Sombrero de sombras - privado -

Griffith apoyó el rostro en su pecho sin decir nada, con los ojos cerrados y respirando lentamente, sintiendo la mano de Gillthanas en su espalda. Posiblemente aún seguiría algo dilatado por horas anteriores, aunque eso Gill ya lo sabría. Levantó el rostro un poco con la mirada azul fija en los labios del mayor y tras ello volvió a apoyarse en su torso, acariciando su cintura como si fuera un hijo en brazos de su madre buscando consuelo.

Las palabras sobraban. Desde hacía menos de un día se sentía peor que una hormiga y a cada minuto que transcurría, se incrementaba.

-No hace falta que seas cariñoso... -susurró sonriendo como siempre, mirando por la ventana con el rostro ladeado.

Gill detuvo la mano en su espalda y tomó aire reteniéndolo unos segundos en sus pulmones mientras recapacitaba. Le soltó y le sujetó por los hombros para obligarle a levantarse de su regazo, sentándolo a un lado.

-Una cosa es que sólo sea sexo y a mi me de lo mismo, y otra muy diferente pretender que te utilice, utilizándome a mí, simplemente porque estás de bajón-le dijo sin mirarle levantándose de la cama y yendo hasta un perchero donde había dejado colgada su capa-. uando pase la primavera ya se te volverá a regurar el riego.

Si más, con el ceño fruncido y no muy buena cara abrió la puerta del cuarto cruzándose con un mercader madrugador que se paró en seco al verle. Gill le ignoró y bajó las escaleras.

Griffith se levantó de la cama para detenerle pero ya había salido. Bajó la mirada y luego tomó su abrigo, recogiendo la fruta y poniéndola en su bandeja, viéndose reflejado en ella. Pasó una mano por su rostro y se autobofeteó.

-Pero qué me pasa! -dijo a regañadientes mientras ordenaba un poco la cama y se vestía con esa pieza de ropa, saliendo corriendo detrás de Gillthanas y deteniéndole por un brazo- Perdona -dijo apretándole un poco para que se volteara- No sé qué me pasa, no lo entiendo -musitó sacudiendo la cabeza- Yo no soy así, nunca me he comportado de esta forma -descendió el rostro unos instantes, como pidiéndole perdón- No tienes por qué aguantar mi mal humor, lo siento.

Suspiró pasó la mano por su propia cabeza, alborotando el pelo.

-Venga, ya está,no volveré a actuar de esa forma, y si lo hago, pégame -sacó la lengua nuevamente y se agachó un poco, mirándole desde abajo- ¿Me perdonas? Así puedes seguir odiándome.

Gill se giró hacia él aún con cara de mal humor contenido.

-Sabía que no ibas a traerme nada bueno. Lo sabía. Yo siempre tengo razón-dijo hablando consigo mismo mientras se paseaba alejándose de él, gesticulando con las manos-. Eres el bicho más raro con el que me encontrado jamás y encima te encuentro hasta en la sopa.

Se volvió de nuevo hacia él para decirle algo pero calló, y después le señaló con un dedo.

-No vuelvas a pedirme nunca absolutamente nada-le dijo afilando la vista sobre él. Era un evidente disculpas aceptadas, aunque con "pero...", e "y..."

Griffith le miró unos instantes y le empujó con fuerza, separándose después para que no le pegara y sacando la lengua mientras se subía a un árbol. No es que le temiera, pero sabía que si Gillthanas quería darle un golpe no repararía en delicadezas con ello.

-Pero no soy malo -dijo balanceando las piernas desde una rama- Me preocupo por ti y por eso siempre vamos juntos, además, el destino cree que así debe ser -subió incluso más arriba, hasta la copa de aquel árbol- Ven, Gillthanas, sube aquí arriba conmigo -gritó desde lo alto mientras observaba el pequeño punto en el suelo- Venga, vamos, deprisa!

Gill miró hacia arriba.

-Tu no te preocupas por mí. Ni si quiera te preocupas por tí mismo. Si lo hicieras no tratarías de provocarme para que te matase-dijo bajando la vist por el tronco del árbol. Apoyó una mano allí, temblorosa al contener la rabia. No tenía sentimientos pero sí orgullo, y hacía un rato se lo habían pisoteado, al igual que en aquellos momentos en el que sentía que se burlaban de él.

Griffith le miró unos instantes y luego bajó, poniéndose delante de él.

-Lo que menos pretendo es ofenderte. Yo no soy como tú ni intento picar a los demás ni herir sensibilidades, al menos no expresamente -le tomó de la mano, obligándole a moverse un poco- Sube de una vez.

Tiró de su brazo y luego le besó los labios de forma rápida.
Trepó nuevamente sin esperar a Gillthanas y suspiró.

-Todo, todo lo de aquí arriba nos representa a ti y a mí. Ven -volvió a repetir con la voz alta

Gill desapareció un instante envuelto en sombras para reaparecer del mismo modo, en silencio, detrás del diablo sobre aquella altura envuelta en ramas. Se quedó sentado sobre las ramas mirando a Griffith un momento.

-¿Qué es lo que hay?-le preguntó entonces mirando a su alrededor.

Desde allí s epodía observar todo el paisaje y ellos parecían los seres más pequeños del mundo.

-Si una hormiga a nosotros ya nos parece pequeña, imagina como serán desde aquí arriba -musitó tomándo de una mano a Gillthanas, sintiendo el aire pasar entre sus cuerpos- Somos como ellas desde la posición que nosotros les vemos. No. Incluso somos más pequeños -sonrió con cierta melancolía y luego le observó- Ni tan siquiera tú como demonio puedes detener el curso de este mundo, de la naturaleza. ¿Te hace sentir igual de fuerte como siempre? -cuestionó con una pequeña sonrisa- Este mundo es bello y horrible al mismo tiempo, como un poema de tiempos de guerra donde la belleza era también muerte.

-Me gusta lo que soy, Grifith-le dijo con tranquilidad mirándole a los ojos-. Y lo poco que tengo también, por no decir que me gusta no tener nada, y el mundo... ¿Debería parecerme horrible o maravilloso? Tu tienes tu visión por haber nacido de una forma y yo de otra...

Gill miró abajo. No veía nada en particular, ni si quiera pequeñas piedras del camino.

-Yo no le he pedido nunca nada a la vida, porque no he esperado a que me lo trajese. Fui yo a por ello. ¿Por qué tu no puedes hacer lo mismo?

Griffith le miró de reojo.

-Voy a por ello aunque tú no lo sabes -comentó observando el horizonte fijamente- Llevo 3000 años luchando por mi ambición, por mi sueño, por mi deseo -susurró siseante mientras el viento removía su larga y blanca cabellera- El mundo está lleno de seres divinos y humanos. Detrás de éstos últimos, antes de la muerte, algunos hallan otra alternativa, ser un apóstol, que es lo que yo soy. Son convertidos a infernales, sea la raza que sea, a cambio de su cuerpo, vida, recuerdos, carne y sangre. Algunos de ellos, tras 'renacer' deciden ir conmigo, por mi causa. Quiero construir un nuevo territorio donde yo pueda regir las normas, pero siempre habrá quien se imponga a ello. Todos los que estan en contra de mi sueño serán eliminados, no me importa si son ángeles o humanos, ni tan siquiera si son mis iguales.

Tomó aire, mirando a lo lejos.

-Es difícil de explicar. Pero bajo mi capa tengo un gran ejército que día a día avanza, por mí, lo hacen sólo por mí, dieron toda su vida por diferentes motivos. Algunos de ellos venganza, otros amor, otros ambiciones... pero nua vez llegado a este punto muchos renuncian o cuando ya han cumplido con su cometido vna hacia mí.


Entrecerró la mirada, tomando aire.

-Lo único que necesito es paciencia.

-Te admiro-le dijo entonces sin moverse de su rama-. Yo no sería capaz de mover un ejército. ¿Estaría completamente seguro de que me seguirían a mi? No se... Pero si sólo se trata de paciencia tiene fácil remedio. La paciencia se aprende, ¿sabías?

El deminio le miró alzando las cejas. Para él era todo muy fácil siempre porque no encontraba limitaciones para nada. Quizás fuera un error, pero al menos vivía con tranquilidad y sin mortificarse por lo que no podía tener, que seguramente sería alguna que otra cosa.

-A eso si puedo ayudarte, creo-le dijo con suavidad arqueando una ceja-si es que te dejas...

Griffith le miró a los ojos y sonrió.

-¿Quieres luchar a mi lado? -cuestionó frunciendo el ceño y levantando una ceja- No me lo puedo creer -bromeó mientras estiraba su cuerpo y luego sonreía- Qué extraño... Parece que incluso has cambiado -entrecerró la mirada y se abrazó al brazo de Gillthanas- No es difícil llevar un ejércitos que ellos mismos han decidido ir contigo. A veces somos tan débiles que un mismo deseo no podemos mantenerlo, y, por eso mismo, decidimos cumplir el deseo de los demás para sentirnos satisfechos.

Se acomodó en el árbol, cogiendo a Gillthanas de la camisa y acercándole, besándole los labios de forma apasionada y acomodándose en una rama gruesa, haciendo que el mayor se recostara encima de él.

-Pero si deseas ayudarme, no te lo negaré.

-Cuidaré bien mis espaldas-aseguró apoyando el codo al lado de su cabeza y la cabeza sobre la mano, mirándole desde allí, sobre su cuerpo.

-¿Ya se te ha quitado ese dolor?-le preguntó. Le pareció demasiado cambiante y extraño a pesar de lo que decía. Él no se notaba cambiado en absoluto, pero al parecer en el diablo eran normales y muy comunes los cambios de un momento para otro. Podría tratarle como a personas diferentes el Griffith de los barrios bajos, el de el infierno y el que había compartido cama la noche anterior con él.

-¿A tí te gusta la luz del día? A mi no-dijo mirando en aquella misma posición a lo lejos, viendo como una línea en el cielo sobre las montañas comenzaba a clarearse.

Griffith le miró unos instantes y le acarició el rostro con un par de dedos.

-No, no me gusta demasiado. De todas formas, la única solución es esperarse en algún lugar hasta que transcurra. Eso sí que no puedes cambiarlo -comentó mirándole fijamente y besándole de nuevo los labios- Mmmmm... eres interesante. Me gusta mirarte unos instante y ver que tú haces lo mismo -levantó un poco la pierna, acariciando los muslos con ella- Mmmmm...¿Qué quiere hacer ahora, señor guerrero? ¿Descansar o irse?

Gill se entretuvo unos segundos mirando aquella línea clara para después desviar la vista a la del diablo con la cabeza apoyada en la mano.

-Cuando salga el sol yo me iré-le dijo-. Tengo más cosas que hacer a parte de servirte de niñera, pero me gustaría aprovechar el tiempo ahora-avisó apoyando la otra mano al lado del cuerpo de Griggith, subiéndose un poco más sobre él. Acercó los labios a su barbilla rozándola y llevándolos hasta su oído-. Haz otro comentario idiota y me largo.

Griffith le miró unos instantes y parpadeó, sonriendo después.

-¿Qué es para ti aprovechar el tiempo? ¿Follar? ¿Estás enfadado por lo de antes? -subió su rodilla hasta la entrepierna ajena y empezó a rozarla con ella- ¿Y qué tipo de asuntos son más importantes que hacer de niñera? -susurró abrazándose por la nuca y entrelazando los dedos tras ella- Ya veo que te has cansado pronto de mí -dejó de propiciar aquel roce y luego se recostó mejor en l anacha y gruesa rama.

-Ocuparme de mi propia vida, por ejemplo. Mi vida está antes que la tuya...-comentó sonriendo de medio lado de forma maliciosa.

Bajo una de sus manos por el pecho del diablo llegando hasta su vientre y colándose entonces por debajo de la ropa para volver a subir por su torso, terminando de remolcarse sobre él sin apoyarse completamente.

-¿Quieres volver a verme? Convénceme-le susurró al oído lamiéndolo y rozándole los pezones con la yema de los dedos, apretándolos entre ellos mientras apoyaba su entrepierna sobre la ajena.

Griffith sonriò, pasando una mano por su pelo y moviendo un poco sus caderas para que sus entrepiernas rozaran.

-¿No te he convencido ya? -susurró mirándole. Sus ojos estaban diferentes de momentos antes en la taberna y eso era notable. Parecía el mismo Griffith de siempre, despreocupado y valiente- Pensaba que había quedado claro anoche -musitó apretando su cintura para que el contacto fuera mayor- ¿Tienes ganas de más?

Le besó los labios por milésima vez y luego estiró su cuerpo, anclando sus brazos a una ramaun poco más atrás de su rostro para cogerla con fuerza y hacerla servir de apoyo.

-¿Te atreves aquí arriba?

Gill se separó un podo de él, sentado sobre su vientre a horcajadas. Se incorporó para mirarle desde allí y después le quitó la camiseta.

-Yo siempre tengo ganas de más-le dijo arrojando la prenda a las ramas, dejándola colgada-. El lugar y con quién es secundario-terminó por decir mirándole a los ojos y ampliando su sonrisa maquiavélica mientras se pasaba el pulgar por la lengua y le cogía por la muñeca, haciendo que apoyase la mano en su vientre, cerca del pantalón.

Griffith sonrió y luego le guiñó un ojo.

-Pero yo soy especial ¿no? -preguntó arqueó su espalda y luego acomodándose mejor donde estaba- Puedes hacerlo tú solo todo... si me muevo demasiado puedo caerme,así que no es demasiado aconsejable -susurró subiendo nuevamente y aferrándose a la rama para sujetarse- Ahora mismo sólo quieres meterla ¿no? Pues encárgate de disfrutar y de hacerme disfrutar, cielo

Gill le miró y después salió de encima de él, retrocedienco un poco sobre la rama. No parecía resentirse con el peso de ambos, sobre todo el de Gill, de modo que no temió que fuera a quebrarse.

-Eres raro...-dijo chasqueando la lengua y encogiendo un hombro para tomarle por las caderas, alzárselas un poco e ir bajándole el pantalón-. Aunque dependerá de lo que signifique ser especial....

Griffith levantó sus caderas para que fuera fácil retirarle el pantalón y luego sonrió.

-No sé. ¿Qué significa para ti ser especial? Debido a que tienes un punto de mida distinto a mí pues... por eso te lo pregunto -le acarició la mejilla con la lengua y luego le besó los labios- Si no me excitas aunque sea un poquito no me dan muchas ganas de tener sexo contigo.. -subió nuevamente su pierna, acariciando la entrepierna ajena- Fóllame, cariño.

-Creo que hago bastante bien mi trabajo-le dijo mirándole de reojo, alzando una ceja, sonriendo levemente mientras le pasaba los dedos por el vientre y terminaba en su sexo, acariciándolo suavemente.

De nuevo la mano que quedaba libre se entretuvo en quizás lo que más le gustaba a él, que era acariciarle el estómago y los costados, perfilando la suave y fina piel pálida con la yema de los dedos, moviéndole el cuerpo con suavidad mientras detenía sus babios sobre el pecho de Griffith.

-Dejémoslo en que eres raro. ¿No te parece maravilloso ya sólo así?-le preguntó con suavidad sin mirarle, más atento a lo que iba tocando.

Griffith tomó aire y lo soltó lentamente, echando el rostro hacia atrás y mirando el cielo mientras se acomodaba mejor debajo de aquel cuerpo.

-No lo sé. Demuéstrame lo raro que soy y lo que puedo llegar a gustarte. Eso sí, a la mínima que hagas algo que no me gusta, te juro que te daré una patada que te tiraré hacia abajo -movió un poco las caderas, rozándose con Gillthanas- Venga, empieza, me impacientas cuando me tocas de esa forma, incluso me gusta.