El abismo -priv-

Me hundí en la profundidad de sus ojos, mientras me preguntaba por que tendría esas mañas, esa inclinación hacia el morbo.
-No soy tan frágil como aparento, Shirogane. Te sorprendería conocer la fortaleza que se esconde detrás de una visión tan delicada.
La lentitud con la que Shirogane se intrujo en mi interior me enloqueció, aún cuando me cuidé muy bien de no dar muestras de ello. No sería bueno demostrar hasta que punto Shirogane podría subyugarme, sobre todo cuando para mí hubiera sido muy facil caer ante su hechizo.
El contacto de su cuerpo con el mío me estremecía ante el más mínimo roce, arrancando levísimos gemidos de mis labios, que sedientos, buscaron saciarse en los labios del bello demonio.

Gustoso responde a las exigencias de su bella dama de las nieves, gozando por su cuenta de la nívea piel de la mujer, estrujando con suavidad sus redondos y apetecibles pechos, con una sola mano solamente, ya que requiere de la otra para ayudarse a entrar hasta el fondo y moverse, primero suave y lento, poco a poco aumenta el ritmo de esos movimientos circulares, sacando su miembro solo medio centímetro, más por accidente que por voluntad, y cuando se daba cuenta de que su hermosa muñeca no era totalmente suya, se empujaba con fuerza, siendo cuidadoso a la vez, aún quería hacerla gemir de placer por ese juego antes de comenzar con el verdadero deporte, que cuando llegara ese momento le sería dificil poder acariciar los senos de la mujer que esa noche le pertenecía solamente a él.

La lentitud con la que se movía era tan sorprendente, que me dejaba pasmada. No estaba acostumbrada a que me trataran con tal delicadeza, con tanta ternura. Aun cuando no era más que un agregado más a nuestra farsa, y yo lo sabía, por unos instantes podía vivir la ilusión de que realmente tenía lo que siempre se me había negado. Era enfermizo, pero no podía dejar disfrutar al imaginarmelo. El placer que sentía por dentro era tanto como el que sentía gracias a la habilidad de Shirogane, y esa sensación tan abrumadora me hizo gemir levemente. Mis manos se apoyaron suavemente en los hombros del demonio, y mis uñas se clavaron apenas en su tersa piel.