Sombrero de sombras - privado -

Griffith le miró un instante y luego apretó más una de las flores, destrozándola lentamente mientras no sabía qué decir.
Suspiró y le observó, sin decir nada.

-Sí, estuvo bien -musitó con una sonrisa medio infantil, dejando luego una de las flores en el pelo ajeno y volviendo a admirar aquello.

Tomó aire, recostándose en el suelo y mirando el cielo. Decir nada sería demasiado así que optó hacer como aquella frase dice: Quien calla, otorga.

Se acurrucó pasando una mano por su brazo ante el leve frío que hacía, siguiendo con aquella planta entre sus dedos.

-¿Vas a quedarte ahí?-le preguntó el demonio sentado sobre el suelo, alargando un brazo para ir recuperando sus prendas y poniéndoselas-. Es de mala educación abandonar el lecho después de tener sexo, pero...-comentó sonriendo para sí mientras se vestía-. Yo no voy a quedarme aquí para conjelarme.

El demonio terminó de vestirse y después se acercó de nuevo al diablo, arrodillándose a su lado.

-¿Qué te pasa? ¿No será que tú si te arrepientes?

Griffith le miró unos instantes y tras ello suspiró, acariciándole la mejilla y sonriendo como un niño, levantándose y poniéndose la ropa lentamente.

-No -dijo como si nada, encogiéndose de hombros- El sexo es sólo sexo ¿no? -miró el suelo como ni creyendo en aquellas palabras y fue poniéndose los pantalones- Uf... -suspiró cansado- No sé qué me pasa -musitó acariciándose la mejilla y tras ello entreabriendo los ojos- Me siento un poco vulnerable -observó a Gillthanas y se apoyó en un árbol- Aj...

Gill le siguió con la mirada sin moverse del sitio, viendo como iba y venía, mirándole mientras se vestía y hablaba.

-¿Debería ser normal?-preguntó desde su posición. ÉL tambien estaba agotado aunque por nada del mundo lo demostraba, pues era una muestra de debilidad momentánea ue no debía brindarle a nadie nunca-. ¿O es por algún otro motivo?-preguntó por no estar callado, levantándose también y dirigiéndose hasta él.

Se encogió de hombros, sin saber qué decir y qué responder respecto aquello.

-No es nada, supongo que necesito descansar -comentó acariciándose la nuca y rascándosela un poco- Soy un idiota, no sé por qué me siento así de repente -levantó su mirada, acercándose entonces a Gillthanas y abrazándole sin decir nada, apoyando la cabeza en su pecho y estrujándole- Abrázame fuerte... -casi suplicó mordiéndose el labio inferior y con ganas de llorar- Qué pasa, maldita sea...

Gill se vio abordado de pronto y mantuvo los brazos separados del cuerpo de Griffith un momento sin comprender del todo la situación, pero después de pensar rápidamente un momento optó por devolverle el abrazo y servir al menos de anclaje reconfortante.

-Casi era preferible que pertenecieses al club de los del cigarro de después...-comentó arqueando una ceja mirando a lo lejos. Bajó un momento la vista y le apoyó una mano en la frente para después apartarle los cabellos y poder verle-. ¿Te duele algo?

Griffith negó con la cabeza y luego sonrió , ocultando de nuevo el rostro entre el pecho del muchacho.

-A veces me siento vulnerable, sobre todo en estas situaciones en el que todo es una mentira. Quizá en mi vida humana quise a alguien y ni tan siquiera lo recuerdo -le miró unos instantes y le acarició el rostro- Ha estado bien, sí -asintió con el rostro y tras ello le besó los labios- ¿Quieres irte ya?...

Después del beso no pudo evitar ignorar aquella última pregunta para mirarle de nuevo sin comprender muy bien el por qué de todo aquello.

-¿El qué es una mentira?-le preguntó cogiéndole por los hombros un instante antes de verse demasiado agresivo y soltarle. Él al menos se veía bastante real, a menos que estuviese de nuevo hablando de la farsa que estaban viviendo todos. Pero de ser así... ¿por qué empeñarse en tener fe en ella?

Griffith le miró unos instantes y luego entrecerró los ojos.
Se estremeció y le observó.

-A veces creo que dejaría mi mayor ambición, la que te conté, por alguien. Renunciaría a mi vida eterna y a mis años a cambio de volver a ser humano y estar a aquel quien quiero. Podemos vivir una vida larga, eterna, podemos mantenernos despiertos durante siglos despiertos. Pero, dime, detrás de todo ello ¿qué hay? Un vacío enorme que la venganza, la muerte, ni tan siquiera la sangre puede llenar. Un vacío que sólo puede ocupar un pequeño príncipe de cuentos de hadas que tantas veces hemos oido hablar y que, probablemente, ni existe. Necesitamos... no, necesito sentirme querido. De alguna forma a veces necesito a alguien que me de la mano y me alente, que me diga que está ahí para lo bueno y lo malo. Después de todo... Yo fui humano.

Observó el cielo de nuevo y se alejó un poco de Gillthanas.

-Deberías irte...

Gillthanas le miró pacientemente y al final suspiró suavemente, mirándole con comprensión.

-Los seres humanos nacen sin alma-le dijo entonces después de unos segundos en silencio-. Se la ganas mientras viven, a través de los años con sus buenas acciones hasta que llega un demonio que le tienta a hacer las cosas al revés y la pierde...-comentó alzando una ceja y encogiendo un hombro-. Si ellos se pueden labrar ese destino, porque no está escrito y pueden moldearlo a su gusto...-recalcó mirándole a los ojos-... también se puede hacer que toda esa mentira y cosas vacías se llenen, si quieres.

Gill dio un paso atrás tan sólo para poder verle completamente.

-Y no voy a irme tan pronto-dijo después frunciendo el ceño y rascándose el cuello con una mano-. Así cualquiera diría que me he aprovechado de tí, y yo soy un caballero.

Griffith bajó la mirada sin saber qué contestar y se cruzó de piernas, por los tobillos, mirando el cielo y levantando su brazo, intentando atrapar el astro luna, cerrando los ojos y cerrando el puño para dirigirlo a su pecho, suspirando.

-No puedo llenar un vacío que me fue prohibido llenar -comunicó mirando a Gillthanas- Renuncié a mi vida, a mis sentimientos, a las personas que más amaba... Y lo hice por ambición, por deseos de poder. Sólo por ello cargué durante milenios con esa carga... Ahora, no lo entiendo muy bien, pero parece que todo se tuerce. Extraño. Es... realmente extraño -se deslizó por el tronco del árbol y se sentó cómodamente, con la frente apoyada sobre sus rodillas flexionadas- ...No somos más que las piezas de un puzzle que pueden romperse.

Gill le miró ladeando un poco el rostro y sonrió.

-Entonces sí te arrepientes-le dijo con suavidad pasándose el dorso del índice por el labio. Se acercó un par de pasos a él y apoyó una mano en el tronco del árbol, mirando un instante la corteza para después mirarle a él-. Supongo que no soy el más indicado para hablarte de eso, puesto que yo ya nací siendo piedra pero.. quizás si pueda escucharte, aunque tampoco soy el más indicado ya que tengo permiso para matarte si creo que mi vida peligra antes...-comentó arqueando una ceja y sonriendo después.

Le observó unos instantes y sonrió.

-Déjalo. No se me da bien hablar de ésto. Ni a ti ni a mí -se estiró entonces, dándole un golpe flojo en el hombro- Deberías haberme matado el día que me conociste, o antes, en el acantilado. Realmente no me importa mi destino, sea el que sea.

Jugueteó con su propio pelo blanquecino, cubriéndose mejor con la chaqueta que llevaba y suspirando.

-¡En fin! ¡Tenemos que alegrarnos! ¿no? -dijo volviendo a sonreír como era habitual en él, de forma totalmente infantil y noble- Tengo ganas de comer mucho y estar al lado de la chimenea -tocó la nariz de Gillthanas y sacó la lengua- ¿Vas a sonreír por una sola vez?

-¿Yo?-preguntó un momento desorientado frunciendo el ceño. Se separó nuevamente del árbol respetando siempre las decisiones de sus adversarios, más aún las de sus... más o menos semejantes. No dijo nada más al respecto, y después de estirarse completamente desentumeciendo sus músculos miró en dirección contraria. Después de haberse transportado allí debía hubicarse de nuevo en el mapa.

-Creo que cerca de aquí hay una posada para comerciantes. Seguramente tienen chimenea...-comentó pasándose la mano por los cabellos, recogiéndolos sobre la frente y echándolos hacia detrás dejando que las ondas de cabello canoso y suave rebotase contra sus hombros.

Se acomodó mejor en el árbol y sonrió al ver que evitaba aquella petición de sonreír, por lo que fue hasta él, aferrándose a su cintura y besándole la frente tras hacer que bajara un poco el rostro.
Miró a su alrededor, todo parecía estar en silencio, ordenado, y eso, sin duda, le gustaba.

Estiró su cuerpo y deslizó una mano desde el pecho hasta el abdomen, por encima de la ropa.

-No te preocupes, puedo quedarme aquí, no tenemos por qué ir a la posada -le guiñó un ojo y tras ello se abrazó, su piel estaba caliente- Me gusta tu temperatura -dijo tocándole la nariz con un dedo y mirándole a los ojos fijamente con su rostro impoluto.

Gillthanas le miró un instante de nuevo guardando silencio por un momento. Quizás para algunos aquellos intervalos sin palabras resultasen incómodos pero él los necesitaba para pensar.

-Aquí no hay chimenea...-dijo pensando en voz alta mientras le miraba, hasta que elevó un poco e rostro alzando ambas cejas-. Pero si lo que intentas es darme pena o que me compadezca de ti... creo que ya sabes que conmigo no funciona. Es temporada baja y no hay muchos comerciantes que se paseen por aquí, pero si lo que quieres es quedarte...-comentó encongiendo un hombro sin moverse del sitio.

Le miró a los ojos y volvió a bajar la mirada.

-No pretendía darte pena -dijo mientras jugueteaba su pie en la hierba, frunciendo el ceño- Sólo no quiero ser una carga ni nada así. Tampoco tengo frío así que no me importa quedarme aquí -aunque Gillthanas no lo viera toda su piel estaba erizada como era de esperar a aquellas horas de la noche por la temperatura- Oh, mira -cambió de tema directamente, viendo una ardilla corretear por un árbol y luego sonriendo- Qué bonita, mira como corre -dijo siguiéndola con la mirada.

Pero al demonio no le interesaba para nada la ardilla. Frunció el ceño de nuevo observando aquel cambio de tema inútil y le cogió de la mano para llevárselo de allí.

-Vamos. Iremos caminando, dando un paseo...-le dijo como si estuviera hablando con niño pequeño que no entendiera el mismo idioma, saliendo con él de la luz que bañaba el claro y metiéndose entre los árboles teñidos de suave luz azulada de la noche-. No debe estar lejos. Desde aquí se huele la carne...-comentó con la vista al frente y despreocupada.

Griffith le miró de reojo y luego suspiró. No sabía del todo bien qué pensaba Gillthanas y, quizá, momentos antes le hubiera dado igual, pero ahora parecía incluso importarle.
Frunció el ceño y decidió no hablar, tampoco deseaba importunar los pensamientos que podría tener su compañero o algo similar.

Paso a paso fueron andando lentamente. Griffith miraba el suelo, sin pensar nada, moviéndose casi por inercia y por algunas sacudidas que le daba de vez en cuando el mayor para que espavilara, a lo que él reaccionaba con simples asentimientos de cabeza.
No sabía cuánto tiempo había pasado, pero el silencio le hacía parecer una eternidad.

-...

Al final de la arboleda había efectivamente un camino mercante que llevaba directamente con un pequeño puerto de paso con apenas un par de casas apagadas y una taberna abierta porque así era el reglamento, porque seguramente la escasez de clientes le había quecho al dueño que le rondase por la cabeza la tentación de cerrar y tomarse unas vacaciones.

-¿Ves? Comida y chimenea...-dijo mirando aquel edificio de madera que en realidad parecía bastante acojedor. Le miró a él después de reojo y esperó a que dijese algo, en silencio y sin moverse del sitio.

A pesar de eso Griffith no dijo nada. Paso a paso fue hasta la posada sin esperar a Gillthanas, suponía que el hombre no quería ir con él y tampoco iba a despedirse, no le gustaba demasiado ser cursi o pensar en qué decir para el adiós.
Entró y el posadero le miró, de arriba a abajo, no solían verse hombres con sus cualidades físicas en aquellos campos.

-Una habitación... y algo de comida -dijo arrastrando la voz, con el rostro sereno y frío, como siempre- ... -tras pedirle que esperara un momento Griffith salió a fuera, esperando que Gillthanas no estuviera.

Pero el demonio seguía allí de pie. Para él el tiempo ni ese tipo de miniedades no existían de modo que no le importó esperar un poco a ver qué era lo que hacía aquella criatura. Le miró desde su posición y finalmente, mirando al camino un momento, echó a andar hacia él con suavidad hasta llegar a su altura.

-Parece que te hayan dado una paliza...-le dijo alzando una ceja, emulando estar sorprendido, para entrar un momento en la posada y echar un vistazo al interior para salir de nuevo-. ¿Has pedido ya algo?

No esperaba que estuviera aún allí pero su respuesta fue una simple sonrisa, no sabía bien si de decepción o alegría. Se sentó en un banco y cruzó sus piernas.

-No sé. Una habitación y algo de comida -dijo mirándole. Tomó aire y tras ello se estiró- ¿Por qué te has quedado? -cuestionó mirándole- ¿No decías que no te caía bien? -pasó la mano por su propio rostro, despejándose ante el leve cansancio que sentía. Su rostro parecía de porcelana- Me siento un poco extraño, creo que es de tanto esfuerzo -bromeó-

El demonio le miró desde el humbral de la puerta y después diriogió la vista a lo lejos, al bosque azul recubierto con la luz de la luna llena que ya pronto comenzaría a menguar.

-Bueno es fácil. Ya has pedido una cama, ¿no? Cuando despiertes mañana sabrás si esa idiotez que te rodea ahora es de cansancio-le dijo con voz tranquila ignorando el resto de comentarios para acercarse a él y sentarse a su lado en el banco.

-Creo que sólo me he estado aburriendo durante unos cuantos años. Ahora que he encontrado con qué distraerme no me quieras privar de ello, diablo-le dijo sonriendo de medio lado como si aquel nombre fuera más un insulto.

El chico le miró y sonrió, dándole un leve golpe en el brazo.

-Sé que no duermes ni comes, pero si quieres puedes venir conmigo dentro -comentó levantándose de un pequeño salto- Contigo también me lo paso bien, debe gustarme que me insulten, me lleven la contraria, me traten mal y me violen -le ofreció la mano entonces para ayudarle, mirándole fijamente los ojos- Aunque aún tengo que convencerte de muchas cosas así que... tendré que esforzarme más.