Mirando el mar-Priv-

El aire fresco nocturno me sacudió de una manera agradable , aliviando el calor que sentía.

Camine junto a el hasta llegar a aquella colina y obedecí sentándome cuando el lo indico, mire al cielo, nunca había visto tantas estrellas, sonreí de manera soñadora ante aquella visión tan maravillosa.

Mis ojos recorrieron el cielo y después mire a Gillthanas de reojo, comprobando que el también miraba el cielo pero de una manera distinta

-¿Pasa algo?-pregunte sin apartar mis ojos de la cúpula celeste-¿Parece que buscaras algo?

-¿Nunca te han dicho que no debes fiarte de los demonios?-le preguntó sin prestarle demasiada atención. Sus ojos clarísimos iban perfilando aquellas constelaciones con detalle buscando entre ellas una muy especial.

Gillthanas pareció encontrar lo que buscaba, y sin más se acercó al ángel, sentándose a sus espaldas, muy cerca de su frágil cuerpo pero sin llegar en ningún momento a tocarlo. El demonio alzó una mano por delante de ella, asomándose por su hombro para ver lo que ella y le señaló una de aquellas cadenas de estrellas.

-Hay una leyenda que reza una batalla entre luz y oscuridad-empezó a decir sin señalarle nada en especial de momento-. Y como siempre marca la tradición la oscuridad tiene el pleno derecho a ganar todas las batallas, pero no la guerra final. Cuando el dios de la luz y sus soldados ganaron aquella batalla final y se alzaron con el bien sobre el mundo el mal pereció, pero también lo hizo el dios de la luz en el campo de batalla.

Gillthanas le relató aquella primera parte muy por encima para señalarle un conjunto de de estrellas que parecían formar hileras perfectas al rededor de una estrella central mucho más brillante.

-Sus soldados tomaron su cuerpo y lo alzaron en el cielo para que siempre estuviera presente sobre el mundo en forma de constelación.

Asentí a lo de que no debía confiar en demonios, me lo habían dicho una media de 300 veces cada da de mi vida y de ellas 299 no las escuchaba y la que quedaba la ignoraba.

Note su cercanía cuando se sentó tras de mi y como su brazo pasaba sobre mi hombro y me señalaba algo en el cielo que no lograba ver.

Sus palabras me hicieron imaginar todo aquello de una manera vivida, como si de una película se tratara y sonreí, me gustaba el sonido de su voz.

-Es una historia muy bella-susurre, mientras seguía su dedo hacia el cielo y contemplaba aquella constelación-me ha gustado mucho-sonreí inocente-, aun que sonaba a cuento para niños.

Querría haberme apoyado sobre el demonio, pero ya me había dicho que no le gustaba que le tocaran sin permiso y yo no quería que el se enfadara conmigo

Gillthanas se concentró en aquellos astros un momento.

-Sólo es una leyenda, dudo que sea cierta, pero desde entonces así es lo que se piensa de todos esos soldados aún en el cielo, rodeando a su luz mayor para dorarla y sobre todo protegerla.

Como un truco de ilusionista movió una mano sobre aquella cadena de estrellas, las hizo brillar mágicamente de forma especial, más intensamente, como si estuvieran vivas. Alargó ambas manos hacia ellas y como si fuera un collar colgado en el cielo las separó del fondo negro, haciendo que aquella joya de cuentas sin unión entre ellas terminase en las manos del demonio, separándose del cielo.

Gillthanas llevó aquel collar de luz al cuello del ángel desde aquella misma posición en la que estaba y las pequeñas estrellas centelleantes se pegaron suavemente a su fino cuello, desapareciendo allí como si se fundieran con su piel, ocultándose bajo ella y quedando perpetuamente el brillo oculto.

-Nunca te fies de un demonio...-le dijo con suavidad, dejando aquella metáfora de un ejército de estrellas al rededor de una luz superior para protegerla. Para otorgarle una protección que realmente necesitaba.

Observe con los ojos centelleantes como realizaba aquel truco mas digno de un ilusionista que de un demonio y sonreí, apoyando mi mano sobre el cuello donde las estrellas ilusorias se habían introducido magicamente.

Gire la cabeza y le mire a los ojos con una sonrisa

-Un truco muy bonito Gill-dije sin dejar de mirarle-y deja de repetirme que no debo confiar en demonios, te empiezas a parecer a mi hermano mayor.

Su presencia tras de mi me reconfortaba de una manera extraña, le mire de nuevo a los ojos y le di un beso en la mejilla

Le miró con suavidad frunciendo levemente el ceño durante unos instantes, después de aquel tierno beso de criatura mágica y blanca.

-No es un truco-le dijo finalmente sin moverse del sitio, devolviendo la vista arriba y después a su cuello-. Es un amuleto. Si tan agusto estás cerca de mi, estarás más en peligro que cualquier otro, así que haciendo gala de mi increíble afán de compañerismo y amistad sin reservas te protejo contra mí...

Ladee la cabeza pensando en sus palabras, mientras mi mano recorría en una caricia mi cuello suavemente.

-¿Por que necesitas protegerme contra ti?-dije suavemente-¿crees ser incapaz de evitar dañarme o me ves tan frágil e indefensa que no pueda protegerme si intentas algo?-suspire-no soy de porcelana Gill....., me gusta mucho el presente que me has hecho de verdad, solo es que.....-agache la cabeza-todo el mundo me ve como alguien débil que hay que proteger, pero no es real-mire al demonio y sonreí convencida de las palabras que iba a pronunciar-si fuera una realidad, no habría sobrevivido mucho tiempo sola y nunca jamas se me habría ocurrido estar tan cerca de un infernal capaz de dañarme.

Quede callada, pensativa e inmóvil, el haber recibido aquel amuleto me hacia preguntarme muchas cosas de aquel infernal.

-¿tu por que te acercas tanto a mi?-pregunte sin mirarle, solo observando las estrellas y notando la brisa en mi rostro-no es molesto, pero es extraño....-sonreí sin mirarle-particularmente a mi me gusta notar tu presencia tan cerca, pero teniendo en cuenta que a ti no te gusta que te toquen, no se por que eres tu el que se a acercado tanto a mi y me pica la curiosidad por si hay alguna razón

El demonio se mantuvo inmovil e impasible mientras la chica hablaba y él la escuchaba sin nada que añadir. Realmente se veía capaz de hacerle daño, como a cualquier otro. Quizás entonces lo que debía preguntarse no era por qué se acercaba tanto si no por qué trataba de protegerla de sí mismo. La respuesta no iba más allá de proteger los propios intereses.

-¿Te estoy tocando yo acaso?-le preguntó. La chica estaba sentada entre las piernas del demonio, y él muy próximo a ella, casi notando cada uno la respiración del otro, el aire claiente que rozaba sus pieles muy cerca. El cuerpo inmenso comparado con el de la chica parecía incluso abalanzarse sobre una presa, pero a pesar de la cercanía no la rozaba en absoluto.

Negué, con un movimiento firme de la cabeza y le mire a los ojos, intentando leer en ellos lo que pensaba en realidad y sabiendo-me a la vez incapaz de ello.

-¿Y por que quieres protegerme de ti?-sonreí-alguna razón tendra un demonio para dar un amuleto a un ángel, pequeño y poco importante como yo-reí-sinceramente no creo ni que te sirva de aliada realmente, así que no comprendo ni el por que del regalo ni la razón de que desees protegerme aun que sea de ti.

Me di la vuelta, quedando entre sus piernas pero sentada frente a el con la piernas cruzadas.

-Clave mis ojos color zafiro en los suyos, con la mirada interrogante de todo niño que no comprende algo, esperando una contestación satisfactoria

Después de estar un buen rato en silencio, mirándola, pensativo y fijo en los detalles que captaban sus ojos como siempre, chasqueó la lengua con suavidad y emitió un largo gruñido, suave y grave, haciendo vibrar en la garganta algunas palabras que había que debía pensar todavía.

-No es fácil encontrar criaturas tan predispuestas a entablar una agradable amistad ciega con un demonio. Pero yo he tenido esa suerte...-comentó sin apartar sus ojos azules, clarísimos, de los de la chica-. ¿Está mal que trate de proteger y guardar lo que tan aleatoriamente me ha ofrecido la suerte?

No sabia si creer aquellas palabras, me hacían sentir bien y a la vez me aterrorizaban, pues aquello para mi había sido como un juego que debía acabar en cualquier momento, seguramente mal para mi, pero con el tiempo había comenzado a apreciar mucho a aquel demonio, y que el me apreciara a mi de alguna manera me llenaba de alegría.

-Gill....-susurre agachando la cabeza y reprimiendo lágrimas de alegría-gracias

No quería mirarle, mis ojos se encontraban acuosos, para mi aquellas palabras suyas habían significado mucho mas de lo que jamas podrían llegar a significar para el.

Gillthanas frunció el ceño apartándose unos centímetros para lograr verla mejor aunque fue imposible.

-Qué pasa....-preguntó sin hacer ningún gesto más. Tan sólo la miró allí, envuelta en un ovillo con su propio cuerpo. Le parecía tan pequeña y frágil que no podía creer en una futura batala contra ángeles así. ¿Se trataba de una broma acaso? Siempre pensaba que en todo había truco y nnca había que fiarse, pero en ningún momento fue capaz de verla como un rival.

Moví la cabeza de manera negativa, dándole a entender que no me pasaba nada, aun que no fuera del todo cierto

-Solo es que me he sentido feliz por lo que has dicho-no levante la cabeza-me a alegrado mucho saber que soy aun que sea un poco especial para ti-suspire-pensé que solo me veías como alguien con quien jugar hasta que decidieras matarme-ladee la cabeza mirándole de reojo con aquellos ojos que brillaban por las lágrimas reprimidas-muchas gracias.

Si mi hermano o cualquier ángel me escuchara decir esto seria condenada por traición, lo sabia, pero me daba igual, un amigo, eso era Gillthanas para mi o al menos algo parecido.

Quería un abrazo, lo necesitaba, pero no podía pedírselo por miedo a que me rechazara y me daba pánico comenzar a llorar si el me estrechaba entre sus brazos, así que me quede quieta, mirándole de soslayo con una tímida sonrisa en los labios y las manos apoyadas sobre mi regazo

-Ah...-el demonio la miró ladeando un poco la cabeza, y lejos de tocarla si quiera para unjirle las lágrimas que corrían por sus mejillas, estiró los brazos hacia arriba y después se dejó caer hacia atrás, tumbándose en la hierba de la colina para quedarse mirando al cielo.

-¿Y te pones así por eso? ¿Entonces si llegara a decirte lo mucho que te amo que harías?-preguntó frunciendo el ceño levemente mientras se fijaba en un pequeño grupo de estrellas tintineantes de las que perdió interés rápidamente para seguir mirando a otras-. Pero.. de nada...

Sonreí ante aquel comentario, aceptaba su forma de ser tal cual, no era cariñoso ni tampoco amable muchas veces, pero me hacia sentir bien

-Si me dijeras que me amas-dije incorporándome y estirando las alas, haciendo que innumerables plumas revolotearán transportadas por el viento-me enfadaría, por que me estarías mintiendo-le mire de reojo-y si fuera verdad.....tendría que plantearme muchas cosas antes de decir nada al respecto.

Plantearme cosas como si seria correcto seguir viéndole, hablar con el, si podría llegar a amar a un dominio y huir con el dejando todo lo que me importa atrás.... cosas que siendo todavía una niña no quería ni imaginar. Yo ya había amado y amen de que estuviera prohibido por ley mi amor también lo prohibía la naturaleza, pero aquello tuve que dejarlo atrás hacia no demasiado tiempo, para no dañarme yo y no dañarle a el....

Mire de nuevo al cielo tachonado de estrellas y acaricie mi cuello donde estaba aquel amuleto y sonreí feliz, por primera vez me sentía importante como persona y no como ángel del agua

El demonio guardó las manos bajo la nuca y siguió mirando el cielo con el ceñolevemente fruncido, pensativo mientras perdía la cuenta de las estrellas que allí había. Sólo podía asegurar que en pocos días caería una tormenta sobre aquel mismo territorio.

-Vaya...-dijo al fin dejando escapar todo el aire de sus pulmones-. ¿Dónde se han metido todas las mujeres fáciles?-se preguntó a si mismo con un ligero tono de burla, aunque en realidad era una actitud realmente apremiante por parte de aquel ángel, a pesar de su corta edad. Por alguna razón, quizás por ser hombre, Gill siempre estaba ansioso, por cualquier cosa, por cualquier motivo y sobre cualquier tema, pero odiaba que se lo cedieran todo tan fácilmente, ¿qué tenía de extraordinario un mercader ambulante que se dejaba cazar y deborar porque ya tenía pensado suicidarse por su patética vida? Gillthanas quería correr tras una presa que trataba de huir....

Ante aquel comentario no pude mas que reír, haciendo que mis carcajadas llenaran el aire a mi alrededor.

Me senté de nuevo a su lado, pudiendo observar su rostro cuando quisiera desde mi postura

-¿Es una buena pregunta?-dije en tono bromista-no me gusta ni la idea de que halla mujeres que se venden a cualquiera-suspire-¿Que tiene de bueno ser de cualquiera?-deja la pregunta en el aire, mas para mi que para el.

Abrace mis rodillas y deje caer mis alas como un manto sobre mis hombros bostezando, no sabia si por sueño o por aburrimiento.

-¿Te gustan las mujeres fáciles Gill?-pregunte sin darle mayor importancia a la pregunta, pero mirando de reojo al demonio desde mi posición

-¿La pregunta es si me gustan las mujeres?-cuestionó a su vez. Nunca había podido decir que le gustaran, ni tampoco los hombres, porque de la misma forma que le valía cualquier cosa no le gustaba nada en general.

-Supongo que solo en el momento. Suelo olvidarme de la gente con la que trato alguna que otra vez... como para recordar algo así, tan efímero. No, no me gustan las mujeres fáciles. No me gustan las cosas fáciles. Quererlo todo tenerlo al momento tiene que ser muy aburrido... No envidio para nada ni a tu dios ni al mio, ¿sabes?-comentó tomando aire en profundidad y cerrando los ojos tal cual estaba.

Le escuche, solo eso, yo no opinaba sobre Dios y su hermano, era cansado y nunca llevaba a ningún sitio, no tenia opiniones favorables a ninguno, pues los dos habían hecho cosas estupidas en mas de una ocasión.

-A mi tampoco me gusta que me pongan las cosas fáciles-dije en un susurro-y cuando lo hacen me aburro enseguida, si algo no es un reto no vale la pena lograrlo pues no se aprecia realmente después.

Observe como las nubes del horizonte se acercaban sin piedad tapando las estrellas y sonreí complacida

-Gill va a llover-dije con tono divertido-tu decides si quieres mojarte a mi me da igual-mire al demonio que se encontraba tumbado y de nuevo a las nubes-te quedan 10 minutos para decidirte antes de que caiga el chaparron y te aseguro que va a llover con ganas.

-Mmm...-el demonio pareció pensárselo, con los ojos cerrados aún. Nunca tenía prisa por hacer nada, precisamente porque nunca moriría. Tenía toda quella aburrida, aburrida eternidad para llevar a cabo todo lo que quisiera, y más eternidad aún para perseguir lo que se le pudiera resistir.

-A ti te gusta el agua... a mi me da igual...-comentó oliendo aquel aire nuevo que amenazaba tormenta-. Me gusta mucho el olor de la lluvia al empezar a caer...-murmuró más para sí mismo, pensando en voz alta, hasta que abrió los ojos-. ¿Sería demasiado indecoroso que tu y yo compartiésemos una cama para pasar la noche o eso también es pecado?-preguntó entonces mirándola como si nada desde allí en el suelo todavía-. No tengo pensado tocarte para nada... a parte que ya te he visto desnuda... si mal no recuerdo.

Con lo feliz que era yo sin acordarme de eso-pensé mientras mi cara se ponía roja como un tomate.

-Si no me tocas, no es pecado-dije escondiendo mi rostro entre mis brazos-solo seria dormir....

Las nubes casi estaban sobre nosotros y el olor a lluvia ya llegaba hasta mi de manera mas penetrante que para los demás, comenzo a chispear, caían finas gotas que solo humedecian el aire, era el principio de una gran tormenta.

-Gillthanas agradecería que no me recordaras lo del lago-dije mirándole de reojo con rubor en mis mejillas-me hace sentir incomoda...me da vergüenza

-¿Por qué?-le preguntó mirándola con interés, sentándose en la hierba. Aún quedaban minutos eternos para que llegase la lluvia-. ¿Te da verguenza que vea partes de tu cuerpo que se consideran íntimas y secretas? Eres la primera mujer que veo desnuda. No puedo opinar demasiado sobre ello, ni compararte con ninguna otra ni decir si tienes un cuerpo bonito o feo... ¿Qué más te da entonces?

El demonio se puso en pie después de hablar y contempló el cielo unos instantes.

-Podemos volver a la taberna. Tienen una posada en el piso de arriba-le ofreció el demonio mirando hacia abajo.

Suspire molesta, no se le puede explicar a alguien que algo esta mal si el no lo ve asi de ninguna manera....

Me incorpore y sacudí la humedad de mis plumas, después le mire a los ojos

-Si no hay mas remedio-dije desilusionada-me habría gustado conocer tu casa-le guiñe un ojo de manera traviesa-pero para dormir da igual le lugar.

Me acerque a el dudando si cogerme a su brazo y desechando la idea finalmente para no molestarle.

-Vamos a dormir-dije bostezando-empiezo a estar cansada y el sonido de la lluvia me da mas sueño aun, así que cuando comience a tronar me voy a quedar inconsciente donde este-reí

-Vamos...-repitió mirándola una última vez para retroceder sobre sus pasos y dirigirse de nuevo hacia la posada.

En aquellos momentos en los que habían llegado poca gente quedaba allí en la taberna. La amenaza de tormenta les había obligado a salir rápido para recogerse en sus casas con sus familias y guardar bien el ganado para no correr ningún accidente. El demonio cruzó la sala acercándose al posadero para pedirle un cuarto de una sóla noche, y el hombre no pudo evitar mirarle a él y a la chica que iba consigo de reojo, cuestionándose en silencio qué clase de tipejo llevaba a niñas a posadas de aquel tipo.

Me parecío divertida la manera en la que el posadero nos miraba, todas las ideas obscenas y pervertidas que rondaban por su cabeza mientras nos observaba, se veían en sus ojos

Gill cogió la llave y caminamos en dirección a la habitación, fuera la lluvia caía con mayor intensidad, lo notaba y los truenos pronto amenazarían a sonar

No era consciente de lo que estaba haciendo, no lo pensaba.
El hecho de dormir en una habitación cerrada con un demonio y que el pudiera hacerme cualquier cosa sin que yo fuera capaz de hebitarlo no me pasaba por la cabeza.

Le miraba mientras abria la puerta de la estancia y solo podía pensar en lo extraña que me resultaba la idea de que un ser tan inmenso y amenazador para cualquiera a mi me hubiera calado en lo profundo del corazón de aquella manera, siendo considerado casi un amigo.