Evil dead -priv-

Gillthanas le miró un momento sin variar su expresión y le señaló con un dedo.

-Nunca los he conocido tan enfermizs como tu...-le dijo haciendo que al rededor de ellos naciese de su propio cuerpo y del suelo jirones de oscuridad que los envolvieron y los hacieron desaparecer de aquel inhóspito lugar en cenizas.

Cuando llegaron a tierra de nuevo suavemente no quedaba rastro de todo aquel infierno que en alguna parte insospechada del mundo iba surgiendo de las entrañas de la tierra para esparcirse por la superficie. A penas era de noche, con pocas horas para el amanecer, y el frescor nocturno, el de los árboles y el sonido de un arroyo no muy lejos pareció de nuevo esperanzador.

Griffith se apoyó con la espalda en un árbol, fijándose en Gillthanas quienes mantenía el mismo semblante serio y despreocupado. Ahora no se le ocurría nada.

-Debería ir a mi esfera -comentó mirando el cielo oscuro- Aunque realmente no sé quién está con quién ni por qué nos han atacado... Tampoco comprendo a León... -frunció el ceño, aquel cuyo nombre era igual al de un animal siempre había estado a su lado, casi llevaban 3000 años juntos y ahora se veía como nada- Si nos quedamos en un lugar fijo durante más de un par de días seguro que nos encuentran, deben estar rastreando el mundo humano en busca de nosotros -suspiró, quitándose la camisa para observar la herida de su costado y luego el brazo, desgarrando la pieza testil para envolverse las heridas con ella y tras ello apretando- Yo creo que no podré seguir mucho más, mi cuerpo pesa demasiado así que me quedaré por aquí...

-Antes de huir a ninguna parte lo primordial es que te recuperes antes-le dijo mirándole con temple y acercándose a él unos pasos, tomándole el brazo para inspeccionar las dos heridas-. ¿No se te cierran de forma instantánea?-le preguntó mirándole un momento.

-Todavía queda tiempo, no vamos a quedarnos aquí así que tranquilízate. Lo más provable es que nos hayan tomado por enemigos...-comentó soltándole con suavidad, mirándole sin fijarse pensando en ello-. ¿No decias que había un traidor en el infierno...?

Se encogió de hombros y luego apretó la tela de su brazo, observando el cielo.

-No, no se me cierran. Eso sólo ocurre con los demonios y te recuerdo que yo no soy uno de ellos -se acomodó mejor y tras ello atrajo a Gillthanas hacia si para que quedara pegado a su cuerpo, pecho contra pecho (a pesar de la diferencia de altura) sin abrazarle ni nada semejante- Supongo que sí -dijo entonces pensativo- Pero me extraña mucho que León haya cedido a todo ese juego, él confiaba en mí y yo en él. Y, además, tú, nunca les has desobedecido... No lo entiendo. O quizá sí. Quizá es uno de los más altos cargos del lugar que manipula a los menores -suspiró, ahora no quería pensar en ello- Sea como sea necesito pensar qué debemos hacer... El culpable dudo mucho que se deje ver -entrecerró la mirada y apoyó el rostro en el hombro de su acompañante- Vamos a tenerlo difícil.

Gill alzó una mano y la apoyó en el tronco del árbol, quedándose así unos momentos mientras pensaba en todo aquel asunto.

-Sea como sea se acabará aclarando, tenemos toda la eternidad para que se sepa...-comentó con una tenue sonrisa algo amarga mientras apartaba la cara un momento-. No te preocupes por el resto, no nos encontrarán tan fácilmente. Yo me ocuparé de eso-aseguró. No tenía más que seguir con aquel papel que ya había desempeñado durante algunos centenares de años huyendo de sus semejantes cuando se metía en algún que otro lío, perseguido con razón.

Griffith le miró unos instantes sin decir nada, mirando el suelo y palpando la herida de su propio torso.

-¿Vas a ayudarme? -cuestionó un tanto incrédulo. La verdad es que por las palabras ajenas tratando de un 'nosotros' parecía tener toda la intención de estar juntos durante todo este tiempo- ¿Quieres quedarte conmigo tanto tiempo? -le apartó un poco, mirándole a los ojos sin sonreír con sobervía como hubiera hecho en cualquier otro momento- Me extraña...

Se encogió de hombros, atreviéndose a rodear el cuerpo del hombre cuidadosamente y juntando ambas complexiones, pasando a besar su clavícula sin decir nada.

-Intentaré no ser tan débil y darte tanto asco...

Gill se volvió hacia él al notar aquel beso pero tan sólo se acercó a su rostro unos centímetros sin llegar a tocarle.

-Digamos que nos vamos a ayudar mutuamente. No sólo van a por ti...-le dijo con suavidad-. No voy a hacerte ningún favor si se que no se me va a devolver de alguna forma que me saque de apuros a mi también, así que hazte una idea.

El demonio desenrroscó la mano que le sujetaba de su cuerpo y dio un par de pasos hacia atrás sin soltarle.

-Vamos. Hay que curarte eso antes de nada.

Griffith asintió con el rostro y fue andando a su lado un poco arrastrándose puesto que el veneno le dormía parte de su cuerpo.

-¿Dónde vamos a meternos ahora? -cuestionó moviendo sus piernas lo mejor que podía, intentando coordenarlas aunque era bastante difícil- De todos modos... Gracias por ayudarme -frunció la nariz y luego sonrió- Eres incluso amable cuando quieres.

Se estiró un poco, callándose para seguir con el camino y respirando un tanto agitado por el esfuerzo. Aquel infernal no se parecía nada a aquel enorme monstruo transformado de minutos antes.

-¿Podré pagarte con sexo? -preguntó bromeando.

Gill se paró al lado de unas rocas, se sentó en una de ellas e invitó con un leve gesto al diablo para que hiciera lo mismo.

-El sexo sólo me da satisfación momentánea-le dijo estirando la espalda y metiendo la mano entre sus ropas, buscando por dentro del cinturón que le ceñía algunas cosas que solía guardar allí-. Prefiero algo que te cueste darme pero que al final no te quede más remedio. Eso si es gratificante.

Griffith le miró entonces a los ojos y se sentó a su lado, terminando por recostarse y dejando su cuerpo recto encima de aquella enorme roca.

-No sé qué puedo darte realmente. No tengo nada -guiñó un ojo, tirando de una de sus manos para que se echara hacia atrás y besándole los labios- ¿Estás pensando en algo? -pasó una mano por su rostro y le soltó, mirando el cielo fijamente y bostezando- La verdad es que es triste decir que desde que estuve contigo no he tocado a nadie más...

Mientras hablaba Gillthanas iba sacando algunas cosas que no necesitaba hasta que dio con lo que buscaba. Era un pequeño tubo metálico opaco.

-¿Por qué iba a ser triste?-preguntó sin mirarle, encogiendo un hombro. Abrió el bote cilíndrico sacando de dentro una espina de acacia que dejó a un lado de momento y después movió el bote haciendo que la gravilla que guardaba dentro se removiera un poco-. Di que simplemente no has querido echar por tierra con otra persona el mejor polvo de tu vida-comentó mirándole un momento antes de llevar una mano a su costado, apartando las telas para ver la herida.

Suspiró unos instantes, sus costillas se marcaban levemente bajo aquella piel por su delgadez y por otra parte tenía la herida que penetraba entre sus huesos.

-Digamos que tampoco fue tan bueno -comentó mirando como le observaba- En realidad a penas me acuerdo -se apoyó con los codos en la tierra, levantando un poco su rostro- Además, no puedo compararte con nadie, aún -le guiñó un ojo y se estiró, contemplando los árboles- Y dudo que ahora cualquier infernal quiera tocarme para repetir -bromeó dada la circustancia en que se encontraban.

-Si, lo que tu digas...-comentó alzando una ceja sin mirarle mientras pasaba un dedo al rededor de la herida, por la piel aún intacta. Se apoyó contra él y lo sujetó para ladearlo un poco y que aquella brecha quedase totalmente al aire. Después echó un poco de aquella gravilla negra en la palma de su mano y comenzó a espolvorearla por la herida, viendo como comenzaba a hervir y a encogerse la carne por la rápida reacción.

-¿Como diablo no deberías tener alguna capacidad maravillosa que te sirva para este tipo de situaciones?-le preguntó sujetando los bordes del corte con ambas manos y apretando para cerrarla y que el polvo quedase atrapado dentro contra su herida.

Griffith ni tan siquiera se inmuto por el dolor, simplemente lo aguantó, no pudiendo responder a las preguntas de Gillthanas hasta que dejó de hervir aquello.

-No... Los demás Diablos nacidos como tal pueden otorgársele o no los poderes, depende de lo que quiera lucifer, pero, los apóstoles como yo no podemos -comentó mirándole a los ojos y sonriendo, siempre estaba serio, no sabiendo aceptar las bromas o demás- Mmmm... Tienes buenas manos -se apoyó nuevamente con los codos para observar como iba todo y sonrió- Y no sólo para las herias... -dijo insinunante, sabía que Gillthanas se consideraba bueno en el sexo y le gustaba que se lo dijeran-

Gill chasqueó la lengua apartándose los cabellos de delante con un suave gesto y le miró.

-Si, lo se, gracias-mentó soltando la herida, dejando que se abriera nuevamente mostrando el interior blanco, sin sangrado ya-. Agárramelo-le dijo pasándole el bote metálico. Arrancó un pedazo de tela de la camisa del diablo, aprovechando que ya estaba rota, para deshilacharla y tomar una de las hebras y pasarla por la espina de acacia a modo de aguja.

-Vivir solo en medio del bosque totalmente asilvestrado durante tantos años te enseña muchas cosas, ¿sabes?-le dijo metiéndose la espina en la boca un momento, notándola seca y amarga.

Asintió con el rostro y le miró a los ojos. Griffith no admiraba a Gillthanas ni nada semejante, simplemente era muy distinto a él. Le observó fijamente y suspiró, dejándose hacer mientras se estremecía por las 'caricias' que le proporcionaba. Contempló la espina sin mucho interés y contrajo sus músculos.

-Termina ya... verme debajo de ti de esta forma no me entusiasma -comentó frunciendo el ceño y luego la nariz, cerrando los ojos- Las heridas ni tan siquiera me duelen, así que no importa si no las curas.

-Me da por culo que no te duelan-le contestó con total tranquilidad sujetándole de nuevo la carne, traspasándola con la espina y comenzando a coserle-. La del brazo no es tan grave, pero esta es mejor cerrarla...

Después de un momento logró coserla completamente. Pasa asegurarse de que cicatrizaría rápido vlvió a coger un poco de la gravilla con dos dedos, llevándosela a la boca para humedecerla, haciendo una pasta con ella y cubrir el corte con ella.

-Ya está. Levántate y camina-le dijo separándose de él un momento para guardarse de nuevo todo lo que había sacado.

Griffith le miró unos instantes y sonrió, mirando a su frente mientras se levantaba cuidadosamente a pesar del dolor que seguía amortiguando con su cuerpo mientras andaba dejando algo atrás a Gillthanas con cierta dificultad. Esforzarse de aquella forma sabía que no era demasiado bueno, pero no iba a decaer delante del demonio.

Entrecerró la mirada, cada vez veía más borroso y eso dificultaba en el momento de seguir algún camino en concreto puesto que aunque tenía uno de ellos en frente no lograba verlo y eso que el puente era bastante grande.

-...

Gillthanas le observó, bajó la cabeza suspirando y negó con la cabeza, pasándose la mano por la nuca.

-Déjalo, no te escfuerces. No es necesario que me impresiones si tu vida depende de ello-le dijo estirando un momento la espalda para levantarse él también-. Será mejor pasar el resto del día por aquí cerca... descansar y ya se verá mañana-le dijo acercándose a él para mirar a su alrededor en busca de un buen sitio.

Se volteó unos instantes pero en vez de mirar a Gillthanas miraba a un árbol, como si fuera él.

-¿Eh? Pero si estoy bien -comentó como si nada mirando en frente, entrecerrando la mirada para intentar ver mejor- Es sólo que estoy cansado pero puedo seguir caminando, no te preocupes por mí -sus sentidos parecían torcerse cada vez más.

Suspiró y luego se sentó en el suelo, cara él- Anda, siéntate, sólo necesito 5 minutos de descanso -musitó cara el árbol- Venga!

Gillthanas tuvo por un segundo la idea de dejarle allí mismo tan sólo para divertirse, largarse por su cuenta porque realmente tampoco le debía el favor de brindarle ayuda a cambio de lo mismo, pero no lo hizo. Rio con burla para sí mismo y después se acercó a él.

-Oye-le dijo agarrándole por un hombro y tirando de él para que se volviera y le mirara-. No me obliges a darte una paliza para dejarte inconsciente y que recobres el sentido. Me da la sensación de que nunca tendré paciencia contigo...-alegó soltándole y mirando aquel mismo árbol. Quizás se pudiera dormir allá arriba.

Griffith observó a su acompañante y suspiró, mirando luego el suelo.

-Supongo que es el veneno, hace que pierda durante un par de días parte de mis sentidos así que estoy bastante desorientado, quizá termino por ni oirte -comentó estirándose encima de la hierba y luego bostezando- Debemos buscar un sitio para dormir, no podemos hacerlo en el suelo ni tmapoco en una casa... Quizá una cueva bien escondida serían buen lugar -comentó tomando el pantalón de GIll y estirándolo un poco para que le mirara- ¿no?

-Una cueva es demasiado obio. Un bicho nocturno que se esconde en un agujero... Qué original.

Gillthanas le tomó por la cintura con cuidado de no tocarle las heridas y subió al árbol con él, posándole sobre las ramas. Se apoyó después en unas cuantas y las tumbó, quebrándolas y creando un nido donde poder tumbarse sin peligro de caer ni que nada se moviera.

-Ven. Vas a dormir si o sí. Y yo me quedaré aquí, a tu ladito, para cuidarte toda, toda la noche-le dijo emulando una amabilidad falsa y en tono de burla pero que tampoco tenía pensado pasar por alto.

Griffith se acomodó y le miró a los ojos durante unos instantes, acurrucándose en las ramas y luego observando a Gillthanas.

-Tengo frío -dijo de pronto, no llevaba jersey y era de noche así que ahora que las heridas parecían doler menos sentía aquel tipo de sensación tan desagradable que le erizaba toda la piel del cuerpo. Le tomó de la mano e hizo que se colocara encima de él, pecho contra pecho- Aunque te guste poco estar así me ayudarás a entrar en calor -susurró cerrando los ojos y metiendo las manos bajo su ropa superior para calentar sus heladas manos- Eres grande y no me toca el aire.

Gillthanas no se movió de allí, ni se separó de él. Cerró los ojos pasándole un brazo por encima y apretándolo contra su cuerpo.

-Si pretendo tener rivales que estén a mi altura en un futuro tengo que cuidar de ellos hoy-le dijo despacio bajando el rostro y topándose con sus sedosos cabellos contra la boca-. Entrarás en calor rápido. Duérmete para que vayan curando las heridas mientras descansas, será mejor para no notar nada cuando la pólvora empiece a derretirse dentro de la carne.