Evil dead -priv-

Comió algunas uvas y luego suspiró, medio quedándose dormido en la bañera de agua caliente.
¿Un sitio donde quedarse...?

Se sumergió mojando su pelo y éste mismo alisándose de pronto, emergiendo después y mirando alrededor para levantarse con algo de dificultad y tapándose con un albornoz, dejando el pecho descubierto para que no le dañara las heridas.
Fue hasta donde estaba el muchacho y luego se sentó en su cama,, recostándose.

-Espero que no te importe que me quede aquí a descansar un rato, estoy destrozado, en todos los sentidos -sonrió unos momentos y luego cerró los ojos, empapando con sus cabellos la almohada y suspirando- ... ¿Dónde vas a ir?

-Aún no lo tengo muy claro. Una partida de demonios vamos a ir lejos... a cazar almas, pero de otra forma-dijo encogiendo un hombro, sacando alunas cosas de gran tamaño envueltas en ropa.

-Puedes quedarte-le dijo volviéndose hacia él-. Pero en cuanto yo me vaya tendrás que irte tu también, aquí no puede quedarse nadie solo-comentó acercándose a la cama, vacilando unos segundos y después sentándose al borde, cansado, dejando aquellas cosas en el suelo-. Siento no serte de ayuda ahora. Tengo que ayudarme a mí mismo primero...-masculló ausente con la vista perdida en el suelo.

Griffith le miró a los ojos unos instantes y luego se acomodó mejor en la cama, observando su rostro y sonriendo a penas.

-¿Desde cuando te preocupas por mí? -se cubrió con la manta y bostezó- El Gillthanas que conozco habría dicho que se iba y me hubiera echado, sin decir nada más, después de todo somos adversarios en cunato a razas... -pensó unos instantes y luego se acurrucó, poniéndose de espaldas al hombre- Ten cuidado con los demonios que te acompañen, yo seguiré indagando por tu esfera de forma cautelosa, mientras nadie me encuentra ni me vea todo estará bajo control -murmuró acurrucándose de nuevo- En caso contrario... en fin, esperemos que no ocurra. Tendré que buscar algún lugar donde descansar

Gill se volvió hacia él con suavidad.

-¿Te molesta que me preocupe?-le preguntó sin saber muy bien si realmente se estaba preocupando por él. Ni si quiera sabía lo que era la preocupación-. Te estoy echando. Ahora no me importa que te quedes aquí, mientras estoy yo, y descanses. Pero cuando me vaya a media noche tu te irás también.

Tomó aire y se levantó con pesadez del borde de la cama, mirándole.

-Así que tendrás que ocuparte tu solo del asunto del traidor. Yo estaré ocupándome de asuntos paralelos demasiado lejos.

Asintió a penas con el rostro, en realidad le daba igual tener que enfrentarse con mil o más demonios, le daba igual poder salir ganando y perdiendo.
Reclinó la cabeza en la almohada, estaba demasiado cansado como para replicar o decir algo borde por lo que se aferró a la manta y cerró los ojos.

-Gracias por cuidar de mí, Gillthanas... -musitó intentando conseguir el sueño mientras se acariciaba la herida del abdomen e intentaba relajar todos los músculos a pesar que no terminaba de lograrlo.

Aunque había esperado alguna frase ingeniosa que intentaba ser doliente no la recivió. Casi era un alivio, no tenía el día ni había tenido una semana demasiado alentadora. Tampoco habría podido contestarle nada. Asintió con la cabeza levemente y volvió a coger lo que había dejado en el suelo, saliendo del cuarto en silencio para dejarle dormir y metiéndose en la sala de armas.

No tenía demasiado tiempo para prepararse. Invocando a ciertos demonios y almas errantes comenzó a armarse como guerrero a oscuras, rodeado de filos y sangre seca por los siglos.

Entrecerró la mirada y tras ello miró el techo. Cuando se fue se reincorporó en la cama, desabrochando su albornoz y mirándose las heridas. Pasó una mano por su abdomen donde tenía la carne en vivo y cerró los ojos encogiéndose sobre su propia figura. Tras intentar dormir hora tras hora no lo consiguió.
Se levantó y fue a sentarse a un rincón de la habitación, arrastrándose junto con la manta y cbriéndose. Se acurrucó nuevamente y pasó su mejilla por la pared, sollozando como un gato sin llegar a derramar una sola lágima

Después de un buen rato Gillthanas se había ataviado con todo lo necesario y volvió a cubrirlo todo con la ropa. Salió un momento a la calle, observando el cielo nocturno, no contento con que la hora se acercase. De vuelta al cuarto no encontró al diablo.

Miró a todas partes llamándole y cuando percibió en la penumbra aquel cuerpo envuelto en la manta en una esquina se quedó un momento en silencio.

-Griffith...-chasqueó la lengua y se acercó a él tirando un poco de la manta para mirle la cara-. ¿No puedes finjir que estás bien para que yo pueda irme sin tener que pensar en que te estés muriendo? Ven, anda. Te arreglaré un poco. Tengo que irme ya.

Griffith le apartó de un empujón sin fuerza y le miró a los ojos. Los propios estaban afilados con la pupila de un lagarto o gato, al igual que su piel más pálida de lo normal.

-Puedo solo... -musitó doblando un poco el rostro y encontrándose con la mejilla sangrando de tanto restregarse contra la pared un tanto ruda. Se apoyó en el suelo y al levantar el sonido de alguno de sus huesos crujió como si se rompieran. De forma involuntaria seguían surgiendo sollozos de su garganta que no controlaba y apoyándose con la espalda a la pared. El cabello blanco y largo cubría parte de su rostro, una figura más que siniestra.

Apartó las hebras del rostro, tenía cortes en las muñecas y en los brazos, un tanto profundos.

-No me mires -dijo con una voz más fuerte que la propia, ya no tenía ese tono de serenidad, pasando su mano por la mejilla sangrando y quedando de pie.

Gill le observó durante unos instantes y después frunció el ceño lentamente.

-Si no quieres que te ayude entonces vístete inmediatamente y lárgate-le espetó con severidad sin moverse del sitio. Ni si quiera alzó una mano como había tenido el impulso para tocarle a penas, sujetarle o acariciarle.

Le señaló la puerta con un leve gesto de la cabeza y giró un poco el cuerpo, esperando a que saliera.

-Vamos, fuera-le apremió de nuevo impaciente.

Griffith fue andando lentamente hasta la salida, sin noción realmente de donde iba o de lo que estaba haciendo. Su cuerpo perdía mucha más sangre de lo que podía recuperarse. Llegó fuera con la luna bañando su pálida piel y volvió a sentarse, acurrucándose contra las rocas mientras seguía frotando su mejilla contra la piedra y el cuerpo quieto, sollozando sin detenerse unos instantes. Un sonido persistente que molestaría a cualquier ser vivo que lo escuchara.

-Uuuuh... -apoyó una mano también en aquella pared y cerró los ojos, respirando lentamente y dejando que las heridas siguieran sangrando.

Gill esperó unos instantes y después le siguió, cogiendo sus ropas del suelo para salir de la cueva, la cual se cerró tras él como si allí no hubiese una entrada. Le arrojó encima las ropas y le miró un instante en silencio.

-Has escogido un mal momento para meterte en líos. Cúbrete las heridas y apriétalas o morirás desangrado.

Fue lo único que le dijo. Se cargó mejor el macuto envuelto en telas de cuero oscuro al hombro, mirándole una última vez de reojo y echó a andar sin más bajo el cielo nocturno, perdiéndose en la espesura del bosque que velaba por la seguridad de aquel lugar.

Griffith ni tan siquiera se inmutó ante aquello, sus ojos estaban cerrados y su cuerpo seguía frío y con tonos rojizos por la sangre restregándose con firmeza al igual que un pequeño felino.
Volvió a sollozar cuando iba abanonando el camino y tras ello tomó todas las cosas poniéndolas entre sus brazos.
Los pasos de Gillthanas resonaban por todo aquel lugar, como los extraños cánticos del Diablo. Pronto unas sombras emergieron de los árboles y el ambiente se volvió tenso, casi asfixiante. Unas sombras oscuras que fueron andando lentamente hacia la figura en el suelo de Griffith sin que él hiciera nada.

[Pasa por el chat[