Una sentencia de muerte -Priv. Griffith -

[Ah pues no creo que sea muy complicado, con inscribirte en otro y darte de baja en el primero y alguna cosa mas ya esta. ¿Por que te cambias?]

El demonio le miró un momento, arrugando la frente y cerrando después los ojos mientras se pasaba la mano por delante. Si aquello era dormir no le gustaba en absoluto. La sensación de no saber con certeza lo que pasaba a su alrededor no era del todo alentadora. Sólo confiaba en recobrar el sentido en poco rato.

-¿Desde cuándo ejerces de ama de casa?-le preguntó rascándose la cabeza y mirándole unos segundos, pasándole el pulgar por la barbilla para limpiar con suavidad la piel-. El mundo entero se ha vuelto loco...

[Síp, supongo... Pues porque por variaci´çon de horarios el año que viene debería hacer cuatro horas de bus diarias... y P A S O]

Le miró fijamente a los ojos y luego le abrazó por la cintura, subiendo hasta detrás de su nuca y por la diferencia de altura, colgándose de ellla, rodeando con las piernas por la cintura y abrazándole con fuerza.

-Ah... Eres tan mono -le tocó la nariz y luego la mejilla- Adorable, tierno... -le miró a los ojos fijamente con los propios, había cambiado en rasgos, algo más marcados y adultos, aunuqe le hacían más atractivo- Dame un abracito, Gilti, que papi te quiere mucho! -dijo riéndose de él- En verdad he espabilado para ser buena esposa.

El demonio entrecerró los ojos sin mirar a ninguna parte en concreto, gruñendo levemente en señal de que él era uno de esos con no muy buen despertar.

-Puedo convertirte en mujer-comentó mirándole un momento tratando de desperezarse y pasándole el brazo por la espalda, apretándolo contra sí un poco y besar sus cabellos-. No me gusta nada la sensación que se queda al despertar... ¿me has dado algo para dormirme? Creí que no podía hacerlo...

Le miró a los ojos unos instantes y luego le besó los labios.

-¿Convertirte en una mujer? Oh dios, mejor no -susurró fijándose en su rostro y riendo- Además, no te he dado nada más que amor y cariño por todo tu cuerpo -le estiró de una mano y luego le arrastró a la cocina- Trata de comer, no soy un experto pero se me da bastante bien el giso que he hehco

-Yo no puedo comer, Griffith-le dijo cuando ya hubo llegado a la cocina. Todo el aire olía a aquella comida cocinada como la que hacían los humanos en las tabernas que frecuentaba y en las que nunca pedía nada.

-Te estás apartando peligrosamente del mundo infernal, ¿no te parece?-le preguntó medio en broma medio en serio, mirándole después-. ¿O te ha ocurrido algo semejante a mi? Que después de descubrir que tengo un padre humano todo lo que creía desde el principio de mi existencia hasta ahora se ha desmoronado...

Le observó fijamente a los ojos y luego le besó lentamente, acariciando sus cabellos aún subido a su cuello.

-No sé... Es divertido.. ¿no? Aprendo cosas, no estoy al servicio de nadie, ahora no soy diablo, ni ghoul, ni nada, no soy nadie existente en este mundo, sólo un ser con más fuerza que antes que puede vivir como quiera... -le acarició su mejilla y luego le besó la nariz- ¿Me quieres ?

El demonio volvió el rostro hacia él y le miró un momento en silencio.

-No lo se-le respondió-. ¿Quién eres?

Quizás sus problemas residieran en que no sabía comprender la verdadera esencia de las cosas, no creía en ella, se obcecaba de tal manera y, curiosamente, así salía todo según sus deseos. Pero al darse cuenta de que en realidad nada era lo que creía, si no que se había inventado una realidad para sí mismo, temió por ser más pariente de aquellos a los que odiaba y envidiaba al mismo tiempo por poseer lo que él no tenía, que por resultar tener todo aquello realmente.

-¿Crees que puedes hacer que te quiera? Porque si es así tienes mi permiso.

Le miró a los ojos fijamente y luego sonrió a penas, acariciando su cabello.

-Yo... no lo sé -dijo mirándole a los ojos fijamente- Pero puedo esforzarme.. He conseguido que me desees por mi cuerpo, que me recuerdes tras borrar todos tus recuerdos, he conseguido muchas cosas estando a tu lado... Rendirse ahora sería un poco inocherente ¿No crees? -le besó los labios y luego le desabrochó el albornoz, besándole el pecho poco a poco y lamiendo sus labios- Me pones cuando te veo desnudo, me excito de sobremanera... Sin contar que me haces reír, incluso sacas el mejor de mis lados... Sabes cómo hablar y qué decir en cada momento.. Eres perfecto a tu madera -le rodeó por la cintura, besando sus labios- Y lo has demostrado en muchas ocasiones

Pasó una mano por su trasero y lo apretó.

-No puedes decir que me quieras... pero puedes decir que me deseas?

El demonio notó aquel apretón llevando instintivamente una mano atrás, rozando la de Griffith un momento antes de sujetarle suavemente por la muñeca y subir sus dedos por su brazo, sonriéndole de medio lado.

-¿Tan poco se nota que tengo que decírtelo?-comentó de forma insinuante mientras le pasaba el índice por el óvalo de la cara-. Podría decirte que te quiero, pero os gusta que os lo digan de verdad, ¿no es así? En ese caso yo también me esforzaré para decírtelo un día de verdad, aunque me cause problemas.

Acercó los labios a su mejilla, rozándola un momento para cerrar los ojos y tomarle un mechón de cabello, acariciándolo y oliéndolo suavemente.

-¿Quieres ser mis problemas, Griffith?

Le miró fijamente y luego echó a reír, dejándose acariciar por el demonio y luego colgándose de nuevo de su cuello, quitándole el albornoz y dejándolo de nuevo desnudo.

-Pues claro, qué remedio, ya no se te puede devolver -dijo con una pequeña sonrisa mientras le besaba los labios- ¿Qué tal si mientras seguimos con nuestros pequeños juegos? -preguntó animado, había comido y descansado, algo que había recuperado todas sus fueras y más de ellas- EStoy tan animado -le miró a los ojos y luego bajó su mano hasta una de sus nalgas, pellizcándola- No estés tan serio, me da mal rollo -dijo volviendo a besarle- Sonríe y te dejo hacer lo que quieras con mi cuerpo.

-¿A si?-el demonio le alzó en el aire, cogiéndole en brazos y sentándole sobre la mesa, situándose ante él entre sus piernas-. Quizás puedas tu despertarme y contagiarme ese ánimo... nos vendría de perlas a los dos.

Apoyó ambas manos sobre la mesa, a los lados de su cuerpo pegando su fornido pecho contra el del diablo.

-Si. Si, te deseo. Ya te dije una vez que me moría por tí. ¿Por qué me haces confesar de forma tan rastrera? Diablo...

Le miró unos instantes y luego echó a reír.

-Porque cuando lo dices es una clase de desgana y vergüenza que me encanta -le mordió el labio inferior y luego acarició su pecho mientras Griffith seguía vestido- No puedo ser tan guapo ¿eh? -dijo en un murmurllo mientras echaba algunas risitas y se abrazaba a él- ¿Seguro que no quieres comer? Tampoco dormías y lo hiciste... -entrelazó las piernas alrededor de su cintura y luego se recostó en la mesa, acomodándose.

Gill sonrió y llevó una mano a su albornoz, desatándolo y abriéndolo.

-Tenía hambre ayer, pero me he repuesto bastante después de esta noche, quién lo diría ¿te puedo comer a ti?-le preguntó inclinándose sobre él y besándole el cuello, lamiéndolo después con suvidad, siguiendo la yugualar.

Sin más contacto que aquel el demonio comenzó a excitarse. Su miembro comenzó a golpearse endurecido contra el vientre del diablo aunque no le prestó demasiada atención.

-Tu también sabes como desarmarme. Deberé guardar mis espaldas, por si algún día decides traicionarme, y por si decides seguir esta linea. Cada vez que te toco me queo sin poder andar horas...-confesó con una media sonrisa acariciándole el pecho.

Le miró unos instantes y luego se acomodó mejor encima de la mesa, desnudo como estaba, sintiendo el sexo endurecido de Gillthanas pero no prestando demasiada atención.

-¿Tú también te has recuperado? -dijo con una sonrisa para luego morderle suavemente- Me alegro... -arqueó un poco la espalda, rodeando su cuello y besando sus labios- Me gusta tu lengua, es larga y suave... -su mano pur por su espalda, delineando la columna vertebral y luego suspirando- Mierda, me vuelves loco, debo parecer un obseso... y no sirve decir que lo soy, últimamente sólo pareces existir tú en mi vida sexual.

-Bueno, por hoy te dejaré comerme, pero que no me duela mucho, soy frágil como el cristal.... -pasó los dedos por su mejilla y luego le apartó un poco, mirando alrededor- Encima la mesa estás bien?

-Un obseso... tal vez-le dijo mirándole a los ojos mientras le rozaba con los dedos la espalda-. Pero no pasaría nada si sólo lo fueses conmigo...-Gill sigió con la vista perdida y fija en los ojos de Griffith, bajando la mano por su espalda para rodearle la cadera y bajar hasta sus muslos-. ¿Te parece demasiado egoista? ¿Incluso entre infernales?

El demonio bajó la vista hasta el estómago del diablo, llevando una mano allí, apoyándola y esperando unos instantes allí en silencio, sonriendo finalmente y deslizando aquella mano también al muslo de Griffith, sujetándole allí y pegándose un poco más a él.

-Perdona, ya se que no te gustan las cursilerías, y a mi tampoco me pegan demasiado... Pero mira, es el efecto que causas en mi y no puedo remediarlo.

Le miró a los ojos y echó a reír, sintiendo las dos manos sujetándole los muslos y sonriendo como un niño.

-Creo que soy de los pocos que ha descubierto un Gillthanas dulce y romántico -dijo con la voz amable mientras pasaba una mano por su mejilla- Eso me guste bastante, aunque demos asco, digamos que nadie más lo sabrá ¿Verdad? Pero a cambio de todo esto deberás protegerme, ofrecí parte de mi immmortalidad para ir a salvarte en aquel lugar y... no sé, supongo que la posesión entre ambos no está del todo mal, a pesar de ser infernales.

Se acomodó bien debajo de aquel hombre y luego se dejó hacer, escapándosele algún que otro jadeo cuando ambos cuerpos se encontraron.

-Trátame bien y se gentil... ¿sí?

El demonio le miró un instante y sonrió, asintiendo levemente con la cabeza para tirar suavemente de él, dejándole sentado al filo de la mesa.

-¿No lo hago siempre? Supongo que ahora estoy en deuda. Pero créeme que no me arrepiento-le dijo besándole la mandíbula y bajando por su cuello hasta su pecho, rozándole los pezones con la lengua-. Tengo que agradecerte que te hayas metido en mi vida de la forma en la que lo has hecho. Te odio tanto... Voy a darte por el culo de una manera que desearás estar muerto, maldito marica...-le dijo sonriendo y clavándole las manos al rededor de los muslos.

Le miró unos instantes y lueco relajó el cuerpo, echando la cabeza hacia atrás.

-No soy yo quien está lamiendo el cuerpo a otro hombre y se está excitando como un cerdo sólo con pensar en metersela a otro -dijo con una voz infantil e irónica que solía usar- Venga, macho, ven aquí si te atreves -sonrió de forma y luego se dejó hacer. El cuerpo de Griffith era delgado como en sus últimos tiempos por lo que sus costillas se marcaban levemente- Espero que me castigues de forma placentera -murmuró abriendo sus piernas y luego tomándole de la mandíbula- Pero primero complace un poco a mi amigo

Gill siguió bajando hasta el estómago a suaves besos y mordidas para después separarse levemente de él, llevando después una mano hasta la entrepierna del diablo.

-¿Habrá algún momento en el que no terminemos igual cada vez que nos acercamos el uno al otro?-le preguntó mirándole con una media sonria, pasándose la lengua por los labios mientras bajaba su vista deseosa hasta el cuello y el pecho de Griffith al tiempo que comenzaba a masturbarle con tranquilidad.

Le miró a los ojos fijamente y luego le estiró de una mano para acomodarse mejor debajo de él, dejándose acariciar y mirando cómo le masturbaba muy despacio, unas caricias que le iban provocando algún que otro espasmo y de lo que gozaba con ansias.

-Ahh... Supongo que sí, siempre tenemos que terminar así ... -estiró su cuerpo y luego levantó un poco las piernas, pasando una por encima de sus hombros- Mete los dedos y estímulame, anda... Haz algo bien, no quiero que me duela, la verdad.

-Se hacer mi trabajo, ¿sabes? No necesito indicaciones de otro experto...-le dijo mirándole de reojo sin borrar la media sonrisa, mientras seguía masturbándole sin apartar la vista de él y la otra mano no la movía en absoluto.

Le empujó hacia atrás, tumbándole sobre la mesa, para sin dejar de masturbarle comenzar a subir por sus muslos con los labios y la lengua, lamiéndole el interior de los muslos con posesividad para alcanzar al fin su sexo.

Griffith posó sus manos en los cabellos blanquecinos de su acompañante y empezó a acariciarlos muy suavemente mientras le observaba felar el sexo.
Apartó el pelo de enfrente su rostro y luego apartó los labios del miembro, besándole suavemente aquella piel rojiza bañada en saliva y lamiendo la lengua.

-Escúchame, Gillthanas -murmuró acariciando su mejilla- No sé que nos depara el futuro, no tengo ni idea dónde terminaremos ni cómo... pero hasta entonces, aprovechemos ¿vale? -susurró besándole la frente- Prometemelo, por favor...

Gill le miró un momento y sonrió, subiéndose a la mesa para sentarae sobre su vientre y mirarle desde allí, acariciándole el pecho.

-Prometo... aprovecharme de ti...-le dijo con suavidad, subiendo la mano por su cuello hasta su rostro-. Todos los días de mi vida que me lo permitan. ¿Estamos comprometiéndonos en matrimonio?-el demonio amplió la sonrisa, pasándose la lengua por los labios y acercándose a él para besarle.

Le miró a los ojos fijamente y luego se estiró para acariciar su cintura muy suavemente para luego echar a reír.
¿Comprometerse? Una palabra nunca le había sonado tan ridícula y divertida como aquella. Se encogió de hombros y tras ello le acarició la mejilla, moviendo un poco su cuerpo para que no se clavara los propios huesos de Griffith que sobresalían de sus caderas y luego bostezó, medio adormilado aún por el poco tiempo que hacía que estaba en pie.

Le rodeó con posesión ahora por su cuello y luego hizo que ambos cuerpos quedaran abrazados con fuerza.

-Interesante -dijo divertido- Cada segundo que pasas te ablandas mucho más... -tomó el sexo del demonio con un par de dedos y fue acariciándolo poco a poco- Esperaremos unos días a que te recuperes y puedas volver a tener todas tus fuerzas, también toda tu sangre... Luego volveremos a salir, a diferencia de ti yo no voy a dejarte medio muerto en ningún lugar -le recordó con ironía haciendo alusión a una etapa pasada- Pero tú también sufriste, así que estamos empatados -se estiró más, apretando ahora el sexo con cierta fuerte y contemplando sus ojos- Eres extraño.

-No soy extraño, soy un demonio-le dijo mirándole desde arriba, sin tocarle mientras dejaba que le acariciase-. De modo que lo que quieres es libertinaje... Que esté contigo pero que sea un cabrón cruel que de vez en cuando te da algún coletazo de cariño que no llega a ser nunca excesivo... ¿Te has parado a pensar que las personas a veces llegan a cambiar?

El demonio apoyó ambas manos en los costados de Griffith, acariciándolos con suavidad, notando su delgadez y lo tierno de su piel bajo sus dedos, moldeándose como él quería.

-En ese caso deja de darme tantísimo amor, y seguiré siendo un cabrón idiota y egocéntrico que sólo piensa en su propio placer...-bromeó volviendo a mirarle a los ojos.