Luna creciente.

El dolor en el estómago de Griffith era tan agudo que a penas podía escuchar a Miyuki hablar y entenderla. Su brazo aprisionaba éste mismo con fuerza, intentando calmar. Volvió a apartar la cabeza para volver a vomitar otro pequeño lago de sangre espesa y luego se mordió el labio inferior.

-Maldita sea! -exclamó apartando a la chica y cerrando los ojos. Sin él provocarse una herida ahora en su costado yacía un corte en diagonal bastante profundo que emanaba sangre- Ngh... Algo se revuelve por dentro...

Vomitó nuevamente. Aparentemente era serio. No había lugar para bromas. Luego empezó a sangrar abundantemente.
- Estas sangrando demasiado. Déjame ver.- Era un herida muy profunda, de la que manaba una sangre espesa y oscura - Griffith, mirame - tenia la mirada perdida y vidriosa-. Tienes una gran herida en el costado. ¿Tienes idea de que te pudo haber provocado esto?

Griffith cerró los ojos ante un nuevo estruendo en su interior y se aferró con más fuerza a su abdomen, algo que hacía que la presión de la sangre saliera mucho más rápido.

-No... -susurró entonces intentando relajarse, apartando la mano unos instantes y sintiendo algo que se removía en su interior- Maldita sea... -frunció el ceño y tras ello se mordió los dedos, haciendo que sangraran- Escucha... -dijo algo débil- Coge un cuchillo y ábreme del pecho hasta el abdomen...

Miré a Griffith frunciendo el ceño. No iba a admitirlo, pero me preocupaba lo que estaba sucediendo con el. Y cuando me pidió que lo abriera como pescado, me preocupé aun mas. Estaba sangrando profusamente, y la presión que el mismo hacía contra su abdomen, no ayudaba en nada. Debía hacer algo. Y no había tiempo siquiera para pensar. Hice aparecer una afilada y reluciente aguja de hielo.
- Acuéstate, y quedate muy quieto.

Las sábanas se teñían de rojo y Griffith entonces se recostó en la cama, con su cuerpo vestido aún levantó su jersey hasta el pecho, apartando el rostro ante el dolor que sentía y suspirando.

-Hazlo, de lo demás me encargo yo... sólo asegurate que el corte pueda llegar bajo la carne y ve a buscar al baño aguja e hilo de coser -susurró mordiéndose el labio inferior y acomodándose para que la chica empezara-.

Fui al baño corriendo. Regresé con el hilo y la aguja. Me sentía muy nerviosa. En un instante tendría que hacer papel de cirujana. Eso sí que sería extraño. Sería la frutilla que coronaría el día mas raro de mi vida. Y ya que había salido de la habitación, sería mejor buscar un cuchilo o algo mejor que un trozo de hielo. Busqué desesperadamente algo idoneo, y cuando lo encontré (un cuchillo que tranquilamente podría ser de un carnicero) volví a la habitación.

Griffith estaba tumbado en la cama con la sábana apretando la herida y cuando vino la mujer se acomodó mejor. Ya no llevaba la camisa puesta así que le miró a los ojos y sonrió.

-A ver... -dejó su cuerpo relajado y tras ello asintió con la cabeza- Hazlo, desde debajo el pecho hasta el abdomen, luego déjame meter a mi la mano -comentó volviendo a morder sus dedos para que sangrara- Esto será un buen anzuelo para el pequeño bicho...

Lo ví mucho más relajado. Se había despojado de su camisa, dejando su pecho y su vientre plano a la vista. Empuñe el cuchillo con fuerza, lo miré a los ojos y le dije: -Voy a tratar de hacerlo lo mas rapido posible, para que no sufras de mas.
Tomé aire, y apoyando la hoja del cuchillo en su carne, efectué un profundo corte en su cuerpo.

El muchacho no dijo nada cuando le estaba haciendo el corte, ni tan siquiera se inmutó. Tomó aire y luego subió sus dedos goteando de sangre y los colocó en la rozadura de su profundo corte abierto, quedando parte de estos dentro de la piel.
Frunció el ceño ante un enorme mordisco y luego retiró la mano. Junto ella estaba pegada un extraño gusano negro. Lo tiró lejos de él y luego arqueó la espalda, debía medir unos 7cm, algo realmente grande.

-Ngh... Fuera de mí no va a vivir, así que no tardará en morir -comentó mirando a la chica- Cose la herida, rápido, cada vez ,e sinento más débil..

- ¿Pero que...?- dije con un dejo histérico en la voz, mientras observaba esa cosa mientras se retorcía. Aparentemente, prefería el interior de Griffith antes que el piso. Me había quedado sin palabras. Esa escena, fue, cuando menos bizarra.
Pero no había tiempo de pensar en lo raro de la situación. El corte que tenía Griffith en el cuerpo, lo hacía sangrar profusamente. La sangre que rezumaba de la colcha me apremiaba. Lo cosí lo mejor que pude, pero no era buena costurera, y algunos puntos quedaron un poco torcidos.
Cuando terminé, Griffith aún se veia palido, pero no había signos de malestar en su rostro. Clavé mis ojos en los de él.
- ¿Te encuentras bien?

El muchacho miró a Miyuki y luego suspiró, observándole unos instantes, con la cama algo múllida por la sangre. Se acomodó mejor, apoyándose en los codos y luego echándose a un lado, sin mover su abdomen para que los puntos no se abrieran y aquello no empeorara.

-Estoy bien.. -susurró cerrando los ojos, quedando algo más relajado y desabrochándose los pantalones para no apretar la piel y estar más cómodo- Mmmmm... creo que tendré que estar un tiempo en cama ¿no?... -bromeó guiñando un ojo.

- Considerando tu estado general, creo que tendrás que hacer reposo -dije entre risas. Estaba lo suficientemente bien como para sacar a relucir su sentido del humor.- Pero creo que tendrás que mudarte de habitación. No es muy comodo (ni hablar del aspecto higienico), estar en una cama rebosante de sangre, ¿no te parece?

Se encogió de hombros y luego le miró.

-No lo sé, no me molesta demasiado... Aún así a la mínima que doble el estómago un momento los puntos de la fisura se van a abrir y no me apetece mucho volver a tener que coserlo tras perder sangre.

Se acomodó mejor y cerró los ojos, medio dormido.

-Como duele... me comía por dentro...

Me reí ante el comentario de la sutura.
-Pues no, no sería agradable verte convertido en una fuente otra vez. Pero si quieres ir a otro lado, puedo llevarte en brazos. No sería muy elegante, desde luego, pero puedo hacerlo- Lo miré unos instantes, mientras el se acomodaba y cerraba los ojos. Semejante acontecimiento debía de haberlo agotado bastante. -¿Y puedo preguntar que diablos era eso y por que estaba dentro de ti?

Griffith le miró unos instantes y tras ello suspiró.

-Un parásito. La arpía me irío e hizo que se introduciera dentro de mí -comunicó no muy alegre de ello- Los he visto en otras personas. Te comen por dentro y te cortan con todo su cuerpo hasta que mueres desangrado o llegan al corazón y lo destrozan -la miró unos instantes- Les atrae la sangre, por eso lo de mis dedos.

-Llévame, anda...

Hice una mueca de desagrado.
- La verdad, me da bastante asco- dije mientras arrugaba la nariz, pero sonriendo al mismo tiempo. Me paré y deslicé cuidadosamente mis brazos debajo de él, y lentamente lo levanté. Era más liviano de lo que pensaba.
- ¿Y adonde te llevo?

Se encogió de hombros y le miró.

-Donde quieras, no me importa. Otra habitación estará bien -comentó dejando su peso muerto , sin hacer el menor esfuerzo para que sus puntos no se resintieran- Espero que puedas cargar bien conmigo, tampoco peso demasiado -dijo sabiendo que era cierto, cerrando los ojos algo cansado y apoyando al cabeza en el hombro de la chica, dejándose llevar

Entorné los ojos con malicia mientras una sonrisa tensa se pintó en mis labios.
-Por lo visto, si puedo cargarte. Soy mujer, soy mas debil que tu, pero tampoco soy una blandengue.
Me metí en la primera habitación que encontré. Era un poco menos espaciosa que la otra, pero tenía una cama casi tan comoda, por lo menos a primera vista. Lo deposité cuidadosamente en sobre las sabanas, procurando que no tuviera que moverse.

Se acomodó bien en la cama hinchando los codos en ésta y luego observando a la chica, guiñándole un ojo.

-No te preocupes por mí. Tú será mejor que te marches, estarás cansada. Sabré apañarmelas bien solo, soy autosuficiente -comunicó tomando la manta y medio tapándose, aunque deteniedno la acción debido al leve dolor que sentía en todo su torso- Aj... maldita arpía, me las pagará todas juntas.

Me reí al ver su cara de dolor por esforzarse de ese modo.
- Si, por lo visto te puedes atender tu solito de maravilla- dije con un dejo de sarcasmo. - Si quieres podría quedarme, despues de todo, no tengo nada mejor que hacer. Despues de dormir tan profundamente estoy fresca como una lechuga, asi que el cansancio no es problema para mi. Pero si no quieres...

Se encogió de hombros y se la quedó mirando durante unos instantes.

-Como tú quieras -terminó por decir mientras se acomodaba mejor y luego la miraba con una sonrisa- No me importa lo que elijas... Si te quedas, ya sabes que hay lugar de sobras

- Creo que me quedaré. No puedes estar solo, necesitas alguien que te cuide- dije sonriendo. La verdad era que si me iba, iba a empezar a aburrirme de nuevo. Por lo menos cuidar de un diablo con el vientre remendado era hacer algo.

Griffith suspiró y tras ello bostezó, estirnado la mano, ofreciéndola a la joven.

-Anda, ven -dijo suavemente mientras la atrapaba y hacía que se recostara a su lado, palpándole la cbaeza como si fuera un perro pequeño - Si no tienes casa donde quedarte, puedes estar aquí un tiempo, no tengo problemas en ello -se encogió de hombros unos instantes y luego le besó la frente.

Levanté un poco mi cara, y besé su mejilla. Suspiré.
- Si tengo casa, no soy una indigente. Es solo que me aburro. Estoy sola todo el tiempo. Una vez que salgo a cazar, me quedo sin nada que hacer. Cuidarte es mas divertido, por que asi puedo ver tu cara de dolor cuando tratas de moverte- sonrei con la ultima parte.

Griffith le miró unos instantes y luego suspiró.

-Sí, claro, no te preocupes. Puedes quedarte aquí y joderme durante todo el rato que quieras... -le tocó la mejilla y cerró los ojos, acomodándose mejor en la almohada- Mmmmm... Teng hambre. ¿Vas a prepararme algo, princesa?

Frunció el ceño y sonrió.

-Gracias por todo.