Una sentencia de muerte -Priv. Griffith -

Le miró durante unos instantes a los ojos y luego le acarició los cabellos algo largos, deslizando la yema de los dedos por ellos.

-Mmmmm... Bueno, te perdonaré 'la vida' y continuaré dándote amor y ablandándote poco a poco para moldearte luego de forma tierna y así ser un conejito rosa asustado que corre hacia mis brazos con necesidad -echó a reír y luego le abrazó con fuerza, estrechándolo entre su brazo mientras la otra mano continuaba en su entrepierna, apretándola, subiendo y bajando la mano para ir adecentando la carne más de lo que estaba, poniéndola rígida- Ah... -arqueó la espalda, abriendo un poco las piernas-¿Por qué no entras de una vez? La tienes suficiente dura para hacerlo -susurró en su oído- No voy a rogarte más... así que hazlo de una vez, conejito.

El demonio le miró un momento y apartó la mano de su sexo de un suave zarpazo, apartándose un poco para separarle las piernas un poco más y colarse entre ellas, calcándose contra su cuerpo.

-Si mal no recuerdo siempre fuiste tu el que corría a mis brazos necesitado. No manipules los datos, que tengo muy buena memoria-le dijo entrando en él sin más, de una sola estocada, penetrándole completamente-. Y no vuelvas a decirme que debo ser cuidadoso y tratarte con cariño, porque nadie te trata con más cariño que yo. ¿No eras tu el que adoraba el dolor?

Griffith se arqueó completamente, torciendo su espalda y cerrando los ojos, ahogando un grito entre sus labios y luego intentando relajarse, entreabriendo la mirada y besando a Gillthanas suavemente, con la respiración entrecortada.

-Sí, supongo que sí.. pero si te digo cosas bonitas luego no me trates como un animal, la vez que fue al revés de traté de forma cariñosa -le tocó la mejilla y luego suspiró con suavidad- Al menos ahora muévete lento, déjame sentirte poco a poco que hace mucho que no hago algo así -se abrió cuanto pudo de piernas y le apretó por la espalda, clavando las uñas sin querer-Ahhh... Por favor...

El demonio se estuvo quieto un rato mientras el interior de Griffith se iba acostumbrando a tener dentro su mimebro, despacio, comenzó a moverse levemente con suavidad, alargando las penetraciones poco a poco.

-Solo quiero tener la garantía de que si algún dia me vuelvo loco o dejo de ser yo y decido amarte incondicionalmente... no me la peges. No me fio ni los de mi propia especie por lo tramposos que somos todos. Es una hermosa familia... Griffith...-sopló sobre su cuello, hundiéndose en él un momento para besarlo y morderlo.

Sus ojos estaban entrecerrados por el placer y dolor que sentía simultáneo. Le acarició el pelo, apretándolo más contra su cuerpo sintiendo el sexo ajeno entrar y salir a penas, haciéndolo con la mayor delicadeza para que fuera acostumbrándose.

-Ah... Por favor... -musitó mirando el techo- Ah... -jadeaba de forma baja y sensual- Deja de decir esas cosas... incluso cuando hacemos... esto... -murmuró besando sus labios- Me encanta... Tu cuerpo es tan caliente... -pasó los dedos por su cuello y luego le levantó el rostro, sonriendo y mordiendo su labio- Hazlo durante un rato así lento, me gusta sentir cómo te mueves tan lentamente y me siento tan bien -dijo contrayendo sus músculos- Mmmm

-Está bien. Guíame...-le susurró sobre los labios, aclarándose la mente y cerrando los ojos para no dejarse llevar con tanta facilidad, concentrándose en lo que hacía.

Lentamente fue moviéndose en su interior cuidadosamente, pero con firmeza para que pudiera sentirle. Él por su parte la estrechez de su cuerpo apretándole el sexo no hacía más que estimularle, y en ningún momento se sentía incómodo.

-¿Sabes qué? Conozco un lugar muy interesante al que te llevaré un día de estos... Te gustará...-le dijo suavemente mientras le acariciaba el interior de los muslos con una mano.

Le observó unos instantes y luego sonrió, tocando su pecho mientras iba empujando lentamente, jadeando cada vez que lo hacía. Sus labios muchas veces chocaban con aquella cálida piel que tanto le gustaba, disfrutando de ella.

-¿Sí...? ¿Qué lugar es ese...? -preguntó con la voz suave mientras le apretaba un poco y empezaba a mover las caderas, haciendo que aumentara el ritmo a penas para ir estimulándole poco a poco la próstata, así luego sentiría un placer mucho mayor- Explícame... mmm... Cómo es ese lugar.

-Es... un sitio muy grande, cerrado...-le dijo lacando la lengua y pasándosela por la barbilla mientras aumentaba ligeramente el ritmo, disminuyéndolo poco después para volver a ser lento, empujándole de vez en cuando con algo de rudeza.

-Está lleno de espejos... por todas partes... Soy un fanático de los espejos, aunque... aunque en mi casa de la montaña no haya ninguno...-jadeó lentamente apoyando el rostro al lado del suyo, pasándole una mano por la parte baja de la espalda-. Era una mansión de vampiros... ya sabes...-dijo con una media sonrisa.

[Perdona, debatimos cosas del foro de Berserk]

Sonrió a penas y luego abrió un poco más las piernas, facilitando el acceso a su interior y apretándose contra su cuerpo ante la necesidad de ahogar los jadeos que se acumulaban en su garganta.

-Me gusta mucho, Gillthanas... -susurró de forma sensual arqueando todo su cuerpo que empezaba a sudar- Y ese lugar debe ser hermoso... Aunque creo que tienes un leve problema con pertenencias antigas de vampiros, siempre se lo arrebatas todo... -sonrió a penas, mordiéndole el hombro y luego el cuello, rozándole con sus colmillos- ¿Te gusta sentirlos? -preguntó moviéndose él mismo- Aprieta más... ahh...

El demonio sonrió y siguió penetrándole de aquel modo, subiendo el ritmo y la velocidad a medida que pasaba el rato, moviéndose sobre él de un lado a otro.

-Que yo sepa sólo tengo dos cosas. Una mansión enterrada y una capa raída... ¿Quieres morderme?-le preguntó apoyando el pecho contra el del diablo, frotándolo levemente para sujetarle por los muslos, haciendo que ambos rodasen por la mesa hasta dejarle a él encima-. Adelante...

Le miró desde arriba y descendió con su rostro para besar su pecho y luego el cuello, muy suavemente, apretando un poco los colmillos mientras se movía poco a poco, introduciendo y sacando el sexo de Gillthanas, mordiéndole con fuerza, agujereando su carne y luego lamiendo su sangre, dejando que la herida fuera cerrándose.

Tras ello le besó profundamente y se levantó unpoco acelerando el ritmo mientras echaba el rostro hacia atrás, gimiendo profundamente con cada movimeintos.

-Ahhh... Dios... Así... -susurró mirándole y sonriendo- Dime que mequieres...

Gill notó aquel mordisco y como este le provocaba un suave calambre por el cuello y el pecho que, lejos de resultar desagradable, hizo que todo su cuerpo vibrase. Se ancló con ambas manos a las caderas del diablo y dio una fuerte estocada hacia su interior, metiendo su sexo completamente en aquella estrecha cavidad, eyaculando en su interior con fuerza.

Gill dejó caer la cabeza sobre la mesa, temblando y ahogando un fuerte jadeo en su garganta, con todo su cuerpo ardiendo de arriba a abajo mientras respiraba agitadamente, aunque no dejó de moverse por su interior mientras su miembro seguía despierto.

Le miró mientras llegaba al orgasmo y luego se detuvo encima de él, moviendo más lentamente su cuerpo y masturbándose para llegar también al climax, apretando con fuerza su sexo, sobretodo el glande donde, tras no más de un par de minutos también eyaculó entre su mano y abdomen, deslizándose por el cuerpo del hombre edspués, sintiendo aquel sexo más calmado en su cavidad y gozando de ello.

-Me ha gustado... mucho -susurró en su oido restregándose por encima y dejando acto de presencia del semen- Ah.. -su mano fue hasta sus labios, acariciándolos- ¿Vas a decirme algo bonito...?

Entonces el demonio le miró y rio con suavidad.

-Se me olvidó decirte que te quería... Pero lo cierto es que si estás esperando a que te lo diga no tiene tanta gracia, ¿no te parece? Prefiero decírtelo en un momento en el que no te lo esperes... Quizás me salve de algún apuro...-Gill suspiró cerrando los ojos y rodeándole con los brazos, quedándose quieto un momento mientras notaba todo su cuerpo resentido.

-Esos malditos cabrones... Ni yo soy tan despiadado... Qué poca elegancia colgar a un compañero del techo para que hable.... Ah... Griffith... tu eres el unico cabrón estúpido que me entiende... porque me entiendes ¿no?-le pregnutó sonriendo y dejándose relajar de nuevo sobre la mesa.

Se levantó un poco para sacar el sexo de su interior y luego se recostó sobre él de nuevo, besando sus labios y recostando la cabeza en el pecho, bostezando, aún era temprano después de todo.

-Uhm. No sé -dijo encogiéndose de hombros- Creo que te comprendo un poco, sino nunca hubiera ido por ti, tengo más corazón que tú, bicho inmundo, me hubiera muerto y ni tan siquiera me hubieras recordado-frunció el ceño y luego se levantó un poco- Traidor -se puso de pie, tomando el albornoz del suelo y luego andando hacia el baño-No sé ni para qué fui a recogerte, nunca me lo agradecerás -se giró y sacó la lengua- Soy un gato indefenso ayudando un elefante.. ñe-

Gill sonrió de medio lado, sentado en la mesa y alargó un brazo hacia el diablo, sujetandole por la muñeca y sujetándole para atraerle de nuevo hacia él.

-No puedo creer que pienses que soy tan ingrato...-le dijo sujetándole por el albornoz, tirando de él y manteniéndole cerca-. Creo que estaré siempre en deduda contigo, Griffith, da igual lo que haga para tratar de compensártelo-le dijo mirándole a los ojos seriamente, sin parpadear a penas.

Griffith apartó la mirada y le dio un suave golpe en ell pecho.

-Ahora no trates de hacerte el hombre agradecido conmigo, no funciona -dijo con media sonrisa- No va contigo, príncipe -negó con la cabeza y luego le palpó el hombro- Voy a limpiarme para darme una ducha que me hace falta... Con su permiso, majestad -hizo una leve reverencia y le arrojó el albornoz, adentrándose en el baño y luego encendiendo la ducha para meterse dentro y empezar a limpiar todo su cuerpo, incluso su interior, metiendo los dedos y sacando el semen para luego quedar bajo el agua unos minutos, saliendo rodeado de vapor- Ah.. qué bien -musitó estirándose.

Gill ya no estaba allí. Aprovechó que el diablo había ido a ducharse para vestirse y salir de la casa con la noche aún en sombras. No había amanecido aún y era de agradecer. Sentado sobre el tocón de un árbol cortado. Se dedicaba a otear el horizonte sin encontrar nada significativo. Ni si quiera se habían molestado en buscarle después de que lograra salir del infierno y eso le resultaba del todo desconcertante y alarmante en lugar de tranquilizarle.

No era en absoluto lógico, estaba harto de pensar y odiaba aquella situación que no lograba aclarar jamás. Si al menos encontrase a aquel que decía ser su padre él mismo le entregaría para que le matasen de una vez.

Salió de la ducha, nuevamente vestido con el albornoz y al ver que no estaba salió parra contemplarle, desde dentro sentía su presencia.

-Creo que no te lo he comentado -dijo de pronto- Pero dentro de la casa tu presencia se hace inexistente, sin embargo, fuera, eres detectable para cualquier demonio, si no quieres volver a terminar en el mismo lugar sería mejor que entraras pronto, debes recuperar tus fuerzas.

Subió al árbol con facilidad, sentándose a su lado.

-¿Querías irte sin mi a algún sitio?

El demonio se pasó una mano por la barbilla, algo perdido en sus propios pensamientos y con la mente en otra parte que no era aquel mundo.

-Qué haces. Pensé que no te valían mis falsas palabras de gratitud...-comentó mirándole un instante para después volver la vista a lo lejos. Negó con la cabeza, sin encontrar lo que buscaba, sin saber si quiera lo que estaba buscando-. Ahí no hay nada-dijo con suavidad apoyando la cabeza en la mano, completamente desubicado-. No tienes que preocuparte por eso. No me perseguirán. Y no sé por qué.

Le miró de reojo y luego suspiró, encogiéndose de hombros mientras balanceaba las piernas mientras la brisa les tocaba a ambos directamente al rostro.

-Sabes que te aprecio -dijo poniéndose de pie- No iba en serio lo de antes, no te ayudé para que me lo agradecieras ni tampoco para luego echarte en cara que en su día tú no hiciste lo mismo. Somos diferentes. Lo hice porque en cierto modo me importas pero es un sentimiento propio que no tiene por qué ser compartido -sonrió a penas y le acarició el cabello- ¿Me perdonas?

El demonio le miró de reojo y alzó una ceja para volver la vista a lo lejos.

-Ya lo sé, idiota. ¿Crees en serio que podía molestarme por algo así? Pero yo si iba en serio cuando te dije que no podría pagártelo de ninguna forma. Así que jódete por hacerme favores que no te podrán ser devueltos-le dijo arqueando una ceja y estirándose un poco-. Tan sólo estoy desubicado. Me parece que me estoy perdiendo algo imporante y no me estoy enterando de nada...

Apoyó el codo sobre su cabeza y luego le besó con delicadeza el cabello.

-Mmmm... No sé, me lo devuelves con sexo, palabras cariñosas, compañía y amistad -dijo con una sonrisa acariciando su rostro suavemente, entrecerrando la mirada y levantando de nuevo- Vamos dentro, Gillthanas -le tomó de la mano y le ayudó a enderezar- No quiero que te pase nada, por muy fuerte que seas no creo que te dejen en paz después de salir de aquel lugar. Vamos.

-Qué va a pasarme a mi. Me has visto torturado y mil cosas más ahí abajo ¿y no ves que sigo vivo? Las heridas se curan, no hay problema-dijo despreocupadamente, yendo con él al interior de la casa para ir de nuevo hasta la cocina, sentándose en una silla.

-Pero qué vas a retenerme aquí para siempre? Algun día tendré que salir a enfrentarme con esa gente, ¿no te parece? A encontrar a mi padre y todo lo demás. Es una mierda tener tantas cosas de las que ocuparse...

Griffith le siguió dos pasos detrás de él, observándole durante el camino dentro de casa, sumergido en sus pensamientos.
Si tenía que hacer un resumen de toda su vida hasta el momento no podía encontrar una frase concreta para resumirla. Quizá había vivido demasiadas cosas, pero ahora se encontraba sumergido en la nada.

Llegaron a la cocina y allí se apoyó en la pared del lugar, observándole unos segundos antes de tomar aire y soltarlo.

-Sólo quiero que te recuperes, un par de días. Debes beber sangre y dejar que tu organismo se reconstruya, luego, si quieres, iremos a buscar a tu padre, te ayudaré -dijo como si nada mirando el techo, dejándose deslizar por la pared para terminar sentándose.

-Estás... confuso ¿verdad? -dijo con la voz suave- ¿Es eso?