Arriad la mesana! *Privado*

Gill encogió un hombro y separó las manos del cuerpo en señal de mostrare tal cual mientras le miraba.

-Creo que no te he dado motivos para que sea tu amigo... pero... ¿enemigo? Está bien eso de aplicar al resto de momentos de la vida los episodios que hayas vivido. No te voy a pedir que no generalices, porque... quizás en este caso estés acertando...

El demonio se movió un poco y después se levantó de las cajas cuando vio a lo lejos varios trabajadores yendo en su dirección y que probablemente irían a por el cargamento.

-Tengo hambre-le dijo mirándole de ariba a abajo y señalándole con un suave movimiento de la cabeza-. ¿Te vienes, medio demonio?

-Tampoco esperaba crearme algún amigo, y menos entre los de tu raza- susurré con un deje de voz. Eran todos esos demonios que me lo habían echo pasar tan mal durante bastantes etapas de mi vida.

"Tengo hambre" dijo Gill "Te vienes medio demonio?" Lo cierto es que comenzaba a sentirme desfallecido de no comer. Asentí con la cabeza desviando mi mirada levemente hacia los hombres que se acercaban a donde estabamos.

-Vale, vale...-dijo el demonio moviendo una mano para echar a caminar a través del puerto. Si no recordaba mal por allí cerca entre las casas de los pescadores y las familias de los mercaderes había varias tabernas. Desde luego no ofrecían de comer nada que le gustase especialmente, pero mejor dejar sus costumbres de demonio para momentos más íntimos.

-No te he pedido que seas mi amigo. No creo que nos perdamos nada especial... ninguno de los dos...-comentó mirándole de reojo.

Relajé mi semblante al escuchar su respuesta -Mejor vayamos a comer algo...- susurré cambiando de tema, unicamente siguiendo al demonio al supuesto lugar en donde nos servirian comida.

"Al menos no se ha mostrado violento conmigo..aún" me dije a mi mismo "Es que no puedo fiarme de ellos....no puedo fiarme de nadie, eso podria suponer la muerte.."

Gillthanas empujó la pesada puerta de la taberna. A penas había gente, pues o estaban todos trabajando o se presentaban en aquellos lugares por la noche, cuando era un buen momento para cenar, encotnrarse con los amigos, emborracharse... y quizás pelearse.

En cuanto la puerta se abrió el aroma de la comida asándose en las parrillas le golpeó la cara. Se giró hacia el peliazul sujetando la puerta e invitándole a entrar primero.

Llegamos hasta una taberna sin mediar ninguna palabra más. Gill abrió la puerta y me invito a pasar primero. Accedí y me adentré. Se podía oler aquel aroma a carne quemada. Habían unos cuantos hombres en la barra y otros pocos más en mesas comiendo solitarios. El sitio tenía un aspecto rústico.

Una mujer joven se acercó a nosotros con una sonrisa -Dos? siganmé por favor- seguimos a la mujer que nos condujo a una mesa. Tomé asiento.

Gillthanas fue por detrás, contemplando antes de nada el panorama y el resto de las mesas, con la poca gente que había. No le hizo falta más que un vistazo para saber qué tipo de gente había allí, y qué tipo de gente frecuentaba regularmente aquel lugar. Después de pasearse tranquilamente buscó al chico de cabello azul con la mirada y se sentó a la misma mesa, en frente suya.

El demonio no pidió nada. No tenía por costumbre comer cosas que antes hubieran pasado por las manos humanas. Chamuscarla y condimentarla como ellos hacían era un crímen. Aquello si que debía ser pecado, y no asesinar cruelmente a mercaderes. Miró al joven y esperó a que pidiera él.

Gill se sentó finalmente. Me miró en silencio. Alcé las cejas mientras le preguntaba -¿No pediras nada?-
El negó con la cabeza
-Entiendo..no es tipo de "cocina" que ati te gusta...- respondí con una sonrisa ironica -¿Entonces porqué vinimos aquí?- finalizé apoyando los codos en la mesa y entrecruzando los dedos de mis manos situados delante de mi cara.

Gill tomó aire.

-Te hago perder el tiempo-contestó soltando el aire pesadamente mientras se apoyaba en el respaldo de la silla-. Mientras no se me ocurre nada mejor. ¿e gusta mi estilo?-preguntó con algo de sarcasmo mientras rebuscaba entre sus ropas, tratando de encontrar una pecheña daga labrada en mrfil y plata.

Tras escuchar sus palabras, me sentí realmente molesto. Me levanté subitamente -Entiendo...dejaré que pierdas el tiempo tu solo...- contesté friamente, para después darle la espalda y dirigirme a la salida no sin antes decirle con sarcasmo -"Un placer"...conocerte...-.

Gill se inclinó levemente hacia delante con una media sonrisa. De nuevo en su interminable lista de almas que corroer de alguna forma poco agradable se había rellenado con un perfil más. No iba a perseguirle, desde luego. Él jamás seguía a nadie, le seguían a él. De modo que ya contaría otra ocasión para darle caza.

-Igualmente-comentó mirándole y advirtiendo que la dueña de la taberna volvía a acercarse a su mesa. El demonio se giró a mirarla, dispuesto a echarla, pero dado que no estaba sentando ya con nadie, ocupar una mesa por que sí le parecía ya algo excesivo, de modo que, con indicaciones muy específicas de lo que era la carne poco hecha para él, la mandó de vuelta con el pedido. No sería carne huamana desgraciadamente, pero tenía mucha inmaginación.