Una sentencia de muerte -Priv. Griffith -

-Bueno... He provado cosas peores...-comentó pasándose la mano por la nuca y mirando el resto de la tarta que quedaba en el plato, mirándole a él comer de ella-. Supongo que es por la falta de costumbre, pero... por favor, Griffith, no vayas a hacer que me acostumbre a este tipo de cosas. Me aterra ¿sabes?-le dijo con una suave sonrisa mientras le limpiaba un poco la comisura de los labios manchada de chocolate con el dedo.

Le miró a los ojos y frunció el ceño unos instantes, mirando sus dedos y luego tosiendo un poco por intentar tragar demasiado rápido.

-¿Por qué? No es malo para la salud, tu organismo hará que se evapore, pero tiene muy buen gusto ... -le tocó la nariz y luego tomó otra cuchara- Ale, come, come... No te vas a morir por el dulce, a ningín infernal puede sentarle mal algo como esto... Nunca Nunca (~~

-Me entretiene más verte comer a ti-le dijo mirándole de forma inquisitoria mientras esbozaba una suave sonrisa casi imperceptible, contemplando todos sus movimientos.

-Ultimamente eres como un niño pequeño...-comentó rascándose la mandíbula y mirando el trayecto de la cuchara que iba y venía a la tarta-. ¿Cambiará eso cuando nos descubran y nos ataquen? Yo lucharé por mi, ya lo sabes...

Sonrió entonces y se rascó la nuca.

-Yo lucharé por ambos -musitó como si nada dejando la cuchara y tocándose la tripa- Estoy lleno -sonrió unos instantes y luego le abrazó, subiendo a sus brazos- Ahora hay que quemar calorias, esto engorda -murmuró tocándole la mejilla- ¿Algún plan señor Gillthanas?

Entrecerró los ojos seductor, hundiendo su mano en su cuello y acariciándolo.

-Bonito!

-¿Qué?-preguntó como si no tuviera ni idea de lo que le estaba hablando-. No se... no estoy muy insopirado hoy, demasiados problemas preocupándome... ¿Qué tal si me haces un recordatorio?-le preguntó sonriendo y rozándole los labios con los suyos, a penas acariciándolos mientras la recorría la espalda por la columna.

-¿Tienes algún espejo grande que llegue al suelo?-preguntó con suavidad mirándole a los ojos.

Se encogió de hombros y luego le miró como si estuviera loco, negando con la cabeza.

-¿Para qué quiero un espejo así? No tengo demasiada afición a mirarme en los espejos, la verdad, ya sé que soy guapo por naturaleza, para algo me modificó el señor de los infiernos -sonrió a penas y luego se estiró para subir a sus brazos.

-Desnúdate -musitó acariciando su cabello- Quiero ver.

Pero antes de hacer nada de lo que le pedía el demonio le miró sonriendo y se levantó de la silla, tomándole de la muñeca y tirando de él hasta el pasillo.

-Si no tienes yo te los hago...-comentó pasándose subconscientemente la lengua por el labio inferior mientras a su alrededor se iba creando una vidriera única de hielo, extendiéndose por las paredes y el techo, reflejándolo absolutamente hacia el interior-. La primera vez que me miré en un espejo no me reconocí. ¿La nube de polvo negro y malos sentimientos podía cuajar en un cuerpo físico tan extremadamente espantoso para mi? Dices que te acepte tal como eres...

El demonio le miró ladeando un poco el rostro, llevándose una mano a los botones de la camisa haciendo saltar el primero con un par de dedos.

-Te ayudaré a comprender de qué forma te acepto yo...

Griffith le contempló durante unos instantes, sin entender a qué se refería. No creí mucho más que aquel hombre era uno de los tantos seres vivos a los que le habían borrado la memoria y habían puesto cosas que no eran en ella.

Miró cómo se desabrochaba un botón y frunció el ceño, rascándose la nuca.

-Yo me acepto tal como soy, y te acepto a ti tal como eres... No eres de los hombres más atractivos que he visto, es más, no encajas en mi perfil físico perfecto de hombre, pero, aún así, me gusta como eres, nada que ver con tu cuerpo. También te he visto desnudo y convertido, y aún sigo aquí ¿no? -le ayudó a desabrocharse los botones de la camisa y sonrió- No tengo prejuicios ni le hago asco a nada.

-Los espejos no son para eso-le dijo mientras dejaba que le desabrochara la camisa, acercando los labios a su rostro sin llegar a tocarle, tan sólo dejando su cálido aliento sobre la piel-. Yo ni si quiera tengo un ideal de belleza, no se lo que es.

Sonrió a penas y apoyó una de las manos sobre la del diablo, guiándola por su propio torso por dentro de la ropa.

-Pero estoy mucho más agusto así. ¿Tu no?-le preguntó llevando la otra mano a la espalda de Griffith, bajando hasta su pantalón y tocando el borde para llevar hasta los botones.

Le miró a los ojos fijamente y luego desabrochó los pantalones a Gillthanas con lentitud, bajando de nuevo el rostro mientras la otra mano acariciaba su fornida cintura donde resaltaban los músculos, realmente satisfecho de aquel cuerpo que tenía en frente.

-¿No te gusto físicamente? Porque si debo gustar por otra cosa creo que es imposible -terminó de desabrochar los botones, bajando sus pantalones y abrazándose a él- Siempre estás calentito, me gusta muchísimo sentirte así.

El demonio le pasó los dedos por el cabello, acariciándolo y oliendo el suave aroma que emanaba.

-Dejémoslo en que me resultas muy agradable-le contestó mientras cerraba un momento los ojos, dejándose envolver por la sensación que le causaba notar el cuerpo ajeno, completamente distinto tanto en tacto como en calor, pegado al suyo, envolviéndose el uno al otro.

-Dime algo bonito, Griff...-le dijo mientras se dejaba resvalar por su cara, rozando los labios por su mejilla con dirección a los labios ajenos.

Le besó lentamente, degustando sus labios y luego sonrió.

-¿Algo bonito? Oh, eso no se me da nada bien ... -le acarició con más insistencia la cintura y sonrió a penas, mordiéndole entonces la nariz y echando a reír- Te quiero -murmuró en su oído colgándose de su cuello y quitándole la camisa, dejándole en ropa interior y luego alejándose un poco para fijarse en su cuerpo.

-Te adoro... -susurró dandose la vuelta para guardar la tarta y luego quedarse contra la nevera- Ven...

-Supongo que me vale...-comentó caminando despacio tras él, haciendo que aquella cortina de espejos le siguiese por las paredes hasta la cocina. El demonio se paró en la puerta mirándole un momento para ir caminando hacia él, seguido de aquel hielo en las paredes.

-¿Te das decidido de una vez o vas a seguir etniéndome de ruta turística por la casa?-preguntó apoyando una mano en la nevera, al lado de su cabeza.

Le miró a los ojos y luego se puso de puntillas para besarle los labios lentamente, colocando sus dos manos en las nalgas del demonio y apretando suavemente mientras profundizaba en el beso en lo más profundo de su boca, jugueteando con su lengua y luego apartándose.

-Mmmmm... El gusto de tus labios es simplemente delicioso.... -musitó dejándose caer hasta el suelo y besando con cuidado una de sus rodillas, sonriendo después- Ven aquí -hizo que se agachara y luego le volvió a besar- Dime tú algo bonito.

Gillthanas pensó un instante mientras le rodeaba le cintura con suavidad, acariciándole el costado con la llema de los dedos.

-Te voy a abrir en canal-le dijo mirándole a los ojos un momento, como si lo que decía fuera perfectamente factible y correspondiera a las peticiones del diablo. Alzó un ceja y sonrió de medio lado-. Estoy hecho un poeta. No me pidas que te haga sompra, porque te aplastaré...-le dijo ampliando ligeramente su sonrisa y acercándose a besar sus labios mientras le rodeaba posesibamente por la cintura.

Le tomó también por la cintura y luego le besó profundamente, soltando un pequeño jadeo en el transcurso y metiendo la mano dentro de sus calsonzillos para rozar su trasero, apretándolo y mordiendo su cuello, haciendo que los colmillos le rozaran y dejaran en la suave piel una marca.

-Mmmmm... Eres tan romántico... me entusiasmas -dijo con la voz melosa. Se quitó el mismo la camisa y luego se pegó a él, siguiendo con los besos en el cuello- ¿Te gusta? -cuestionó mordiendo un poco más fuerte- Me excitas...idiota

-¿Los insultos forman parte de tu concetración?-preguntó con suavidad mientras le pasaba las manos por la fina piel de le espalda-. Date la vuelta-le pidió mientras le rozaba la sien con los labios, sujetándole con suavidad por los hombros.

Cerró los ojos un momento dejándose de nuevo embriagar por el aroma del diablo, dejando que le envolviese.

-Vamos, príncipe...

Se dio la vuelta lentamente y luego sonrió, acariciando su brazo y apoyando el rostro suavemente en la nevera, sintiéndola algo caliente por el motor.

-Mmmmm... me gusta sentir tu aliento pegado a mi piel, creo que eso es un problema... -se volteó a penas para volver a besarle y luego echó a reír- Eres adorable -musitó volviendo a su sitio, estirándose un poco.

-Si, eso ya lo se...-comentó mirándole un momento mientras llevaba las manos a su espalda, apoyandolas en los hombros para bajar hasta sus costados. Jugando con su cuerpo se dedicó a acariciarlo, a ver como se moldeaba bajo sus dedos mientras llevaba una de sus manos por su columna y se acercaba a besar su piel y a notar aquella estraña fragancia que le hacía tan único, apretando al final la palma de la mano con suavidad en la parte baja de su espalda.

-No puedo hacer uso de mi crueldad con una criatura tan delicada...-comentó cerca de su oído, pegando ligeramente el pecho a su espalda desnuda.

Colocó la palma de la mano en su mejilla y luego ladeó a penas el rostro, besándolo lentamente. Se estiró remarcando así los huesos de la espalda y tras ello suspiró, dándose la vuelta y abrazándose a él, sentado en el suelo como estaba.

-Eres tan hermoso... -volvió a besarle, sonriendo después y apartando la mirada de su rostro- Me siento peor que un adolescente, por tu culpa.

Gillthanas le sonrió con suavidad, desenroscando un brazo de su cuerpo para tomarle del rostro con suavidad y hacer que lo ladeara hacia el telón de espejo que había recubierto la nevera y todo lo en la cocina había.

-Mira...-le dijo con suavidad pegando los labios a su oído, pasándole la mano por el sedoso pelo banquecino con aquella ambiagua sonrisa-. ¿No eres capaz de verte?-preguntó mientras repasaba su costado con la yema de los dedos y después miraba su cuerpo en el reflejo de allí.

Frunció el ceño y luego se miró, volviendo a Gillthanas y besándole los labios con pasión mientras jugueteaba con su cabello.

-¿Qué pasa? Soy guapo y perfecto -murmuró metiendo la mano en su ropa interior- ¿O no? -se levantó un poco para recargarse en sus brazos y empujarle suavemente, tirándolo al suelo- Quiero que me entretengas un ratito. ¿Me haces cositas? -preguintó con voz aniñada, jugueteando con el cabello ajeno- es divertido.

-Unas veces dices una cosa, y otras veces... todo lo contrario-comentó pasándole la yema de los dedos por la garganta, bajando por ella hasta el pecho del diablo-. Tengo mis propios métodos para tratar de descifrar tu idioma...-le dijo empujándole con su propio cuerpo hacia atrás, haciendo que se tumbara sobre el suelo que se había vuelto ligeramente cálido de pronto.

-Alguno llegará a funcionar-Gill le besó con suavidad en los labios, mirándole un momento a los ojos mientras dejaba que sobre el techo siguiese expandiéndose aquel espejo de agua helada, a la vez que él bajaba por su cuerpo dejando un suave rastro de besos.

Le acarició el cabello y luego jadeó ante los simples besos. Se sentía realmente extasiado por aquellos dulces labios que le conquistaban en cada tiempo, sólo el propio pensamiento ya le hacía hervir.

-Mmmmm... -apretó los labios, entrecerrando los ojos y jugueteando con su mejilla, arqueando el cuerpo mientras miraba el techo fijamente- Entones pon a practica todo lo que quieras, me gusta sentir tus manos por mi cuerpo, me hacen arder -admitió con la voz ténue-Mmmm..

El demonio alzó un momento la vista hacia el techo, viendo el reflejo de ambos en el espejo, y contemplando como su propio cuerpo tan voluminoso cubría al diablo completamente de cintura para abajo.

-¿Sabes para qué son los espejos?-le preguntó volviendo a mirarle con una ambigua sonrisa mientras deslizaba los dedos por su liso estómago hasta el comienzo de su ropa interior-. Son para que te mires en ellos mientras sientes placer, para que puedas ver tu cuerpo completo, como si te hubieras separado de él, ver como se estremece ese extraño alejado de ti de placer, un placer que en realidad estás sintiendo ahí mismo, donde estás...

El demonio le besó bajo el ombligo, lamiendo la piel con suavidad, notando bajo ella la sangre palpitando caliente, tan deliciosa y tentadora. Llevó las manos hasta los muslos del diablo, acariciandolos y rodeándolos con suavidad mientras volvía a mirarle a los ojos desde allí con una media sonrisa.