Una sentencia de muerte -Priv. Griffith -

Gimió con fuerza y escondió el rostro en su cuello, moviendo cuidadosamente su cuerpo para que fuera entrando y saliendo, empezando a sudar mientras jadeaba ante cada penetración.

-Mentiroso... ngh... no intentes quedar bien... conmigo... ya te conozco demasiado... -se abrazó a él, besando su cuello y luego sus labios, mordiéndole de vez en cuando- Ponte tú encima, me gusta mucho más verte de esa forma... -se detuvo unos instantes, esperando que aceptara la petición, mordiendo su clavícula- Ufff...

-¿En qué crees que he mentido?-le preguntó empujándole el rostro con el suyo, besándole en la comisura de los labios mientras se calcaba con todo su peso sobre él, dejando que Griffith cayese hacia atrás.

Sin salir de él le miró a los ojos y apoyó los antebrazos en las ramas, al lado de su cabeza. Pergó el pecho al del diablo y después comenzó a moverse lentamente sobre él, suspirando levemente a cada movimienro. Acercó los labios al cuello ajeno y comenzó a besarlo con suavidad, a lamerlo y a morder con suavidad la piel.

Griffith le abrazó por la epsalda y luego gimió.

-En todo... mentiroso... mentiroso... ahh... te quiero -movió una pierna alrededor de su cuerpo y luego le atenazó con ella, relamiéndose el labio inferior y estirándole un poco mientras le hacía mover más rápido- Hazlo bien, por favor... pon más empeño -musitó completamente rojo y jadeando, rojo- Sigue... Por favor... -musitó lamiéndole los labios- Mmnnngh... -tomó su propio sexo, masturbándolo- Uf..

-Eres un quejica... incorregible-le dijo volviendo a sus labios, acelerando un poco el ritmo pero siendo suave de todos modos mientras las paredes interiores no terminaban de amoldarse a su sexo completamente.

-Incorregible...-el demonio jadeó un momento deteniéndose y volviendo a retomar el ritmo, haciendo las penetraciones un poco más profundas. Recorrió de nuevo el cuello de Griffith con los labios y después bajó hasta su pecho, lamiendo sus pezones y jugueteando con ellos.

Le miró a los ojos unos instantes y luego se acomodó mejor debajo de él, besándole de forma apasionada, mordiendo su labio inferior y luego recorriendo su espalda de forma incesante.

-Uffff... -le agarró de la cintura para que pudiera seguir las embestidas. No le dolía, todo lo contrario, lo estaba disfrutando más que nunca- Ah.. -gimió de nuevo pegando la boca a su oído- Te amo... ngh... Creo que hoy no resistiré mucho ¿sabes? -murmuró con una sonrisa, abriéndose más de piernas- Mmngh...

-Pues no esperemos más...-murmuró contra sus labios, besándole de nuevo para echarse hacia atrás y quedar de rodillas entre sus piernas, rodeando sus muslos con ambas manos. Le miró desde allí, directamente a los ojos, como si hubiera sido atraído como por un poderoso imán que le impedía separarse de ellos, de aquellos bellos ojos azules como nunca los había visto antes.

-No quiero que me olivdes jamás... vayas a donde vayas...-le dijo aglizando sus movimientos, dando rápidas estocadas cada vez más profundas, apuñalando el interior del diablo mientras llevaba una mano a su vientre, frotándolo un momento antes de acariciar su erección con la yema de los dedos.

Apretó los labios y luego asintió con el rostro

-Prometo que no, Gillthanas, no te olvidaré jamás... Mmmmmm!!! -se encogió un poco y luego arqueó el cuerpo, sintindo el orgasmo más próximo, quizá de las veces que menos había aguantado, pero tampoco quería hacerlo, lo estaba disfrutando más que nunca.

Se aferró a él y luego terminó por eyacular, jadeando y respirando agitadamente después.

Le contempló fijamente y echó a reír.

-Tú sigue... tranquilo...

Tan sólo tuvo que calcarse un poco más sobre él, inclinándose sobre su cuerpo y apretando las nalgas de Griffith entre sus dedos para prisonar su sexo y estimularlo lo suficiente para eyacular en su interior, jadeando y respirando con algo de celeridad, esperando a que todo se calmase para volver a dejarse caer sobre el cuerpo del diablo. Le abrazó con fuerza, entrechándole y haciendo que se perdiese contra su pecho entre sus brazos.

-No necesito el cielo...-comentó cerrando los ojos y buscando los labios de Griffith para besarlos-. Prométeme que volverás pronto, que volverás a matar a un par de cientos y a saltarte algunas normas para volver a mi... por favor.

Griffith le miró y luego le abrazó.No quería llorar, para nada.

-Lo prometo... -dijo resbalando un par de lágrimas de su rostro- Aunque no sé si ese tipo de cosas son posibles pero... lo intentaré con mi a mayor fuerza para volver y joderte ese pequeño y bonito trasero que tienes... PAra tirarte en cara que estaré contigo por siempre -le acarició el cabello y luego entrelazó sus dedos con los ajenos- Vamos... Te dije que no dormiríamos pero... no quiero pasarme toda la noche llorando así que creo que sería mejor que descansaramos para mañana...

-Ya te dije que yo no dormiría, descansa tu, yo velaré mientras-le dijo con suavidad, meciéndole tranquilamente entre sus brazos mientras se acercaba a su rostro para besar una de aquellas lágrimas con cuidado.

Poco a poco la noche se hacía más oscura, hasta que el sol se ausentó completamente y el cielo, más allá de las ramas repletas de hojas, era salpicado de estrellas. Gillthanas le abrazó de forma protectora cerrando los ojos un momento y apoyando el mentón en su cabeza, respirando con tranquilidad.

Griffith le abrazó y cerró los ojos, quedando completamente tranquilo entre sus brazos.

-Te amo... te amo de verdad... -musitó pasando una mano por sus cabellos y durmiéndose completamente.

Horas después, cuando el sol empezaba a salir, despertó.

Se frotó los ojos yluego miró a Gillthanas, besándole los labios.

-Buenos días... -musitó sentándose en las ramas desnudo- Mmmm.. deberíamos vestirnos e ir... No podemos hacer tarde -dijo adormilado cogiendo la ropa y poniéndosela- Vamos pequeño...

Gillthanas le siguió con la vista un momento, en silencio, pero prefirió no pensar. No podría pensar o todo no sería más que una horrible pesadilla ineludible. Todavía no comprendía su mala suerte pero trató de borrar aquellos pensamientos de su mente, centrándose tan sólo en tomar su ropa y ponersela rápido para después dejarse caer el primero del árbol, en pie al suelo.

Una vez abajo se quedó quieto un momento, con la respiración cortada y la mente completamente en blanco. No sabía qué hacer ni decir, cómo actuar.

Se puso la gabardina cargada de armas y luego bajó al suelo, incluso con las botas puestas. Fue a él y le besó los labios tomándole de la mano.

-Ya sabes,cuando yo te diga, echa a correr hacia la colina ¿de acuerdo? -dijo con una sonrisa besándole los labios- Te quiero Gill... -pasó la mano por su mejilla y luego le besó profundamente ed nuevo, abrazándole- ¿Vamos, pequeño? -preguntó con una sonrisa, ofreciéndole su mano.

Gill vaciló un momento y después alzó los brazos con suavidad, abrazándole. Casi podía notar en el aire un enrarecimiento extraño para él, nuevo e incontrolado que no comprendía. Frunció el ceño levemente con la barbilla apoyada en el hombro de Griffith y después se separó un poco de él mirándole a los ojos con las manos puestas en su cuello.

-Te mentí, Griffith...-le dijo con la frente arrugada, mirándole con un picor y una sensación desagradable en la piel del rostro-. Yo... De ese modo... yo también perdí la virginidad contigo-declaró frunciendo después el ceño, mirándole de forma severa mientras no comprendía lo confundido que estaba en aquellos momentos, comprendiendo después la estupidez que acababa de decir.

Sonrió a penas y luego le estiró la mano, acariciándola primero y fijando la vista en el horizonte.

-Me alegra, ya puedo morir tranquilo -bromeó jugueteando con sus dedos mientras andaban- No te preocupes por nada, Gill, todo estará bien... ¿Vale? -le acarició la mejilla y volvió a besar sus labios- No podemos detener el tiempo así que sólo nos queda avanzar y afrentar los hechos. Nunca he sido gran cosa... pero dije que te protegería -entrelazó sus dedos con los ajenos y luego se rascó la nuca- Tampoco se me dan demasiado bien las despedidas, así que un beso estará bien... -le besó de forma más profunda que pudo y luego le empujó de golpe hacia adelante, parando una cuchilla que iba hacia Gill con el brazo- Ve y no mires atrás -dijo dándose la vuelta y sacando las armas de su gabardina- ¡¡Vamos, largo!!

Unos enormes bichos aparecieron entonces, enfrente de él, atacándole uno a uno mientras iba eliminándoles como podía, intentando ganar el máximo de tiempo posible, aunque eran más de cien y le superaban en creces.

Le hirieron varias veces en las piernas, brazos y abdomen, pero él seguía de pie, luchando por aquel hombre. Miró un momento hacia atrás y vio que casi estaba a punto de llegar por lo que sonrió a penas y mató uno que estaba en frente de él. Al ver que estaba lo suficientemente lejos tomó una granada de sus botas y la abrió, lanzándola directamente hacia el cúmulo de bichos y luego intentando apartarse aunque no fue suficiente.

Aquellos seres se desintegraron de inmediato y sólo quedaron un par que, desde el suelo, tomó una de sus armas y les disparó como pudo, cayendo el brazo por su propio peso. Estaba sangrando tanto por las heridas como por el choque y su respiración era entrecortada.

Cerró los ojos, entreabriendo los labios para respirar.

-Lo logré... -dijo para si mismo

Mientras caminaba Gillthanas no podía convencerse a sí mismo de lo que estaba haciendo. Mientras se alejaba sin mover la vista espectante del suelo el ruido de la batalla se hacía más lejano. Aquel chocar de armas y cuerpos que tanto amaba comenzaba a metérsele en las sienes como un latadro desesperante.

Y todo comenzaba a tornarse más negro, y cuando ya estuvo muy lejos se paró en seco insultándose mentalemnte por haberle abandonado de aquel modo. ¿Qué le importaba si morían ambos? No le temía a la muerte, quizás Griffith sí, al menos a la suya...

El demonio se apoyó contra un árbol de costado, llevándose las manos lentamente, temblorosas, a la cabeza, apoyándolas en las sienes mientras todo lo que le rodeaba comenzaba a atormentarle, pero antes de que pudiera arrepentirse de nada algo le azotó, su cuerpo se evaporó en el aire convertido en un jirón de ollín negro que voló como un torbellino a ras del suelo, llegando al pie de aquella colina y subirla a toda velocidad.

Griffith dejó el arma suavemente en el suelo y luego llevó una mano a su propio abdomen, mirando el cielo y contrajendo su cuerpo por el dolor que le iba recorriendo de los pies a la cabeza.

Se llevó un brazo al rostro y luego sonrió a penas, levantándose con sus últimas fuerzas para ver que Gillthanas ya no estaba ahí, que ambos lo habían conseguido, recostándose de nuevo de lado y cerrando los ojos muy lentamente.

-Te quiero... -susurró en el instante que terminó por cerrar su mirada translúcida, desapareciendo de aquel lugar y sólo dejando un charco de sangre debajo de él.