Sombrero de sombras - privado -

Por supuesto el demonio se levantó sin agarrarse a la mano que le ofrecían, y es que era algo que jamás hacía. Mientras se levantaba frente a él y volvía a ser más alto mantuvo la mirada fija en la ajena.

-Si vas a intentar covnencerme de que está escrito que mañana volveré a.. violarte...-recalcó aquella palabra con cierto retintín-... te aviso desde ahora que no hace falta que lo esté, ya pensaba hacerlo porque así lo he decidido yo...

Le gustaba jugar. Le gustaban las peleas verbales en las que lo que más imperaba era la originalidad para ser hiriente y dejar cicatriz, aunque aquella no era una de esas veces. Le miró de reojo y sin decirle más nada volvió a empujar la pesada puerta para entrar dentro.

Griffith entró detrás de él tras pagar aquella habitación y tomó una bandeja con comida. Aquel lugar no era demasiado grande. Tenía una cama de plaza y media donde podrían caber los dos pero tampoco para tener gran espacio. Se sentó unos instantes y tomó una fruta, mordiéndola.

-Está bien, tendré que dejarme entonces -como vio que Gillthanas aún permanecía en pie se levantó dejándolo todo en el suelo y cerró la puerta, acercándose por la espalda del mayor y besando su nuca, acariciando lentamente su cuello y tras ello bajando por el pecho, haciendo que se diera la vuelta y pegando sus labios al oido ajeno haciendo algo de puntitas- Si quieres pelearte conmigo deberás estar mucho tiempo a mi lado -susurró separándose él mismo unos centímetros y besándole los labios, empujándole un poco para recostarle en la cama y trepar por su cuerpo, obser vándole a los ojos y abrazándole- Te obligo... pero te voy a pedir también por favor.

En menos tiempo del que pensaba ya se había vuelto a ver abordado. Ni si quiera lo había previsto. O estaba perdiendo facultades o simplemente no quería estar alerta. En cualquiera de los dos casos le parecía estar en un aprieto, aunque no podía asegurarlo.

Le miró un instante, tumbado en aquella mullida cama, apoyando las manos en sus hombros lentamente, ajustándose a ellos para subir por su cuello hasta sujetarle la cabeza, enredando en aque gesto sus dedos en sus cabellos. Habían sido muchos los que, de una forma u otra, la mayoría mortales, le habían pedido que permaneciese a su lado, y lo había cumplido. El paso del tiempo no existía para él, cualquier momento de la vida y del lugar era posible, y podía estar en miles de sitios al mismo tiempo con tranquilidad. Pero del mismo modo que había accedido a aparentar a aquellos pobres humanos enamorados de él que el sentimiento era mútuo, condenándolos en secreto de aquel modo, no terminaba de comprender por qué le planeaba por la mente hacer lo mismo con alguien a quien no podía condenar, a alguien como él, y tampoco comprendía nada...

-¿Por qué creo que puedo estar dispuesto a aceptarlo?-preguntó más para sí mismo, pero acercándose al oído del diablo un tanto extrañado y desorientado. Que tenía pensado seguir "acosándole", con aquella palabra que parecía gustar entre ellos, por alguna extraña razón y que si era pedido sería aún más interesante, también podría decírselo, pero no lo hizo. Se quedó así respirándole sobre el oído y sus cabellos con los ojos cerrados y dejando que el olor dulce de la fruta les rondase.

Griffith frunció el ceño por aquella pregunta retórica y luego suspiró, sin saber qué responder. En aquella situación se sentía extraño, no entendía mucho. Si iba a analizar aquello era de las típicas situaciones en el que alguien se le declraba y él, sin más, rechazaba. Pero ahora era distinto. Era él mismo el que pedía permanecer al lado de otro hombre, de otro demonio, y a pesar de ello no lo negaba, aunque bien sabía que era parte todo de un juego irreal de dos infernales jugando a sentir algo. Se acomodó mejor sobre su figura y luego le volvió a besar los labios.

-Si crees que podrás aguantarme entonces no lo pienses más -susurró con una voz ténue y ciertamente dulce.

Había pasado mucho tiempo. Más de 3000 años exactamente desde que había renacido en aquel físico y aquella naturaleza 'divina' y por primera vez se veía débil ante alguien y la fuerza no tenía nada que ver.

Se estiró un poco y luego estiró el brazo para tomar una fruta, mordiéndola y mirando a su acompañante mientras se echaba a un lado y llenaba su estómago.

-Deberías probar la comida. Aunque no la necesitas tiene buen gusto -comentó dándole una pequeña caricia con el pie en el ajeno- No estes tan serio.

Gillthanas siguió con la misma duda, pero no volvió a preguntar sobre ello. Seguramente obtendría las mismas respuestas si lo meditaba él mismo, pero al igual queel enigma de si tenía padre o no, lo veía tan lejano de comprender que se rindió momentáneamente para cederle su tiempo a otras cosas con la promesa de regresar después a ello.

Miró la comida que se había traído y después de observarle a él comiendo se sentó bien sobre la cama, negando con la cabeza.

-No puedo comer nada que no se acarne humana, o de otras criaturas, y no puedo comérmela de cualquier forma-fue diciendo-. Todo lo demás que toca mi boca se convierte en ceniza antes de poder tragarlo.

Griffith le miró a los ojos unos instantes y sonrió, apoyando un dedo en sus labios y luego besándolos lentamente para tras ello bajar por su cuello con deleite.

-Mentira... -le tomó de la mandíbula, profundizando con el beso, acariciando la lengua de Gillthanas con la propia- ¿Ves? No pasa nada -musitó con una sonrisa, acomodándose mejor en la cama y luego flexionando las piernas, terminando de comer una manzana- Uhm, aquí dentro hace más frío -susurró arropándose con la manta y acercándose más al cuerpo de su compañero- ¿Te molesta? -cuestionó levantándole el brazo para que lo pasara por encima de él- Ya tienes algo que hacer... Dame color, 'pequeñito' -sacó la lengua de forma infantil y tomó otra fruta, mordiéndola- Están buenas.

Gillthanas dejó que le moviera como a un títere para después mirar el cuarto un momento. Era pequeño, no muy lujoso pero era cómodo. Y había chimenea. No era una chimenea de ocho caños como la de la mansión abandonada en la montaña en la que a veces vivía, a penas un agujero negro y apagado con un tuvo de hierro por la pared hasta el techo.

-¿Te parece que la encienda?-le preguntó sin esperar a una respuesta. Apuntó con un dedo de forma infantil a aquel fogón para que de forma inmediata un fuego estallara en su interior cilíndrico e iluminase el interior con aquella luz mortecina y naranja. Seguía sin estar demasiado conforme a estar tan cerca de alguien a quien días atrás habría matado sin problemas, pero no era para tanto...

Griffith observó el fuego con su rostro de indiferencia. Entrecerró la mirada, dejando de comer la fruta y aguantándola en su mano de forma inutil, apoyando la cbaeza en el pecho fórnido de aquel hombre y mirándole para luego sonreír. Era extraño, demasiado. No se sentía bien, ni mal, no se sentía de ninguna forma.
Su rostro pocas veces cambiba de expresión, incluso cuando sonreía de aquella forma tan diferente a los demás parecía ser que poseía un rostro de porcelana imperturbable.

Resopló, apoyando una mano cerca de su propio rostro para acurrucarse, sin decir nada. Algo en su interior se agitaba pidiéndole ssalir pero tampoco sabía por qué aquello.

-Me duele un poco el abdomen... -comentó levantándose un poco la camisa para observarlo.

Gill bajó la mirada para verle, rozando con los dedos su ropa levantada para tocarle después la piel.

-¿Será que a ti tampoco te sienta bien comer comida humana?-preguntó sonriendo un poco para apartar después la mano-. ¿O es otro tipo de dolor?

A Gillthanas le gustaban poco aquellas situaciones, quizás porque no podía solucionarlas y verse fuera de tener el control de todo lo que le rodeaba le resultaba del todo crispante. Como si le pudiera servir de algo, de forma inconsciente, apretó aquel brazo que el propio diablo había puesto sobre sus hombros para abrazarle la cabeza también con el otro brazo y acariciarle suavemente los cabellos, apoyando la barbilla entre su pelo con los ojos cerrados y el crepitar del fuego rellenando el cuarto.

Griffith le miró unos instantes a los ojos y tras ello se quedó inmóvil, dejándose abrazar con cierta ternura. Deslizó su mano por su propio abdomen, acariciándolo y luego dejándo la manzana a un lado, suspirando.

-Se está bien ahora mismo en este lugar ¿no? -cuestionó mientras rodeaba al demonio y se dedicaba a besarle el cuello con cierta distracción, clavando una de las veces los dientes y luego hacia la nuez- Estoy relajado... -comunicó recostándose un poco más y dejando su jersey algo levantado- ... mmmmm

Gill se fue con él, tumbándose a su lado calcándose un poco sobre su cuerpo. Seguía con la vista perdida en las paredes de madera de la habitación sin tener una idea clara en la que pensar.

-¿La opinión que tenías sobre mí desde la primera vez que nos cruzamos en la ciudad sigue siendo la misma que ahora?-le preguntó con simulada inocencia mientras de nuevo miles de cosas le cruzaban por la cabeza.

Griffith levantó un poco el rostro y se lo quedó mirando.

-Nunca he tenido opìnión sobre ti, ni sobre nadie. A mí nadie me cae bien ni tampoco mal, simplemente estan ahí, yo les conozco, hacen algo por mí o simplemente nos cruzamos y luego adiós. Tú supongo que después de todo sigues siendo algo más especial por distintos motivos. Uno de ellos podría ser que eres tan tozudo que incluso me gusta.

Suspiró, alzando la mirada.

-Por otra parte, no sé, te preguntaría lo mismo pero sé que me dirás que me odias o no me soportas ¿verdad?

Después de unos instantes en silencio salió de encima de él para tumbarse boca arriba, mirando al techo y notando como poco a poco el aire se iba caldeando con el fuego de la chimenea.

-Estoy entrenado para no llevarme bien con nadie, sobre todo con los que viven conmigo en el infierno. Es una norma escrita que somos mentirosos hasta para nosotros mismos y no me fio de nadie. No me fio de ti, después de todo. Pero...-le miró de reojo-. Si no eres capaz de tener ningún concepto de nadie cuándose se supone que lograrás encontrar a esa persona...

Griffith le miró unos instantes y tras ello se encogió de hombros, mirándole.

-No tengo esperanza de encontrar a nadie, creo que ya te lo dije -se frotó la nuca unos instantes y sonrió con inocencia, entrecerrando los ojos- Es fácil hablar de algo y soñar con ello, pero cumplirlo es difícil. Es sólo como una aspiración pero que desde un principio, aunque te gustaría, sabes que no vas a obtenerlo ¿entiendes? -le tocó el pelo un poco y tras ello se separó de él, acurrucándose a un lado- Pero nada importa, después de tanto tiempo no busco nada.

-Si, comprendo-le dijo. Había sido darle mil vueltas al mismo tema sin llegar a una conclusión realmente clara. ¿Pensaba aquel dialo conseguir algo sin esfuerzo? Para Gillthanas la palabra imposible tan sólo estaba escrita con tiza. Podía borrarse con facilidad, ni si quiera creía que hubiera cosas imposibles porque la misma idea de convertirse en un ángel puro y blanco le parecía realizable.

Cuando a punto estuvo de preguntarle algo cayó en lo estúpido que era. Se sorprendió a si mismo a punto de cometer un error irreparable y de cómo no había sido capaz de frenarse cuando pensó en ello.

-Deberías dormir-le dijo cerrando los ojos sin moverse.

Griffith le observó unos instantes y asintió a penas con el rostro, acurrucándose en la cama y cubriéndose hasta la cabeza con la manta, levantando un poco para mirar Gillthanas a los ojos y recostándole en el lecho, también tapándole.

-Sé que no duermes, pero al menos hazlo ver -sonrió unos instantes y le besó la frente para terminar en sus labios- De igual forma, aunque sea difícil y casi imposible, no está mal fingir a veces que tienes alguien a tu lado -se acurrucó en su pecho y se atrevió a rodearle con sus pequeños y delgados brazos, quedando la melena esparcida en la cama y respirando con lentitud- Mmmm

Gill seguía como siempre en un mundo a parte, donde no existían los sentimientos de ningún tipo, ni el dolor ni la felicidad, no había conceptos de belleza o feladad, no había absolutamente nada que perteneciese al mundo humano, y en realidad al tratarse de un agujero negro era como un caos en el que se juntaban y arremolinaban todas aquellas cosas embotelladas y cerradas para poder verlas a través de un cristal y no poder tocarlas. Gill, como siempre, lo veía todo desde su perspectiva de muerto en vida que tan sólo tenía de apariencia humana y demás lo que quería que pensaran los demás.

Tampoco comprendía que de la noche a la mañana se dejase besar por alguie a que en teoría no debía ni ver, pero a pesar de ello dejó que se le acomodara encima. Peinó sus cabellos con los dedos incoscientemente para al final cerrar el también los ojos aunque no durmiera y pasarle el brazo por encima.

Descansando como un pequeño niño Griffith no tardó mucho en sucumbir ante los brazos de Morfeo. Su rostro permanecía sereno y despreocupado. Por norma general incluso entre sueños mantenía la atención por si en el mundo real acechara algún peligro, pero, por primera vez en mucho tiempo, había bajado la guardia.
No le importaba nada que no fuera descansar.

Se movió un poco mientras dormía. Aquel diablo soñaba con sus ambiciones más grandes, cosas que cuando despertara no recordaría.

Se acomodó como un gato, abrazando a Gillthanas a pesar de no ser consciente y ocultando el rostro en su cuerpo, con sus dos manos en el rostro y el pelo desordenado.

-...Mmmm... -soltó un gruñidito por algo que posiblemente no le había gustado en los sueños- ...ZzzZ

Después de unas cuantas horas el temperatura de su cuerpo había descendido. Era su forma de descansar, convirtiéndose en roca, aunque no duró así demasiado tiempo. Abrió los ojos lentamente viendo de nuevo el mismo tablón de madera en el techo que había estado ya mirando durante minutos enteros y cuando notó que el diablo se había quedado profundamente dormido se levantó, moviéndole cuidadosamente para dejarle enredado entre las sábanas tibias.

Gill caminó sin hacer el menor ruido, como un suspiro, por la habitación, acercándose a la ventana para mirar a través del cristal como la noche iba dando sus últimos coletazo de oscuridad al mundo, aprovechando los últimos momentos antes del amanecer. Desde allí volvió la vista a la cama en penumbras, al cuerpo del diablo entre las sábanas, dormido profundamente.

Entre los sueños decadentes y llenos de sangre que teñían las paredes de cualquier habitación Griffith se sentía atrapado. Nunca, incluso en aquel día en el que pensó deshacerse de todo ello, podía olvidarse. Imagenes deformadas que construían una ciudad en ruinas donde la única luz existente eran los propios rayos monótonos de la oscuridad.
Suspiró a pesar de estar en aquel estado de sopor y se removió un poco, quedando boca abajo. Por alguna extraña razón empezó a sudar, por miedo o esfuerzo, quién sabe. Se levantó de pronto, tomando aire con fuerza como si se lo hubiera quitado. Tras unos instantes miró al frente, encontrándose con el demonio.

-Creo que no puedo dormir... -susurró recostándose de nuevo en el lecho y respirando algo agitado- Estas malditas pesadillas...

Gill le miró unos instantes para acercarse a él despacio y sentarse al borde de la cama, contemplando su rostro.

-No es bueno cenar tan tarde...-comentó con una media sonrisa pasándole la mano por el cuello y notando lo empapado que estaba. Dejó un momento la mano quieta sobre su piel y le miró a los ojos-. ¿Siempre que duermes tienes pesadillas?-le preguntó.

Pasó una mano por su frente secando algo de sudor y luego tomó la mano del Demonio, sonriendo.

-Sí, pero es normal, soy un maldito, en el sentido literal de la palabra -se arropó mejor, mirando a los ojos a Gillthanas sin soltar su mano y tras ello besándole los labios con ternura- Aunque nunca recuerdo nada de lo que sueño.. -se puso de rodilas a la cama y luego se sentó sobre Gillthanas, rodeándole con los brazos para acariciar su nuca- Nada del otro mundo, pero molesta un poco -su mano tanteó el cuello del mayor y tras ello le miró a los ojos, apoyando su frente contra la ajena. Sin decir nada colocó su mano en el abdomen de Gillthanas, palpándolo y bajando hasta sus pantalones, jugueteando con los botones sin decir nada, esperando la reacción de su compañero.

Gill llevó una mano hasta la del diablo y la tomó por la muñeca parándola. Por un instante tenía que pensar sobre lo complicado que sería una vida humana con todos aquellos deseos teóricamente inalcanzable y sus miedos, más aún si era un ser del infierno e que sufría aquello, pero la suavidad de la piel de Griffith le distraía, de modo que para cuando volvió en si estaba acariciando aquella mano, soltándola y subiendo sus dedos por el brazo ajeno hasta su espalda.

Le tomó del rostr con la otra mano y se lo acercó para besarle con parsimonia y suavidad, como si el sol no fuera a salir ya nunca más.

-¿Siempre vas tan rápido y directo?-le preguntó respirándole sobre los labios, suspirando sobre ellos mientras dejaba que una cálida sensación le hiciera cosquillas en el vientre.

El muchacho le miró y le besó apasionadamente rodeándole por el cuello sin darle tiempo a respirar, moviendo su cintura sobre su vientre, abrazándole después.

-Creo que me hace falta algo y no quiero pensar en ello, y con estas cosas conseguiste dejarme exhausto y la mente en blanco -susurró mirándole entonces y volviendo a besarle- Así que he pensado que podríamos volver a hacerlo, después de todo a ti no te repercute más que placer ¿no? -dijo afilando los ojos y volviendo a bajar su mano hasta los pantalones de Gillthanas- Así como te pedí por favor que te quedaras a mi lado,t ambién te pido por favor que me lo hagas...

Efectivamente para él no era nada más. Tampoco comprendía por qué debía significar nada más, ni mucho menos qué podría significar, aunque no dijo nada al respecto, porque al parecer muchas de las cosas que creía universales era en realidad opiniones propias que muy poco se veían repetidas en otras partes.

-No tengo inconveniente...-comentó. Mientras pensaba había colado la mano bajo sus ropas y comenzaba a ascender por su espalda de forma delicada.