Sombrero de sombras - privado -

Griffith le miró fijamente con sus ojos azules y claros, entreabriendo sus labios para besar los dedos de Gillthanas y tras ello sonreír nuevamente. Cada acción que realizaba el demonio era nueva para él, más que nada porque 10 minutos atrás no podía haber pensado en nada similar.
Las ráfagas calientes de aire se aglopaban a su lado y mecían los árboles con traquilidad ofreciéndoles a aquellos dos seres 'divinos' una extraña pero relajante melodía.

-Gillthanas... -musitó cerrando sus ojos y acariciando también su mejilla- Este romanticismo no va para ti -se apoyó con un codo en el suelo, acercándose al rostro ajeno- Bésame y calla.

El demonio le miró un momento a los ojos mientras hablaba y apoyó de nuevo la mano en su espalda sin parpadear a penas. Aquella oscuridad hacía que casi de forma automática sus ojos empezaran a brillar suavemente, o eso parecía, perdiendo el poco tinte azulado que tenían.

No dijo nada. Tampoco iba a decir nada aunque no se lo pidera él, y aunque a punto estuvo de discutirle aquello calló entrecerrando los ojos, rozándole un instante la comisura de los labios con los suyos, como si se lo pensara antes para finalmente besarle, en un principio con suavidad e inseguridad para irse abriendo camino después con algo más re fuerza y rapidez, apretándole contra su cuerpo. De todos modos un día era un dia....



[Me voy a dormir la mona un rato que tanto viaje me ha dejado sin conciencia.... Hasta mañana]

El muchacho le miró unos instantes y luego le besó de forma profunda, acariciando su cabello lentamente, acariciando con su lengua la ajena mientras sus ojos permanecían cerrados, abriéndose a sentir aquellas sensaciones mientras se acomodaba mejor en el suelo con su brazo y sentía la mano de Gillthanas apretarle sobre si.
Su mano se atrevió a viajar por debajo de la ropa del mayor, palpando su abdomen fuerto y fórnido y tras ello se abrazó nuevamente a él.

-Estás caliente... me gusta mucho tu calor, ers de sangre caliente -le besó nuevamente los labios, peinando el cabello ajeno con los dedos- Mmmmm... Me gustas un poquito más así cariñoso

-Pero no te acostumbres-le avisó con voz trémula y tranquila al mirarle una vez más a los ojos. Al notar la mano del diablo sobre su estómago lo contrajo suavemente, cerrando los ojos y relajándolo de nuevo para posar la cabeza en el suelo al fín y mirándole de nuevo.

La mano que mantenía en su espalda bajó por ella para colarse bajo su ropa y volver a subir rodando por encima de su columna, esta vez notando la piel ajena él también bajo sus dedos. Acercó sus labios de nuevo hacia GRiffith y después de titubear un segundo le besó en la comisura de los labios, bajando por su barbilla para alcanzarle el cuello que tanto le gustaba.

Griffith le miró unos instantes y tras ello le acarició la mejilla con un par de dedos, sintiendo los dedos ajenos en su pecho.

-Mmmmm... -estiró el cuello, disfrutando de los cálidos besos y caricias de Gillthanas- Ah.... -acarició su abdomen con tranquilidad, subiendo por su pecho y palpando los músculos- Espera -se colocó encima de su abdomen sentado, agachando su rostro para volver a besarle mientras los cabellos blancos caían sobre su rostro- Así mejor... -le estiró el jersey hacia arriba, pasando a besar sus costillas y subiendo hasta su pecho

Gillthanas separó un momento las manos del cuerpo ajeno al notar que le besaba sobre la piel del pecho. Se pasó los dedos por la frente un instante, un tanto mareado aunque en realidad era la desorientación de, por primera vez, quizás, no ser muy consciente de lo que hacía, y que nada de lo que hacía había sido planeado

Se mordió el labio y le miró un instante apoyando una mano en su cabeza para enredar los dedos un instante en sus cabellos. Supuso que sería un contratiempo impensable dar marcha atrás ahora. Lo hecho hecho estaba, de modo que dejó caer con suavidad la cabeza en el suelo y cerró los ojos.

Griffith le miró unos instantes y luego se acercó a sus labios, rozándolos con los propios mientras recorría su torso con una mano, de arriba a abajo.

-¿Arrepentido? -cuestionó levantando un poco su rostro mientras le hacía levantar unos instantes de cintura arriba para poder sacarle el jersey completamente y tomar sus muñecas con una mano, posándolas encima su cabeza mientras las apretaba un poco y se dedicaba a besar entre su pecho y cuello, dejando algunos lametazos en sus pezones y alguna que otra mordida.

-¿No te gusta? -cuestionó soltándole y quitándose él mismo. Su cuerpo era delgado y bastante pálido aunque sin ser enfermizo. Pasó una mano por su cabello, apartándolo de delante de su rostro y quedándose con las manos apoyadas en el pecho, mirándole desde arriba- Ahora mismo estás adorable.

GIllthanas observó su torso desnudo un instante para después mirarle a los ojos, tanteando con los dedos suavemente las manos que mantenía en su fornido pecho.

-Pero no es lo mismo...-murmuró pasándose la lengua por el labio inferior, removiéndose un poco bajo él-. Yo nunca me arrepiento, pero si crees que peude pasarte... aún estás a tiempo de irte...-le dijo con suavidad alargando una mano hasta su cabello, blanquecino como el suyo, para acariciarlo un instante y alcanzar después sus hombros con la yema de los dedos.

Le observó unos instantes y luego pellizcó suavemente uno de sus pezones, levantando un poco su trasero y poniendo la mano en sus pantalones, mirándole a los ojos y con el pelo un poco desordenado, con una pequeña sonrisa.

-¿Arrepentirme? ¿Yo? Soy un Diablo -desabrochó un poco sus botones, palpando por encima de su entrepierna y luego retirando la mano para volver a subir- Estás calmadito, se me hace hasta raro verte así... -comentó besándole de forma profunda, le encantaba juguetear en estos momentos- Pon un poco de tu parte. ¿No, Gillthanas?

-¿Para qué iba a hacerlo?-preguntó rodeándole con ambas manos, apretando de nuevo las manos en su espalda para atraerle hacia sí y retenerle un momento mientras le besaba para acomodarse mejor bajo él, flexionando las rodillas-. Tú sólo te las arreglas muy bien.

Le sujetó entonces por los costados moviéndo aquel cuerpo que en comparación con el suyo era del todo minúsculo, y fue desdenciendo por su pecho besándole con cuidado al tiempo que tiraba de él, sentándolo cada vez más cerca de su pecho.

Le miró unos instantes y luego sonrió, descendiendo el rostro para morderle la nariz con cuidado, bajando a sus labios.

-Eres un cielo... cuando quieres -le acarició el cuello y tras ello se apartó de nuevo, terminando de desabrochar sus pantalones y acariciando su vientre- A ver... -pellizcó su abdomen, besando el pecho y descendiendo hasta su abdomen, mordiéndolo- Mmmmm... -le tocó el pelo con suavidad y luego observó sus ojos, fijamente- Interesante... Ahora pareces apasible. El sexo te relaja ¿eh? -palpó entonces sin ningún pudor la entrepierna- ¿Mejor?

-Supongo que es una buena terapia, pero no sabría decirte si relajante...-comentó con la vista perdida en el cielo. Cerró los ojos un momento y después se incorporó un poco para poder ver todo lo que hacía. Apoyó los codos en el suelo y se acercó de nuevo a su piel, rozándola con los labios y respirando sobre ella al notar como las caricias iban haciendo efecto y poco a poco su miembro iba despertando allí debajo.

-¿Y tú que...?-preguntó con suavidad sin mirarle, apoyando todo el peso en uno de los brazos para acariciarle el vientre y desabrochar su pantalón, imitando los movimientos del diablo y metiendo bajo la ropa para tocar sin pudor alguno su sexo.

Griffith sonrió con malicia y tras ello entrecerró los ojos con una pequeña sonrisa al ver las acciones del Demonio. Sus ojos de un color antaño, azul cristalino, indefinidos en cuanto sentimientos, relucían con esperanza, incluso miraban a Gillthanas con cierto cariño. Movió un poco sus caderas, apretando entonces el sexo también entre sus dedos y mirándole.

-¿Te gusta así? -cuestionó con una pequeña sonrisa, estrujando más su miembro y luego mordiéndole el labio inferior- Espero que nos lo pasemos bien, aunque tre caiga mal, no importa.

El demonio le miró un momento a los ojos, pensando en ello. Sí, claro que le gustaba. ¿Debía preguntarle de verdad sobre ello? Se acercó de nuevo a sus labios, manteniéndose sobre ellos a escasos milímetros y como una acción ya gravada de ante mano y que se activara como un piloto automático, le rodeó por los hombros con un brazo para empujarle a un lado, tumbándole y yéndose él sobre su cuerpo. Ni si quiera se paró a pensar si le resultaría un gesto incómodo al diablo, y tampoco pensó en ello después de hecho.

Le volvió a mirar a los ojos trémulo y apoyó el antebrazo al lado de su cabeza para volver a besarle una vez más con algo más de decisión, actuando ya por iniciativa propia, violento y rápido, de movimientos precisos y pensados de nuevo con siglos de antelación, como si realmente lo hubiera escrito alguien antes.

Griffith le miró unos instantes y tras ello le miró a los ojos, acercándose a su cuerpo y apratando la mano de su entrepierna, rodeándole de la cintura y palpando sus músculos fórnido y viríl.

-¿Qué pasa, se te ha despertado tu lado macho? -preguntó con una sonrisa, guiñándole un ojo- Ven aquí -presionó su cintura para que sus cuerpos se pegaran aún más- ¿Quieres demostrarme lo hombre que eres? -cuestionó con una sonrisa, deborando sus labios- A ver cómo me tratas a partir de ahora, pero no seas demasiado duro

Gill le miró de reojo y lamió sus clavículas despacio para volver a subir hasta su rostro y poder mirarle a los ojos mientras se hacía un hueco cómodo entre sus piernas y comenzaba a moverse suavemente apretando los sexos de ambos entre ellos.

-No dejo de ser hombre, al fín y al cabo-le dijo con suavidad separándose un poco de él para posarle ambas manos en la cintura, acariciándole los costados, viendo como aquel cuerpo delgado y suave podía amoldarse y moverse bajo sus manos con suavidad. Era quizás la parte que más le gustaba de cualquier cuerpo, y por la que se dejaba anestesiar siempre. Le miró de nuevo a los ojos desde allí y sin dejar de mirarle deslizó las manos hasta su pantalón separándose un poco más de él para ir desprendiéndole de él poco a poco, bajándolo y dejando que resvalase por sus muslos.

Griffith le observó unos instantes y luego suspiró de forma profunda, mirándole a los ojos.

-Mmmm... Entonces, demuéstrame lo hombre que eres -tomó la mano de Gillthanas tras quitarle los pantalones y luego sonrió, mordiéndose el labio inferior, acomodándose mejor encima de la hierba- Espera, si no te lo quitas tú entonces no tiene gracia -como si nada le apartó de encima y le hizo poner de rodillas, deslizando los pantalones por sus pierns junto con la ropa interior, pasando a besar su cuello con lentitud y con lentas mordidas- Termina de quitartelo, eso sólo son molestias -musitó alejándose un poco y tumbándose de nuevo hacia la hierba con sus calsoncillos puestos, con las manos en la nuca

Gillthanas se tomó su tiempo para dejarles a ambos completamente desnudos, pero es que había que hacerlo despacio y con tino acariciando y mirando todo aquello que iban descubriendo sus dedos a cada centímetro que desvelaban a la tenue luz de la luna.

Nunca había entendido qué tenía de especial aquel cuerpo que había escogido para poder moverse entre los humanos, pero también estaba bastante orgulloso de él. Se miró a sí mismo aún de rodillas frente al diablo, tocándose el estómago un momento para volver la vista a Griffith. Se agarró a una de sus piernas, anchándose en ella con suavidad para volver a pegar su pecho al ajeno y así lograr besarle con tranquilidad.

-¿Estás así más cómodo?-le preguntó empujándole el rostro con el suyo.

Levantó los brazos, rodeándole por la nuca, acariciándola lentamente y peinando su suave cabello que por segundos parecía seducirle más. Se acomodó un poco más, sonriendo.

-Digamos que no está mal -arqueó un poco su cuerpo para que aquellas dos complexiones tubieran contacto. Tras ello pasó su mano por la espalda de Gillthanas, recorriendo su espalda, justamente en la espina dorsal- Eres grande ¿eh? -dijo con una pequeña sonrisa, entrecerrando la mirada y acurrucándose mejor bajo aquel cuerpo- Se está bien aquí... -susurró deslizando sus dedos por la parte trasera del cuerpo, llegando a la cintura y volviendo a subir- Tu piel está muy caliente -besó sus labios por milésima vez moviendo al mismo tiempo la cadera suavemente- Mueve tu cintura... -dijo buscando un roce mayor.

Gill seguía con una mano puesta en el costado del diablo. Sus manos eran grandes y podían abarcar mucha piel, y era algo que le encantaba sobre todo si el cuerpo de la otra persona era menor que el suyo.

Mientras le besaba y le mordía, deslizándose de nuevo por su cuello, lamiéndole la piel bajo las orejas y llegando de nuevo a la altura de la nuez, iba acomodándose entre sus piernas, deslizando la otra mano por la parte posterior de sus muslos y tirar un poco de ellos, sin dejar de moverse sobre él lentamente, haciendo que todo su cuerpo de arriba a abajo se frotase con suavidad contra el de Griffith.

-Sí que se está bien..-murmuró a su oído, pegando sus anchos hombros a los del diablo para presionar su miembro ya algo endurecido contra el ajeno, separándose después para que corriese entre ambos algo de aire frío y volver a repetir la operación-. Tengo buen gusto.

Griffith le observó unos instantes y luego arqueó su espalda ante aquel sublime contacto de los dos cuerpos, sonriendo de forma infantil al sentir aquellas dulces carícias y besos. Decir que no estaba a gusto y que su propio cuerpo no sentía nada,era mentir. Se le erizaba la piel por el frío y las sensaciones y a pesar que no soltaba ni un sólo jadeo no se cortaba al momento de largar suspiros placenteros y algún que otro gruñidito.

-¿Buen gusto? ¿Eso a qué viene? -no tuvo reparos en morder la suave piel de su hombro, abrazándole por la cintura y pegando más sus cuerpos- Mmmmm... -se abrió un poco más de piernas, dejando que el hombre pudiera acomodarse mejor y tras ello puso una pierna sobre la ajena, enroscándose, echando su pelo hacia atrás para que quedara disperso por el suelo. Sus ojos estaban entrecerrados y observaban a su compañero, sin decir nada

En cierto modo los suspiros y pequeñas voces que le regalaba el otro no eran más que un reticente poderoso que le permitía e invitaba aseguir con aquello por impensable que le hubiera parecido a penas un rato antes.

Le miró a los ojos pensativo mientras no cesaba en sus movimientos, acercando los dedos al rostro de Griffith para acariciarle la mejilla con la yema de los dedos, no como un gesto cariñoso. Cualquiera que se fijara bien en Gillthanas, en cualquier momento del día, podía ver en él mucho más que aquella máscara fría e inamovible. Era como una criatura en realidad recién nacida, que lo tocaba y lo miraba todo con itnerés, como si fuera la primera vez que veía algo así y quisiera saber más sobre ello. En aquellos momentos aquella era la imagen que daba el demonio, y, aunque a veces fuera consciente de ello, nunca había hecho nada para cubrirlo.

Le dejó un suave beso en el lateral de la barbilla para deslizar aquella misma mano hasta su boca, acariciándole los labios con un par de dedos que hicieron una incrusión rápida entre ellos para tocar la lengua.

Griffith sonrió a penas, deslizando su lengua a través de sus dedos mientras su pierna se dedicaba a acariciar los muslos del hombre. Sus ojos estaban fijos en aquel rostro inalterable, en esos ojos blancos que a pesar de ello, le miraban centímetro a centímetro y le examinaban como un niño recién nacido que empieza a conocer su madre.
Con su músculo bucal hizo que apartara el dedo y luego le miró, besando nuevamente su mano.

-No conocía esta faceta tuya, Gillthanas -musitó mordiéndole suavemente la nariz y tras ello tomándole de la mandíbula, levantando un poco su rostro para dejarle una marca rojiza que probablmente en sus días posteriores se volviera morada en el cuello- Así te acordarás -susurró con una voz casi infantil, amoldándose mejor y jugueteando con la piel del trasero de su acompañante, apretando de vez en cuando para que ambos miembros se rozaran.

Gillthanas deslizó el dorso de aquella mano por el torso de Griffith hasta llegar a sus piernas, las cuales esquivó y se acercó con el par de dedos húmedos a la entrada del diablo, tanteándola sin problemas pero sin entrar todavía, humedeciendo la piel de fuera. Apoyó nuevamente el antebrazo al lado de su cabeza para no apoyarse con todo el peso de su cuerpo sobre él y continuó mirándole a intervalos a los ojos.

-No necesito nada para acordarme de tí-le contestó hablando en voz baja antes de introducir en su cuerpo uno de los dedos y ayudándose de sus propias piernas para separar un poco más las de Griffith-. Te encuentro allá a donde vaya.... ¿no te parece suficiente?

Griffith se acomodó mejor, mirándole a los ojos. Aquel dedo ni tan siquiera le molestaba. No es que estubiera acostumbrado, todo lo contrario, pero tampoco le suponía ninguna carga aguantar aquello.

-No sé... Es para cuando no me encuentres, te acuerdes, al menos hasta la próxima vez -susurró besando sus labios, separando un poco más sus piernas y moviendo las caderas muy lentamente en forma de círculos- ¿Aún deshechas la idea del destino? -susurró entrecerrando su mirada azul y bajando la cabeza, mirando el cielo fijamente mientras suspiraba por las caricias. En otro momento no hubiera soportado ir tan lento, pero entonces lo disfrutaba- Sigue...