Las sombras que me aman - Privado Azrael -

Un portavoz dio la bienvenida entre bastidores al artista y después salió a presentarlo como era debido. Habían pasado poco más de dos años después de que un excepcional músico se diera a conocer, surgido de la nada. Había conseguido bastante popularidad entre ciertas masas, las cuales estaban concentradas allí.

Después de los debidos aplausos en aquel teatro lleno hasta la bandera, el violonchelista salió al encuentro de todos aquellos fans. Era un hombre joven, al menos en apariencia, de ojos azules, alto, con el cabello blanquecino y atado en la nuca con un lazo negro.
Contento, les saludó con la mano con la que sostenía el arco y después se sentó en la silla que le habían preparado especialmente. El tiempo que transcurrió desde que se sentó hasta que comenzó a tocar fueron de minutos, minutos en silencio en los que todos permanecían expentantes y delirantes. Las luces dismnuían, sus manos acariciaban el oscuro violonchelo, dándole la bienvenida, mimándolo unos instantes antes de apoyar la fna cuerda del arco sobre él y comenzar a moverlo.

Todos le conocían por el de las manos magistrales, el como, a pesar de tener otros instrumentos coloborando en sus actuaciones, podía sacarle tanta vida a aquellas notas graves y espesas, el poder que tenía para expresar con él emociones enteras y como algunos se emocionaban, en silencio, en una melodía que comenzaba como la más trágica de las marchas otoñales para metérseles en el corazón de forma rápida y vibrante, casi como un estímulo de electricidad.

Había oído hablar de el durante largo tiempo, un músico que era capaz de hechizar con el chelo las almas de los que lo escuchaban, pero mi trabajo no permitio escaparme durante mucho mucho tiempo, tenia la sensacion de haber crecido delante de la mesa de escritorio llena de papeles que formaba gran parte de mi mundo desde los 4 años.

Pero por fin logre escapar bajando a la urbe donde quiera escuchar aquella música tan bella de la que hablaban todos y si era preciso conocer al artista yo misma.

Cruce las puertas del teatro con un pase especial, vestida con un traje largo de terciopelo rojo que se ajustaba a mis formas dandome un aspecto mas adulto, llevaba el pelo recogido y un colgante con forma de estrellitas rodeaba mi cuello como si de una constelación se tratase.

Me senté en primera fila pensando que el músico seria algún snob, solo por el publico que me rodeaba, pero cuando le vi salir con aquel instrumento en sus manos, con los cabellos plateados y aquella mirada...se me paro el corazón, era Gillthanas, aquel de quien seguía enamorada aun que había renunciado a el hacia mucho tiempo, llevé una mano a mi rostro tapando mi boca que deseaba gritar su nombre por encima de la multitud, recordando que no tenia derecho a ello por que yo había escogido mi mundo a el.

Su música me embriago como si el mundo solo fueran aquel instrumento y su interprete, llenando mis ojos de lágrimas en algunos momentos pero sin perderle de vista, pensando que con este atuendo ni tan siquiera me conocería

En todo el tiempo que transcurrió el músico no apartó la vista de su instrumento. Parecía acariciarlo con especial cariño, como si estuviese tocando a un ser amado, le hacía cantar con suavidad y con aquella magia que sólo él podía conseguir. Y lejos de ser un obseso por la espectacularidad del teatro barato, no se despeinó en ningún momento. Su actuación, larga, esperada y brillante, empezó y terminó de forma suave y limpia, perfecta.

Cuando él y el resto de músicos se levantaron entre aplausos y vitoreos al finalizar el concierto se pusieron todos en hilera, saludando al entregado público mientras la cortina roja comenzaba a descender para separarles de ellos. Gillthanas pasó la vista, jovial y fresco, por todos ellos y sólo cuando sus ojos azules se creyeron topar con un espejismo se quedó quieto, sin saludar, mirando con sus clarísimos ojos azules, vibrantes, a los de aquella chica rubia sentada tan próxima. Fueron a penas unas milésimas de segundo. El telón se cerró ante ellos y la angelical aparición terminó.

-¡Gill!-le llamó uno de sus compañeros, un diablo que se había encariñado de él en secreto, tocándole el brazo-. Vamos a ir a celebrarlo por la ciudad, ¿vienes?

El demonio aún estaba esperando ver algo a través del telón pero no lo consiguió. Regresó en sí, parpadeando y mirándole.

-No...-titubeó sin saber lo que decía-. No, me quedaré a recojer. Ya me adelantaré y os alcanzo-le aseguró sonriendo de forma forzada y asintiendo con la cabeza, viendo como sus compañeros se iban y él se quedaba entre bastidores.

Cuanto me costo mantener la compostura cuando hubo terminado la interpretación, no levantarme y gritar su nombre con una sonrisa aplaudir como una loca...

Me quede en mi asiento viendoles saludar al publico, observando con Gillthanas pasaba su vista por el publico y teniendo miedo cuando quedo quieto con los ojos clavados en mi durante el poco tiempo que tardo en bajar el telón, como si me hubiera reconocido.

El publico se fue marchando pero yo continuaba sentada en aquel lugar, esperando verle a través del telón y sabiendo que era imposible, finalmente me levante y comencé a caminar lentamente, dandome cuenta de que allí ya no había nadie, sin saber cuanto tiempo había pasado con los ojos fijos en la tela.

Supire largamente y acaricie mi cuerpo pensando en las estrellas que portaba en el sin prestar atención al colgante si no a las interiores

-Gillthanas-pronuncie mirando una ultima vez al telón, con el corazón acelerado y la mirada vacía, obligandome a pensar que aquel músico solo se parecía a el no era el, aun que oliera igual, un que su aura fuera la misma-no puede ser el...

Pero las ganas de Giltlhanas por recoger el instrumental eran nulas. Evadió las preguntas y las enhorabuenas de sus compañeros para sali de entre bastidores, cruzar algunos pasillos, evitando chocarse con teloneros y colaboradores para salir a la sala principal y entrar por las puertas dobles aún abiertas que daban acceso a las gradas.

Se asomó por ella, aún sin saberlo con el arco del violonchelo en la mano derecha, y miró hacia abajo, cruzando con la vista aquel mar de butacas para encontrarse con la chica que había visto desde el estadio.

-¡Azrael!-exclamó alzando la voz, como si la estuviera reprendiendo por algo, llamándola con un sólo golpe de voz. Se llevó una mano a la boca, sonriendo irremediablemente mientras miraba hacia fuera y comenzó a bajar hacia ella las escaleras del palco algo apurado.

Una voz trono sobre mi haciendome parar en seco, aquella voz que había estado intentando olvidar todo este largo tiempo y que me había sido imposible borrar de mi cabeza.

Mire hacia arriba, rezando al mismísimo Dios por habérmelo imaginado, pero Dios todavía estaba durmiendo y no atendía peticiones, mis ojos se posaron en el siguiendo todo su trayecto de bajada por las gradas hasta que llego a mi, mirándole como si fuera irreal con una mano en la cara tapando mi boca y los ojos acuosos.

-Gillthanas....susurre antes de correr a el y abrazarle importándome muy poco si me dejaría o no, ocultando mi cabeza en aquel pecho que tanto había extrañado en mis noches de pesadilla, respirando su aroma que impregnaba aquel cuerpo diciendome que mi fantasma, mi ilusión era real-idiota-dije con la cara hundida en su pecho-¿tanta prisa tenias en verme que no has soltado el arco del violonchelo?

Gillthanas parpadeó un momento. A penas le había dado tiempo a asumir que era ella de verdad, después de tanto tiempo, que no se había percatado que la tenía encima hasta que le habló. Alzó el arco para verlo y lo dejó a un lado, olvidándose de él para corresponder al abrazo efusivamente y estrecharla fuertemente.

-Pero qué es esto...-comentó sonriente mientras la estrechaba con un brazo y le palpaba el cabello con la otra, cogiéndole un mechón de largo cabello-. ¿Tanto has crecido?-le preguntó pasándose la lengua por los labios, tratando de pensar con claridad. Todo parecía irreal y por eso, aunque de buen humor, le costaba creerlo. La sujetó por los hombros con suavidad separándola un poco para poder verla.

-Dios, ya ni me acuerdo... ¿cuánto tiempo ha pasado?-le preguntó mirándola a los ojos mientras los suyos clarísimos parecían relampaguear, mirándola expectante.

Aquel abrazo suyo...era como lo recordaba, tan envolvente y cálido, tan agradable y me hacia sentir segura de todo mal.

Acaricio mi cabello sorprendiéndose de que ahora lo llevara largo, pero el tiempo no pasa en balde para nadie y yo no había tenido tiempo ni de cortármelo.

Me separo de el por los hombros mirándome intensamente haciendome mantener su mirada como antaño obligandome sin saberlo a recordar todas las veces que me había perdido en aquellos ojos que adoraba, agache la cabeza y suspire.

-Años Gillthanas-conteste a su pregunta-han pasado años.

Mire el arco a un lado y lo cogí observandolo con cariño agradeciendole en silencio habernos reencontrado, por que si el no hubiera tocado yo no le habría encontrado al venir a escuchar a aquel musico tan prodigioso.

-¿Desde cuando?-dije señalando el arco-¿Y por que?-no podía imaginarme al Gillthanas de entonces tocando un instrumento tan delicado como el violonchelo

Gill apoyó ambas manos en la cadera, mirándola con espectación mientras le costaba creerlo. Cuando le mencionó el arco lo miró y sonrió, cogiéndolo.

-Hasta nosotros los inmortales...-comentó meneándolo en el aire-. La ley de la selva de asfalto. modernizarse o morir-rio con suavidad, como si hubiera sido contagiado en aquel tiempo por el especial encanto humano, aunque aquellas trazas de falta de humildad, su verdadera naturaleza, seguía patente y latente en su piel. Se llevó una mano a un mechón de cabello que se había soltado de la coleta y lo echó hacia atrás.

-¿Y tu qué? Espera. Salgamos de aquí a dar una vuelta por la ciudad y hablamos, ven-le dijo alegremente cogiéndola de la mano y llevándosela consigo hacia los pasillos donde aún quedaba bastante gente. Estaba desorientado, excitado, como si hubiese tomado alguna droga que le pusiera en guaria y le hiciera actuar sin pensar con claridad. Le parecía en aquellos momentos todo posible-. ¿Te... te ha gustado?-le preguntó mirándola y alzando de nuevo el arco-. Se han vuelto muy populares estos conciertos nocturnos.

Gill me quito el arco de la mano haciendo gestos en el aire con el y un comentario que me pareció divertido al salir de sus labios "modernizarse o morir". Mi querido infernal parecía haber cambiado mucho pero en el fondo le seguía viendo a el, aquel ser digno y orgulloso que me había robado el corazón hacia tanto tiempo.

Me cogió de la mano, provocándome un pequeño respingo de sorpresa y un agradable rubor en las mejillas mientras me conducía por los pasillos de aquel lugar en los que todavía quedaban personas del mundillo charlando entre ellas.

-Me ha gustado mucho-dije asintiendo con la cabeza-es verdad que se han hecho muy populares en la urbe los conciertos nocturnos, una lastima que yo no me atreva a tocar el violín en publico, me da mucha vergüenza-dije agachando la cabeza para ocultar mi rubor.

Gill sonrió, parándose a las puertas del camerino y girándose hacia ella. Al verla rio con suvadidad cogiéndola de la barbilla y obligándola a mirarle.

-¿Sigues poniéndote colorada por nada?-le preguntó con una media sonrisa mientras con aquella misma mano le acariciaba los cabellos.

Alguien salió del camerino chocándose con ellos dos y se paró mirándoles.

-¡Eh, Gill!-le dijo mirándoles a ambos y sonriendo. Aquella noche todos estaban contentos por la perfecta actuación-. Qué es esto. ¿No vas a presentarme a tu novia?-dijo felizmente mirándoles en tono bromista.

El demonio no le prestó demasiada atención a lo que le decía, sólo quería entrar en el camerino, coger su chaqueta e irse de allí con la chica.

-Es am... Azrael. Este es el idiota del bajista, Jack-les dijo moviendo una mano entre ellos, dejándoles solos y entrando el camerino para buscar su chaqueta entre toda aquella marea de ropa colgada.

Estábamos frente a la puerta de su camerino frente a frente con una mano de el sujetando mi rostro para obligarme a mirarle y con la otra acariciaba mis cabellos haciendo que me estremeciera con aquel contacto. Entonces alguien choco contra nosotros al salir del camerino rompiendo la magia de aquel momento.

Parecía ser un amigo de Gill, un momento ¿Un amigo de Gill?, la idea me sonaba tremendamente extraña pero mas raro me sono escucharle decir al susodicho lo de "tu novia"refiriéndose a mi.

Gill nos presento antes de entrar en el camerino dejandonos solos ante la puerta

-Encantada Jack-dije alegre-los amigos de Gillthanas son mis amigos-extendí mi mano para saludarle

-Mucho gusto, señorita-le dijo con voz sinuosa y agradable aquel tipo que no era mucho más alto que ella, estrechándole la mano. Gillthanas salió con una bufanda sujeta con los dientes mientras se ponía la chaqueta y se encontraba con ambos.

-¿No te vas con los demás?-le preguntó al compañero mientras este se volvía hacia él pasándose la mano por la nuca.

-Si, supongo que si, que remedio. ¿Tu.. vas a unirte?-le preguntó.

Gillthanas le miró un momento y negó con la cabeza, sonriendo de medio lado y afilando la vista sobre él.

-No. Esta noche no, discúlpame al resto pero hace mucho que no la veo-le dijo dándole un golpecito en el hombro, refiriéndose a aquel ángel mientras le pasaba a la chica un brazo sobre los hombros y se la llevaba fuera del teatro.

Me sentía algo incomoda intentando entablar una conversacion con aquel infernal llamado Jack, por suerte Gillthanas no tardo demasiado en salir y cuando le vi con la bufanda en la boca no pude reprimir una risita.

Intercambio unas palabras con el otro infernal, solo para pedirle que le excusara ante los demás aquella noche, pues hacia mucho que no me veía. Cuando note su brazo rodeando mis hombros, me puse algo nerviosa.

Gill me condujo fuera del teatro, en la calle, la noche era especialmente fría, como no había contado con aquella posibilidad de encontrarme con el y pasear, no tenia ningún tipo de abrigo así que tuve que contentarme con abrazar mis brazos yo misma intentando retener algo de calor.

-¿A donde me llevas Gillthanas?-pregunte mirándole entre curiosa y expectante-por que como quieras que sea yo la que te guié, con el tiempo que hace que no vengo y todo lo que ha cambiado la ciudad-negué con la cabeza-no perderíamos fijo-suspire.

Me encantaba su compañía, notarle cerca y recordar todos los momentos en los que ya estuvimos así, caminando juntos, en aquellos momentos en los que el infernal lo representaba todo para mi-una lágrima escapo de uno de mis ojos, pero la intercepte antes de ue terminara de recorrer mi rostro-eran recuerdos agradables y dolorosos a la vez, pero ya no tenia que pensar en ellos, yo renuncie a Gill, aun que me partiera el alma y ahora.....¿Que eramos Gill y yo, amigos, conocidos.....? yo seguia enamorada de el pero Gillthanas nunca habia sentido nada por mi....tenia dudas, muchas dudas reencontradas esa noche de la misma manera que habia reencontrado al infernal

[Hola holaa ^^]


Pero Gill no llegó demasiado lejos. A penas había cruzado la calle y caminado unos metros entraron en una cafetería, con bastante gente pero tranquila y agradable donde Gillthanas y sus compañeros solían ir a veces a charlar y tomar algo tranquilamente. El demonio se la llevó hasta una de las mesas, siempre vacía pues parecía llevar un cartel con su nombre haciéndola intocable.

-¿Te apetece tomar algo?-se le ocurrió preguntar después de sentarse. El ambiente caldeado y suave era del todo agradable-. No se me ha ocurrido nada más. Hace tanto que no te veo...-le dijo señalándola con una mano, sonriendo plácidamente-. Te reconocí porque nunca olvido una cara... porque has cambiado mucho, Azrael. ¿Qué ha sido de ti después de este tiempo?

Llegamos a una cafetería bastante concurrida pero con un ambiente tranquilo y apacible que me agrado bastante y nos sentamos en una mesa vacía , tras sentarme Gill me pregunto si deseaba tomar algo y yo asentí con un gesto de la cabeza

-Tomare un café- dije con una sonrisa-pues tengo bien aprendida la lección de que cuando estoy contigo las noches se hacen muy largas-le guiñe un ojo.

Agache la cabeza algo apesadumbrada por su pregunta y suspire, pidiendo fuerzas para no derrumbarme ante los recuerdos de la torre que ahora atenazaban mi corazón.

-Después de que te marcharas aquel día-susurre incorporando la cabeza para mirarle-regrese a casa y me puse a trabajar, en estos años he logrado hacer alguna escapada a la tierra, pero no demasiadas y muy cortas-hice una pequeña pausa-podría decir que he estado enjaulada en el despacho, haciendo papeleo hasta el día de hoy-sonreí-evidentemente e asistido a clase y he mantenido mi coartada de ángel pero me han hinchado a trabajo-sonrei-bueno todo tiene su recompensa y creo que la mía vas a ser tu-reí .

El demonio la miró todo el rato, pensativo, mientras les traían a ambos un café y los dejaban de nuevo solos.

-Seguro que hay muchas cosas que contar. Yo por ejemplo que siempre me quejaba de nunca tener anédotas remarcables... he sufrido una barbaridad de cambios-comentó tranquilamente echándose hacia atrás para apoyarse en el respaldo de la silla-. Pero creo que el cambio más espectacular fue después de irme... Parece que si-comentó sonriendo suavemente, alzando de nuevo la vista hacia ella tras el velo del café humeante-. Pero no olvidé aquel día. Me marcó de forma extrañamente significativa... ¿Puedo hacerte una pregunta sobre eso?-se interesó el demonio. Podría haberle costado hablar de aquello, pero no era así. A él no, ni si quiera para un inmortal como él qu no conocía el transcurso del tiempo aquello le parecía en aquellos momentos muy lejano, casi como si no le hubiese sucedido a él.

Tenia ganas de seguir escuchando aquel sonido que era su voz después de tanto tiempo, tener una conversacion tranquila con el, tomando un café, en una cafetería de la tierra, como si fuéramos dos personas normales y no dos especies eternamente enfrentadas, era mas que un sueño cumplido.

-Puedes preguntar lo que quieras-sonreí sincera-hace tiempo que no tengo secretos contigo....desde aquel día en la torre de mármol.

Me quede expectante esperando escucharle hablara de nuevo, deseando de nuevo que me abrazara y estar junto a el y arrepintiéndome de aquellos pensamientos al mismo tiempo

El demonio la miró fijamente y después, pensativo, miró a su taza de café cruzando los brazos sobre la mesa, mirándola después otro momento.

-Cometí un error, si, darte a escoger, pero... después de todo este tiempo... ¿Escogerías el mismo camino si te volviese a preguntar?-cuestionó mirándola a los ojos unos instante mientras dejaba que el café se enfriara un poco. El calor y el aroma que desprendía siempre le habían gustado, y era relajante. En aquellos momentos aunque no lo pareciese lo necesitaba.

Aquella pregunta fue como un cubo de agua fría, me dejo sin palabras y desvié la mirada a mi taza mientras me invadía una terrible tristeza, aquello era una de las pocas cosas a las que no deseaba responder, pero le había prometido de alguna manera que contestaría.

-Gillthanas-dije en un susurro-no me gusta mi elección, es mas la odio en incontables ocasiones-suspire dolida-pero tendría que volver a tomarla-me mordí el labio en un gesto algo desesperado-quisiera huir, pero si lo hiciera.......mi mundo se tornaría del color de la sangre sin que vosotros tuvierais que mover un dedo.

Me dolía el pecho, como solo me había dolido aquella vez en la torre, pero había aprendido a guardar ese tipo de sentimientos para mi, aun que en mi cara se mostrara dolor, no lloraría o al menos lo intentaría.

Agache mi cabeza y mi rostro quedo tapado por algunas mechas que se habían desprendido de mi recogido.

-Si enamorada de ti-susurre-soy así de tonta, lo he sido siempre, pero no puedo ver como los ángeles se matan entre ellos para conseguir el poder por que fui tan egoísta de escapar con la persona a la que amaba

El demonio permaneció quieto y en silencio, en realidad como había hecho siempre. Siempre impasible, impávido, atento a todos los detalles emulando ser una roca inamovible.

-¿Entonces?-preguntó encogiéndose de hombros mientras su sonrisa casi imperceptible se había ido borrando durante toda aquella conversación para no ser más que aquella expresión de ingravided que como demonio había tenido siempre-. Qué quieres decir con eso ¿qué ya no tiene remedio ni vuelta atrás?

Quede pensando en sus palabras, ¿remedio? ¿vuelta atrás?, no emprendía que quería decir Gill con aquello, alce la cabeza y le mire interrogante sin saber que contestar, solo mis ojos perdidos en los suyos, buscando una posible solución que me permitiera ser fiel a mi misma y fiel a los mios.

El silencio se hizo entre los dos convirtiendose en algo tenso e incomodo, casi palpable....

Suspire dolida conmigo misma y con todo lo que me rodeaba, el era una isla en medio del mar de dolor que era mi mundo, pero cada segundo se volvía mas inalcanzable par mi.

-¿Que remedio podría tener?-pregunte finalmente, guardando esperanza en mi corazón de que encontráramos una solución, aun que albergando miedo a que no hubiera ninguna posibilidad para salir a flote en este asunto

El demonio la miró y retrocedió. Igual que le había ocurrido una primera vez hacía tiempo se sintió parado por lso pies, obligado a rectificar, y lo había hecho ya una vez como para no repetirla una segunda.

-No, ninguna, supongo. Te he preguntado y me lo has aclarado, así que supongo que no vale la pena-se frotó la frente encogiendo un hombro, gesticulando con cierto nerviosismo impropio de él-. No se, te podría vovler a dar a escoger, ¿sabes? Sería completamente infantil por mi parte habiendo tenido ya una respuesta, pero quién sabe, te lo volvería a preguntar, a darte a escoger entre tu mundo y tu familia o yo, y después te imploraría que me escogieses a mi...-resopló sin mirarla, perdido en sus propias palabras y el humo, gesticulando con las manos-. Que te vinieses conmigo sin pensártelo porque te amo, y porque he estado removiendo cielo y tierra para ocupar un puesto que dejaste en blanco con lo que fuese, que por eso se me ocurrió la tontería de tocar el violonchelo... pero no lo haré de nuevo. Ya te causé problemas una vez mejor lo dejo...

Era imposible, tenia que estar volviendome loca, el no podía haber dicho aquello, le mire, observando sus rasgos, aquellos gestos impropios de el y escuche aquellas palabras sin dar crédito a lo que penetraba en mis oídos, que poco a poco había empañado mis ojos y ruborizado mis mejillas lográndome hacer perder la compostura, logrando que lágrimas traviesas escaparan de mis ojos hasta el punto de tener que tapar mi rostro con las manso cayendo en un llanto desesperado.

Había dicho que me amaba, que había removido cielo y tierra buscando como llenar el vació que deje...había comenzado a tocar el violonchelo por ello....

Y yo...yo ¿no podía ofrecerle nada a cambio de todo aquel esfuerzo, de aquella confesión?

-Te amo Gill-susurre sin mirarle sin destapar mi rostro-quiero pasar contigo toda la eternidad, concederte lo que no le he concedido a nadie y a la vez tengo miedo.

Tenia que pensar, tenia que usar esa cabecita prodigiosa que gobernaba un mundo entero para encontrar una solución a esto, podía ausentarme un largo periodo, pero aquello acataría en algún momento y no tenia el poder suficiente para hacer una amnistía de paz con los demás mundos para acabar con las guerras y así poder decir quien era yo en realidad, luego estaban ellos, los que gobernaban en las sombras....no había nada que hacer, estaba atada de pies y manos y un collar con correa me mantenía encadenada a mi mundo.

-Gill ¿Realmente no hay ninguna posibilidad que no sea abandonar mi reinado?-dije entreabriendo mis dedos para verle a través de ellos

El demonio la miró largo rato, dándose cuenta de lo que había dicho pero como ya no había vuelta de hoja lo dejó pasar. Se humedeció los labios, bajando cada vez más la vista, mareado y pensativo, tocando con la yema de los dedos la taza, notándola aún caliente.

-No lo sé-le respondió finalmente sin mirarla, encogiendo un hombro y sonriendo amargamente-. Por eso te pregunté si no había vuelta atrás ni remedio...-alzó la vista para verla-. Yo no se absolutamente nada, Azrael. Estoy como un pulpo en un garage.