Evil dead -priv-

Gill alargó un brazo hacia él y nada más tocarle con la yema de los dos ambos desaparecieron en una nuve de polvo que se disolvió en el aire, apareciendo ambos más abajo, sobre el suelo sin peligro.

-¿Pero qué es esto?-preguntó arrugando la frente, cogiéndole el brazo y tirando de él con suavidad para poder verle la herida-. ¿Por qué no se cierra? Debería estar curado ya...-le dijo sin hablar con él.

Ciertamente en aquella situación se sentía más vulnerable. Le era imposible no alzar la vista para mirar si alguien rondaba por allí.

Griffith le miró unos instantes y luego se acercó a él mientras miraba su propia herida, respirando de forma agitada.

-Será porque me hirieron... con el veneno.. o quizá mi cuerpo le pase algo -musitó encogiéndose de hombros y tomando aire- Sea como sea me encuentro bastante débil y eso me molesta bastante, no debería estar así, no ahora que necesitamos escaparnos para encontrar el por qué de todo esto.

Se estiró intentando que la herida se apretara contra sí y luego miró hacia otra parte.

-Da igual, lo vendaré fuerte, tenemos que seguir.

-Griffith...-mencionó tomándole del brazo con suavidad pero firmemente-. En el infierno tienen cosas más importantes que hacer que perseguir a dos falsos herejes. Estarán ocupados un tiempo, no te preocupes. Lo principal es que se te cierre la piel de una vez.

El demonio miró su costado y después alzó la vista a su alrededor.

-Pero a dónde podríamos ir... Tengo un escondrijo en el interior de una montaña pero ahora mismo no se donde estoy...

Griffith notaba extrañamente cambiado a Gillthanas. Ya no le trataba mal ni le intentaba apartar, todo lo contrario. Entrecerró la mirada y luego miró las herdas de su propio cuerpo, tapándose disimuladamente algo avergonzado.

-Eh... ¿Te pasa algo? -preguntó de pronto mientras se acercaba a él y le acariciaba el pelo cuidadosamente, besándole la mejilla y luego separándose- Ya te he dicho que por mí no te preocupes, puedo ser fuerte y no voy a dejar ganarme así como así, no soy de esa clase de hombres!

Gillthanas le miró un instante, como si fuera a decir algo y hubiese sido interrumpido haciéndole perder el hilo de la situación en la que estaba, y después de un instante enderezó la espalda mientras seguía con la mirada puesta en el diablo.

-Lo sé. Lo sé Griffith, sé que puedes... perfectamente finjir que eres un hombre valiente y duro...-comentó alzando una ceja tratando de sonar sarcástico-. Pero paso de andar arrastrándote de un lado a otro mientras te desangras por el camino agonizando, ¿sabes? Más que nada porque no me interesa ir dejando un rastro detrás sabiendo que nos persiguen...

Griffith le miró y sonrió, dándole un flojo golpe en el hombro.

-Siempre podrías dejarme a un lado sin importarte que pasara con mi cuerpo ¿no? -dijo con una pequeña sonrisa mientras le atrapaba del brzao y empezaba a andar, apretando con una mano la herida del abdomen- Admitelo. Te preocupas por mí. Te gusto -musitó besándole los labios y apartándose un poco para que no le golpeara- Pero a mí me pasa lo mismo contigo, así que no me reiré de ti.

Gillthanas apartó un poco la cara para poder mirarle y frunció el ceño sin moverse mucho más.

-Nunca he negado que me gustases, ¿o si?-preguntó con seriedad llevando la vista al frente, y después arriba a las ramas de árbol-. Pero tampoco he afirmado lo contrario...-le dijo afilando la vista sobre él un segundo para subirse al árbol y desparacer allí.

Después de unos minutos tiró toda la ropa y las cosas que habían dejado allá arriba hacia el suelo, cayéndole al diablo sus ropas encima.

-Vístete. Hay que buscar un agujero seguro al que no se filtre ni el aire, para esconderse.

Griffith sonrió a penas y lentamente fue vistiéndose, colocándose primero la ropa interior y luego los finos ropajes para terminar con la rígida armadura blanca que daba nombre a su mote: El halcón blanco.
El casco no se lo puso, lo guardó debajo de su brazo, mirando alrededor.

-Está bien, tú guías, animalito -comentó mirándole- Te ves bastante bien desde aquí abajo -se acomodó un momento en el suelo, intentando evadir el dolor que sentía por las heridas- Pero yo necesito respirar estemos donde estemos.

-No era más que una forma de hablar-le dijo dejándose caer al sulo a plomo, aterrizando de pie sin el menor problema-. Un lugar hermético, que no nos encuentren con facilidad. Tu sabes que están detrás de nosotros por error, ¿no? Entonces hay que pensar como sacarles de ese error.

El demonio se arregló las ropas y le miró un momento.

-Porque sabrás como hacerlo, ¿verdad?-le perguntó. Él por su parte de estratega tenía más bien poco. Por sus intereses haría lo que fuera, a costa de cualquier cosa, incluso a costa de ser erseguido con órdenes de muerte y evadir aquella condena siglos y siglos, viajando.

Griffith quedó pensativo unos instantes y se masajeó la sien.

-El problema que tenemos ahora es que... En fin, van a ir detrás de nosotros. Cada vez los ataques en ambos mundos van a ser más fuertes y sospecharan aún más de nosotros pensando que es como represalia de sus actos contra nosotros -miró el cielo, quedando unos instantes ausente- Si tuviera pocos enemigos podría pensar en alguien, pero justamente en tu esfera con 1000 manos me quedaría cortos si empezara a numerar todos aquellos que me quieren ver muerto. ¿Por tu parte qué? -preguntó pensando- ¿Alguien en concreto? Debe ser una persona que mantenga relación con ambos y sepa que no somos débiles precisamente.

Gillthanas negó con la cabeza pero después vaciló, con las manos apoyadas en la cadera como si esperase algo. Pensó un momento y miró al diablo.

-Mmm... ¿te refieres a enemigos mortales que yo conozca?-preguntó alzando una ceja. Podría tener miles de ellos o ninguno que ni lo sabía-. Nunca me entero muy bien de lo que pasa a mi alrededor. Si alguien viene a por mi le mato y se acabó... Si están conspirando ahora mismo en agujero para hacerme desaparecer lo ignoro...

Griffith se levantó con dificultad y fue a besarle los labios lentamente.

-Entonces no sé por qué no vuelves allí y les plantas cara a todos, machote -dijo dándole un suave golpe en el pecho y sonriendo- No te hagas tanto el duro, en verdad eres un trozo de pan, me lo has demostrado en diversas ocasiones -le tocó la nariz con la punta de un dedo y tras ello se apoyó en él- Vamos a buscar un lado para poder hablar y pensar, necesito descansar un par de días -susurró sintiendo la herida reciente- Vamos...

Gillthanas le sujetó y lo sacó de aquel claro para que pudieran caminar entre los árboles con menos peligro, a través de la espesura en busca de un escondrijo.

-Podría, pero seguramente me matarían. Además, puede que sólo uno de nosotros sea el objetivo. A mi no me hirieron en la esfera...-comentó insinuando a voces la culpabilidad sin remedio del diablo y sonriendo después-. Creo que no estamos lejos de mi casa en la tierra-le dijo con suavidad mirando a su alrededor, resultándole familiar alguno de los parajes-. Al final cuando me transporto termino siempre en los mismos sitios.

Le observó unos instantes a los ojos y tras ello suspiró.

-Entonces si yo soy el culpable no sé para qué nos llamaron a los dos. Ni tampoco sé que haces a mi lado -dijo algo molesto mientras se cruzaba de brazos y miraba hacia otra parte- Eres un insensible. Aunque no lo creas yo tengo mi bonito y tierno corazón que los animales como tú hieren -comentó haciéndose la víctima- Deberías tratarme con un poco más de tacto, machote.

Gillthas se paró unos paso más allá y se volvió a verle.

-¿Ah si?-preguntó alzando una ceja-. Tienes razón, quizás debería dejarte ahí mismo donde estás e irme a cazar para comer que seguramente me entretendría más. Pero soy tan animal sin razón ni lógica que estoy aquí tirando de tí para que no te mueras desangrado encima de cualquier piedra-le dijo mirándole, dando un par de pasos a un lado-. Qué ingrato soy...-murmuró volviendo a darle la espalda y mirando a su alrededor. Los olores que flotaban en el aire le resultaban familiares y los siguió unos cuantos metros más.

-¿Vas a venir o te quedas a seguir con tu ataque de indignidad?-le dijo desde lejos volviéndose para mirarle.

Se encogió de hombros y fue donde él, mirando en frente sin inmutarse por lo que había dicho.

-Como se que te has enamorado de mí y no quiero hacerte daño, prefiero ir contigo. Además, es entretenido tener sexo contigo -colocó dos de sus manos en la nuca, estirándose, mirando el horizonte mientras seguían andando- A parte, necesito la protección de un hombre como tú que no sabe pensar con la cabeza y sólo actua -se rascó la nariz con un dedo y tras ello se agachó para tomar una flor, colocándola en el pelo del mayor- Linda mujercita.

Gillthanas se sacudió aquello y ni se dignó a mirarle, siguiendo aquel sendero invisible pero que él ya había seguido en alguna que otra ocasión.

-Es decir, Griffih, resúmelo todo en el que eres tu el enamorado-comentó sin mirarle, pasando por algunas rocas en pilares, disimuladas, escondidas en la espesura pero que en realidad eran valizas utilizadas por algunos demonios para marcar ciertos territorios y lo que había en ellos. Gillthanas miró una de ellas, observando las marcas en la superficie grisácea sin pararse, y sonrió de medio lado camimando-. Ya estamos llegando. Tendrás un baño y un cuarto con cama y chimenea. No se puede pedir más.

Griffith frunció el ceño y le miró.

-Más quisdieras que estuviera enamorado de ti -comentó estirándose y luego mirando alrededor- Bonito lugar, sin duda alguna -musitó acomodándose mejor mientras entraba en aquel recinto tan extraño. Se lo quedó mirando unos minutos y luego se puso a correr como si no le doliera nada, contento y feliz tirándose a la cama del mayor mientras se abrazaba a la almohada- Esto es vida... Ahhh...

Gill a punto estuvo de perder el equilibrio, pero adelantó un pie apoyándolo en el suelo antes de caerse y después estiró un brazo hacia el diablo, agarrándole por las ropas.

-Pero qué te pasa...-preguntó tratando de mirarle, pero al no ser posible se desembarazó de él sacudiéndoselo y bufando, tirando de sus ropas hacia abajo para colocarlas en su sitio-. Ya veo que el veneno no te ha afectado al cerebro... Sigues siendo igual de idiota que siempre-le dijo echadno a andar después de nuevo.

Sin embargo no había que caminar demasiado. Entre los árboles la montaña se desprendía de la vegetación dejando una ladera de piedra oscura y gris. En ella una grieta semi oculta por los árboles que daba paso a una cueva negra que no parecía tener fondo.

-Es aquí...-comentó asomándose al interior negro y oyendo el eco de sus palabras rebotando contra el interior.

Le observó unos instantes, parecía no estar de humor así que decidió intentar comportarse lo máximo posible. Suspiró unos instantes y se acomodó, intentando ponerse algo más serio.

-Perdona -dijo de pronto mientras se adelantaba y miraba la entrada de la gruta, aproximándose a ella y mirando, aunque no se veía nada- A veces soy un tanto pesado e idiota -admitió mientras entraba de lado e intentaba viualizar algo- Pégame si digo tonterías, te doy permiso

-Tienes suerte de que no me guste la violencia...-comentó entrando tras él. La gruta era negra completamente, se ensanchaba aunque no se viese, y a medida que se abanzaba podía notarse un ligero desnivel, como una cuesta abajo que los tragaba al interior de un agujero.

-Está más adelante-le dijo sin ver nada en aquella oscuridad, pero sabiendo donde estaba el diablo. Alargó una mano hacia él logrando agarrarle y se lo llevó con tino y acierto por aquel paraje completamente a oscuras, girando en algunas cuevas circundantes que les movían por un laberinto.

El diablo se dejó llevar con confianza por aquel ser, andando despreocupado y sin miedo. Después de todo poco le importa caer, en su caso, levantaría.

-Gracias... -dijo de pronto mientras le aprisionaba una mano con algo más de fuerza y sonreía a penas, acomodándose mejor a aquella figura y pegándose mientras seguía andando- ¿Falta mucho para llegar? Empieza a dolerme de nuevo el pecho- Confesó por fin entrecerrando la mirada

-No. Está aquí...-le dijo parándose en un momento dado. Alargó una mano hacia delante y sus dedos parparon la madera lisa de una gigantesca puerta que no se veía pero que estaba allí. El demonio se calcó sobre ella y la abrió.

El interior no era otra cosa que una gigantésca bóbeda, una sala de la que surgían más pasillos y puertas, labrada en el interior de la montaña. Era como una enorme mansión de tenue luz mortecina, doraza, iluminando el interior repleto de tapicez y ornamentos ostentosos de algún siglo pasado.

-Era una casa de vampiros-le dijo dando un par de pasos al interior y dejarse envolver por el familiar y el agradable olor a madera y el agua fresca y limpia que transcurría subterránea no muy lejos. Los muebles que poblaban la sala eran grandes, marrones y rojos, ofreciéndoles una bienvenida acojedora-. Pero yo la encontré, y me la quedé. ¿A que es bonita?-dijo quitándose la capa y tirándola al respaldo de uno de los sillones frente a la chimenea apagada.

Griffith observó aquello con deleite. Cada mueble, cada parte de aquel lugar, deslizando su mirada por los inóspitos rincones para quedarse con una perfecta foto de aquello.

-Fabuloso -musitó dando un par de pasos, adentrándose poco a poco en aquella habitación y contemplando todo a su alrededor- Es bastante interesante -murmuró fregándose un ojo y luego quitándose la armadura, quedando con los pantalones puestos y la herida al descubierto- ¿Hay algo para volver a curar esto? Escuece un poco -murmuró no atreviéndose a sentarse en ningún lugar y con la ropa aún en manos por no saber donde dejarla.

Gillanas se quitó algunas cosas de encimas tirándolas también y se giró hacia él.

-Sólo se me ocurre echarte más pólvora. Tiene compuestos qeu queman la piel y cortan el sangrado, y poco a poco se cierra. Pero no se por qué no ha funcionado...-comentó apoyando una mano en la cadera y girándose para mirar a su alrededor-. Quizás los esfuerzos hicieron que se volviera a abrir...

El demonio se movió por aquella sala y se fue por uno de los pasillos ornamentados con grandes cuadros y alfombras burdeos.

-Ven. Puedo darte algo anestesiante que te alivie el dolor.