moverse en ninguna dirección. Qué interesante...

-Ja...ja...ja- respondí seriamente -Al contrario, no es ningún trauma....mas bien una bendición....- agregué con ironía pura. Me acomodé mis ropas, sintiendome algo más seco.

Miré de nuevo al tipo suspirando largamente, esperando que dejara aquel tema de lado, pero claro, a los demonios les gusta joder...

Gillthanas tomó aire con una media sonrisa de satisfación personal y después lo dejó salir con suavidad mientras alargaba una mano hacia el joven.

-¿Vienes conmigo?-le preguntó mirándole a los ojos con algo más de candicez. Era mentira, claro, pero qué importaba-. No es bueno de todos modos que un medio demonio ande por ahí sólo... Me sorprende que aún tengas los dos brazos pegados al cuerpo...

Me quedé mirando su mano la cual me estaba tendiendo, intentaba apartentar lo que supuse que sería dulzura, pero yo no me tragaba sus mentiras.

-A donde?- respondí con frialdad rechazando su mano -Aún tengo piernas para andar...- finalize con un tono mordaz.

-Por ahí... No voy a comerte-alegó de buen humor con la mano aún extendida. Desde luego el chico tenía las agallas para defenderse si era necesario, y eso era una buena señal. Fiarse de él... qué error más atroz.

Sin embargo siguió con el brazo extendido hacia el muchacho. De momento no tenía nada que presentar como excusa para incitarle a entregarle su alma o cosas similares, al fín y al cabo... era de los suyos, a medias...

-Guarda ese brazo, no soy un niño pequeño para que me tengas que andar cojiendo de la mano...- dije rechazandolo de nuevo -Si quieres ir a algun lado yo te seguire...eso es todo- finalizé tajante.

Estaba bastante acostumbrados a tratar con demonios mentirosos y que se aprovecharan de él. Ya no era tan inocente como antes.

Gill alzó una ceja y le dio la espalda, para caminar cuanto antes sin que le viera la sonrisa que afloraba en sus labios. Se serenó un poco y tomó asiento en lo alto de unas cajas de cargamento que esperaban la llegada del barco para ser enviadas. No tardó demasiado en meter la mano por allí para averiguar que eran lanas sin tratar todavía.

-Bien... medio demonio... ¿tienes un nombre a parte de todos esos arrogantes acentos de incrédulo que no se fia de nadie?-le preguntó apoyando la espalda en una de las cajas, notando el frío del metal de sus armas atrás.

Seguí al tipo en cuestión hasta que este se acomodó en unas cajas. "Tampoco es que nos hayamos movido mucho..." pensé para mís adentros.

-Si, tengo un nombre...Shun- dije sonriendo medianamente ante la forma de preguntar del demonio -¿El tuyo?- le pregunté escuetamente. Me apoyé sobre una farola dejando caer el peso de mi cuerpo, cruzando mis brazos.

-Gill-dijo con porte decidido y orgulloso mientras le miraba-. Fácil-concluyó moviendo una mano para enfatizar sus palabras, dando a enteder que era corto, conciso y fácil de recordar-. Como el tuyo, más o menos. No lo olvidaré...-comentó acomodándose. Cualquiera que conociese mínimamente al demonio notaría en sus últimas palabras un deje de amenaza.

-Y... ¿cómo has ido a parar a un lugar tan húmedo, medio demonio?-le preguntó por sacar un tema de conversación rápido y pensar en su siguiente movimiento. Su cabeza siempre estaba funcionando, aunque nunca para nada bueno.

-Que honor....-susurré mordazmente -Yo el tuyo tampoco...- dije con una mueca irónica.

Quizas había sido bastante borde con el demonio y había estado a la defensiva casi todo el tiempo, pero con estos seres era normal no fiarse y permanecer en guardia por lo que pudiera ocurrir.

-Me gusta el mar...aunque no que me tiren en el por sorpresa...-susurré en un deje de voz.

Lo miró sorprendido.

-En serio, fue un accidente-alegó en su defensa haciéndos el ofendido-. Que después me hiciera gracia verte allá abajo flotando... es otra cosa distinta...-comentó paseando la vista por el resto del muelle mientras se rascaba el cuello con tranquilidad. Unos cuernos resonaron en todo el cuerpo anunciando la llegada de un nuevo barco, quizás el mercante que se llevaría la lana, quizás no.

-De todos modos... creo que es inteligente por tu parte tomarme como un enemigo nada más conocerme.

-No te confundas- dije seriamente -no me interesa crearme enemigos, pero si no me dejan otra opción-

Quizas era por parte de mi madre que había heredado su odio por la guerra, por otra parte tenía sangre de demonio y no podía negar el echo de que una buena pelea era excitante. Yo que me había mantenido años y años lejos de ellos, ahora estaba conversando con un tipo muy peligroso frente a frente. Dulce ironía.