Sombrero de sombras - privado -

El cuerpo del gigante demonio estaba en la parte más alta de aquella montaña, sobre un pedrusco que la coronaba y sobresalía por encima de los árboles. No era un lugar precisamente cómodo pero, por extraño que pareciese, a ningún otro de sus compañeros, asignados al trabajo de barrer zonas para buscar almas perdidas, una zona perfecta para poder ver toda aquella extensión de tierra, bosque y agua a su alrededor.

Sentado en aquella mole de piedra se compadeció de los humanos, y sintió miedo por un instante de llegar al extremo de pertenecer a ellos, pues al ver toda aquella extensión, que termnaba, estaban atrapados. Atrapados entre un cielo al que no podían subir en vida, un suelo que nada más les deparaba sufrimiento y un horizonte que en realidad nunca terminaba y siempre terminaba en el punto de partida. Después, no muy contento, pensó que él mismo quizás estuviera más atrapado que ellos.

Griffith había terminado un cometido que Lucifer le había pedido, últimamente tenía que hacerle más de un par de favores y eso no era exactamente de su agrado.
Entrecerró la mirada unos instantes y tras ello echó a andar hasta que decidió arrojarse encima de un campo de hierba y flores, mirando el cielo.
Por una extraña razón, ese mismo día, veía su sueño más lejos que nunca. Distante.
Levantó la mano, cerrándola intentando atrapar el astro que reinaba el cielo y que, posiblemente, parte del mundo veía y tras ello cerró sus ojos azules y cristalinos.

¿Cuánto sufrimiento debía retener hasta conseguir su meta?
La vida, a veces, para él, no era más que un camino dirigido a la nada. Una nada inexistente que prolongaba su dolor y desesperanza que en su día aguantó

Mientras cavilaba en cosas teóricamente imposibles y lugares inexistentes para los lógicos que pretendía visitar en algún momento de su larga vida, fue rastreando muy lentamente cada metro cuadrado que quedaba allá lejos, fuera de su alcance, viendo cada detalle por mínimo que fuese como si lo pudiera tocar con la punta de los dedos.

Y entre todas aquellas cosas palpables y no palpables, entre áureas de compañeros que reconocía, entre ellas, vio otra también ya familiar. Quizás demasiado. quizás pudiera jurar que aquel cuerpo como siempre de alguien despreocupado realmente era del diablo aquel que sólo sabía darle dolores de cabeza, pero tampoco estaba seguro.

Griffith jugueteaba con su pelo y las hierbas, imaginando formas con su mano, creando su mundo. Levantó la mirada uno de los instantes en que sintió el viento y con él una presencia.
Se acomodó mejor y luego levantó la mirada.

-Será posible... -susurró tumbándose boca abajo- ¿Cómo puede ser que tenga que encontrarle siempre? Si es cosa del destino no sé si decir que es tener buena o mala suerte -se levantó entonces, andando directamente hasta Gillthanas y a unos metros de él cruzándose de brazos y mirándole- Hacía tiempo que no nos veíamos -dijo con ironía, pues tampoco hacía tanto- ¿Cómo ha ido todo? -se acercó a él, mirándole a los ojos y luego guiñándole un ojo- ¿Trabajando?

Gillthanas le observó mientras se acercaba y después, cuando ya se hubo parado cerca de él y le había hablado, asintió con la cabeza un par de veces con los antebrazos apoyados en las rodillas mientras miraba a lo lejos.

-¿Después de perderte a tí de vista? No gran cosa...-comentó encogiéndose de hombros-. Pero es bueno verte después de tanto tiempo...-le dijo mirándole de reojo y sonriendo de medio lado-. Prefiero que si llegamos a enfrentarnos por un casual tengas tus tres sentidos despiertos y no te estés cayendo....

Griffith le miró unos instantes y no dijo nada respecto aquella noche que pasaron juntos. Estaba claro que fue por ambas partes el error, aunque después de todo, tampoco fue para tanto.

-Deja de acosarme -musitó de pronto- Siempre donde voy, estás. ¿Qué pasa? ¿Te gusto? -preguntó tocándole un brazo de forma amistosa- No sé... Me duele un poco aún el abdomen de dormir encima del árbol -dijo en tono de broma, sentándose a su lado y mirando la luna fijamente, casi perdiéndose en ella- ¿Has meditado sobre el destino?

Gillthanas se le quedó mirando unos momentos con el ceño fruncido.

-¿Podrías plantearte que alomejor el único que acosa eres tú?-le preguntó tomando aire y volviendo a mirar a lo lejos. Allí no había nada. De momento todo el territorio estaba limpio y teóricamente aquello no era bueno precisamente-. Y para qué voy a pensar en algo que no existe... Es absurdo-comentó bostezando, estirando los brazos hacia arriba y estirando las piernas para cruzarlas en los tobillos-. La verdad es que sólo estaba descansando. Igual que tu.

Grffith le miró y luego sonrió.

-Yo siempre descanso, y me alegra encontrarte a veces, eres mi mayor entretenimiento, al menos hoy por hoy -se acomodó mejor a su lado y apoyó la espalda en la ajena, quedando el uno contra el otro- Y también molestarte un poco para que quieras pegarme -susurró mirando el cielo de nuevo, las nubes oscuras corrían deprisa, parecían jugar a atraparse- ¿Vamos a jugar de nuevo? -parpadeó un par de veces, bostezando- Hoy estoy más abrigado, no tendré frío... Por lo visto no vas a ser tú quien me de calor

-¿Yo? Para qué... Todavía me sorprende que una criatura del infiero pueda sentir frío...-comentó mientras miraba a lo lejos sin prestarle atención a nada en particular.

Tenía que confesar que tener a alguien con quien charlar en aquellos tiempos muertos en los que no tenía nada mejor que hacer nunca le venía mal, sobre todo desde que había decidido no comerse todo lo que encontraba por su camino por si alguno de ellos podía ayudarle en su búsqueda.

-¿Jugar a qué?-se le ocurrió preguntar, cosa que jamás haría, aunque quizás el cansancio no le dejara pensar demasiado bien.

Griffith le miró unos instantes y tras ello se encogió de hombros, echando la cabeza hacia atrás, apoyándola en el hombro del chico y luego quedando al lado de su rostro, pero por la parte contraria puesto que estabas espalda contra espalda.

-Siempre estas serio, pareces un amargado. Deberías sonreír más, así como yo.

Aunque todos quienes conocieran a Griffith sabían que sus sonrisas no tenían nunca nada de bueno.

-Juegos -repitió entonces- No lo sé. Podemos quemar cosas. Matar personas. -bromeó estirándose y mirando la luna- Ir a la luna volando!!

-Tienes un concepto de juego un poco extraño...-comentó alzando la vista para ver una luna menguante casi apagada. Era una noche especialmente oscura precisamente por aquello, por la poca luz. Cuanta menos luz más cómodo estaba el demonio.

-Creo que es por eso que tengo pocos amigos. Aunque tampoco los quiero-comentó refiriéndose a lo de sonreír. Siempre resultaba para los demás un tipo bastante serio y a veces con no muy buen humor-. Tu pareces ser el único que lo aguanta bien y... me acosa a pesar de ello. ¿Qué pasa? ¿Te gusto?-le preguntó sonriendo de espaldas repitiendo sus palabras.

Griffith le miró unos instantes y sonrió, con sus orbes azules contemplándole de reojo.

-Mmmmm... ¿Gustarme? ¿Tú? -sonrió nuevamente- No deberías preguntar las mismas cosas que los demás -flexionó sus rodillas pegándolas a su pecho y tras ello estiró más el cuello para observar mejor su rostro- Un poco. Eres interesante. Borde. Imbécil e idiota.

Dijo como si nada mientras estiraba los brazos.

-No estás mal. Pero sin más. Cualquier Demonio es atractivo.

-Vaya... Es bueno saber que tienes tan buen concepto de mi...-comentó arqueando una ceja para mirarle unos segundos después.

-No puedo decir yo lo mismo de los diablos... No todos sois atractivos...-comentó mirándole de arriba a abajo para fruncir después el ceño, recordando qué cosas decía la gente que eran atractivas y cuales no. Puesto que no apreciaba belleza y demás, debía fijarse en otras cosas de la gente que le rodeaba.

Griffith suspiró, mirando el cielo fijamente. Sus ojos, cuando se centraban en aquel paisaje oscuro parecían cambiar.

-La belleza es algo efímero. No existe. Sólo está en los ojos del que mira -dijo de pronto- Un ser de aspecto terrible a los ojos del mundo a mí puede parecerme algo sublime, mientras que, aquel quien se admira por su físico podría ser el peor de todos... -se levantó un poco y luego se puso de rodillas, abrazando a Gillthanas por la espalda- Sé que odias que te toquen, así que te abrazo por joder, no por nada más -dijo acariciando su cbaello

Quizás dependía de como llevase el día. Si eran humanos los que se atrevían a rondarle estaban más que autorizados bajo una condena personal de la que ya no se librarían, aunque el demonio antes de consumirla se dedicaba a darles diversión a ambos. En el caso de los demás.... No tenía órdenes en el caso de los demás. Lo que debiera hacer sólo podía escojerlo él y casi siempre, aunque después diera igual, erraba.

Se inclinó un poco hacia delante mirando de reojo hacia abajo viendo aquellos dos brazos y después de no recapacitar lo suficiente se revolvió entre aquellos dos brazos sin desenrroscarlos de sí para quedar de frente al diablo, pasándole las dos manos por la espalda y apoyándolas sobre los omóplatos para apretarlos suavemente y, del mismo modo, sin pensar aproximó sus labios a los ajenos para atraparlos un segundo, besándole, para después darse cuenta de lo que había hecho. A penas abrió los ojos un poco para respirar sobre la boca de Griffith, pensando todo lo rápido que podía pero sin aclararse del todo. Se aproximó de nuevo titubeante pero no le besó, si no que retrocedió un poco apartando suavemente la cara con la frente arrugada.

Griffith le miró unos instantes. Esperaba un golpe, un grito, un empujón, un pellizco quizá; pero de ningún modo esperaba aquello. ¿Un beso? Frunció el ceño sin saber qué decir o hacer. En otra situación quizá se hubiera tirado encima de él y sin pensarlo dos veces le habría desnudo, pero no era el caso.
Miró a un lado y luego echó a reír como un niño, tocándole la punta de la nariz con un dedo.

-¿Me pones a prueba? -dijo de pronto volviendo a abrazarle como si fuera un peluche para tirar un poco de su pelo- Hoy hay luna llena -musitó de pronto mirando hacia arriba, con el rostro pegado al ajeno, aún entre ese abrazo- Quizá nos está afectando -susurró de forma más sensual en su oído, pasando entonces su lengua por su lóbulo y mordisqueándolo para retirarse un poco, descansando después la cabeza ensu hombro, mirando hacia abajo, delineando sus pantalones- ...Burro.

Gillthanas hizo un gesto leve y corto aunque algo brusco, apartando la cabeza en cuanto notó aquella lengua y le sujetó acto seguido la mandíbula con una mano pero alfojó los dedos, recapacitando de nuevo.

-Puede que te afecte a tí, pero a mi no-le contestó aún sujetándole de aquel modo. Pronto cerró los ojos y tomó aire profundamente para soltarle y dejar que la mano resvalase un momento por su cuello. Deslizó los dedos hasta su nuca y después los enredó en su cabello mientras suspirando acercaba de nuevo los labios a su rostro, dejándole que más abajo fuera tanteándole como quisiera

Griffith le miró unos instantes y tras ello frunció de nuevo el ceño. Por segunda vez no esperaba que el chico continuara. Entrecerró la mirada y se acercó al rostro del muchacho, acariciando su nuca lentamente con un par de dedos y empezando con un beso algo más profundo, terminando por cerrar sus ojos completamente y ladeando un poco el rostro para juguetear con su lengua en aquella fina piel sonrojada, acariciándola.

Sus manos bajaron a su cintura, acariciándola

Después de un instante vacilando si seguir o no con aquello las manos del demonio bajaron hasta las de Griffith, tomándole por las muñecas para detener su avance un momento. Las devolvió hacia delante, manteniéndolas entre ambos cuerpos para que no le tocase y meditó unos instantes.

-No se a ti... pero a mi esta vez me está costando más que las millones de veces anteriores...-comentó frunciendo el ceño mientras le miraba las manos un instante. Se pasó con suavidad la lengua por los labios como uno de sus innumerables tics tonando en ellos un sabor que no tenía antes, un sabor nuevo algo desconcertante que pertenecía al diablo-. Soy bastante exquisito para estas cosas, ¿sabes?-comentó después para alzar su vista blanquecina a la ajena-. No me gusta estar encima de una piedra. Es incómodo.

Griffith le miró a los ojos blanquecinos unos instantes y tras ello le volvió a besar, un contacto a penas que hizo que ambos labios se rozaran.

-Ah... no sé. Será que te gusto de verdad y te pones nervioso -le tocó la nariz con un dedo y luego retiró sus manos, levantándose de la piedra y tomándole de una mano para que el chico hiciera lo mismo, quedando enfrente de él. Era mucho más alto que Griffith, quizá unos 20 centímetros, aunque le iba igual bien para besarle.

-Mmmmm... -levantó los ojos un momento- ¿Y ahora qué?

Gillthanas le miró los labios y después a los ojos un momento para desviar un poco la mirada hacia otra parte.

-No me gustas-aseguró padaleando despacio las palabras sin mirarle-. Ni si quiera me caes bien-dijo sorprendiéndose consigo mismo mientras le volvía a mirar con el ceño levemente fruncido-. Pero tú quieres seguir, ¿verdad?-le dijo cada vez en voz más baja mientras se acercaba a su oído y le rodeaba los hombros con un brazo, haciendo un viejo truco que les hizo desaparecer de allí para materializarse de nuevo en una pequeña parte de aquel paisaje siempre limitado para él. Sin embargo aquel claro en medio del bosque era especialmente indicado para un demonio que le gustaba la ausencia de gente a su alrededor. Allí se tumbaba a veces mirando al pedazo de cielo que se dejaba ver entre las copas de los árboles en el claro ahora inundado por la luz de la luna llena.

El chico le miró unos instantes y cuando se situaron en el claro del bosque se distanció unos centímetros, mirando hacia otra parte.

-No hagas nada por mí, gracias -comentó colocando las manos tras su espalda y entrelazándolas, balanceándose de lado a lado y luego sonriendo como un niño con el cabello un tanto desordenado- Si no te caigo bien entonces no sé para qué me hablas ni ese tipo de cosas -se estiró un poco, dejándose caer en el suelo y mirando los árboles que tapaban su vista.

-Esto está bastante tranquilo, y hay un poco más de calor... -se dio media vuelta, dándole la espalda de Gillthanas y suspirando.

-No me importa lo que tu quieras o no. No te hago favores...-le respondió mientras le miraba desde su posición. Alargó una mano hasta él, sujetándole por la ropa y agarrándola, sin tirar de ella demasiado.

-No te besé porque creyera que tu querías. Quería hacerlo yo y lo hice. ¿Eres capaz de comprender algo así de simple o tengo que hacer un esquema?-le preguntó medio en broma arqueando una deja pero sin soltarle-. Pero... si los dos están de acuerdo es mucho más fácil. ¿No te parece...?

Griffith le miró unos instantes y tras ello frunció el ceño, colocando una mano en la muñeca ajena.

-Eh... Pues no sé. Si tienes un calentón no es mi problema... -suspiró unos instantes y tras ello le tocó la nariz de forma amistosa, enganchando sus piernas alrededor de la cintura ajena para estar más cómodo- No deberías hacer ese tipo de cosas con personas que no te caen bien -peinó su propio pelo, arreglándolo- Estoy esperando el esquema -dijo de pronto, mirándole- ...Mmmm... -le besó nuevamente los labios, enganchándose a él como un coala.

Gillthanas le rodeó la cintura con ambas manos y se dejó llevar hasta el suelo, sentándose con Griffith enroscado en su cuerpo.

-Si no te gusta puedes irte de nuevo-le dijo apoyándole una mano entre los omoplatos para pegarle a su cuerpo y rozarle la mejilla con los labios llegando a su cuello, a penas rozándolo como si le temiese a la piel, pero atreviéndose a tocarla y macerarla pese a estar expuesto al peligro de que le explotase en la cara. La otra mano se deslizó entre ambos cuerpo y fue subiendo por su pecho hasta alcanzarle los labios, los cuales, tras dudar, acarició con la yema de los dedos.