Una sentencia de muerte -Priv. Griffith -

Le miró a los ojos y luego suspiró, acercándose a su rostro y luego sonriendo.

-No necesito comer nada ahora, con sangre de vez en cuando me sobra, pero ahora estoy lo suficientemente lleno... -contempló sus ojos y luego le acarició la mejilla- Pero sigo diciendo que si hemos terminado deberíamos regresar, Gill, no quiero que nos encuentren

Le rodeó por la cintura y luego suspiró, apoyando la cabeza en su hombro.

-Eres un lindo gatito -dijo con una sonrisa entrelazando sus dedos con los ajenos- Te quiero.

-Seguro que si...-comentó posándole la mano en la cabeza y dándole unas suaves palmaditas-. Anda, vámonos ya, pesado...

El demonio le tomó del brazo dejando resvalar la mano hasta su mano, tomándole de ella y tirando con suavidad del diablo para llevárselo de vuelta a la casa.

-¿Y qué tienes pensado que haga tanto tiempo metido en tu casa? Más te vale tenerme entretenido...

Le miró a los ojos y luego le besó los labios lentamente, acariciando su cabello blanco de textura fina y agradable.

-No lo sé, quizá podamos pasar unos días sentados en el sofá, tomando té y teniendo conversaciones trascendentales, como los aristócratas -dijo con una sonrisa aferrando más fuerte su mano y tirando de él- O podemos pelearnos a mordiscos hasta que uno pierda el conocimiento. Como sea, estar contigo nunca es aburrido... Eres TAN idiota... que me diviertes.

-Vaya... gracias...-comentó alzando una ceja-. Pero a estupidez no me ganas, así que más divertido eres tu... ¿Puedo colgarte del techo y jugar contigo a la piñata?-le preguntó con seriedad y arqueando una ceja mientras veía ya cerca de nuevo aquella cabaña escondida en la arboleda.

Estaba cansado, pero regenerado a la vez, contento quizás...

-¿Qué opinas? ¿Haría yo lo mismo que tu si hubieras sido tu el cautivo?-le preguntó más pensando en voz alta mientras caminaba.

Le miró a los ojos y echó a reír.

-¿Tú? ¿Ayudarme? Qué me estás contando... Por supuesto que no hubieras venido, ni tan siquiera te hubiera importado donde estaba ni qué hacía, simplemente no habrías venido a buscarme ni interesarte por saber dónde me hallaba -le miró a los ojos y luego suspiró, estirándose- Pero como dije, no lo hice para que me lo agradecieras ni nada similar, simplemente porque quise.

Se encogió de hombros y entró en la casa, acompañado de Gillthanas.

-¿Me equivoco con mi respuesta, señor?

El demonio entró tras él, cerrando la puerta a su espalda y apoyándose un instante en ella mientras pensaba en aquello.

-No, creo que no-le dijo con sinceridad mientras maduraba aquello que le había venido a la mente sin saber por qué-. Si te eché de mi casa y me fui en ciertos momentos sin decir nada creo que lo hice conscientemente. ¿Pero si supiera que estás en apuros?-preguntó encogiéndose de hombros-. Supongo que soy con cabrón implacable.

El demonio siguió caminando por el pasillo y ya como si supiera el camino de memoria se fue al cuarto.

-Ya sé como eres, no hace falta que me lo digas -musitó andando hacia la cocina y preparándose un sandwich -Supongo que en parte es lo que me atrae de ti, debo estar loco o quizá soy masoquista y aún no lo sé -sacó la lengua y luego empezó a comer sin decir nada, tragando todo en un momento y luego estirándose, tumbándose en el sofá para bostezar.

-Estoy aburrido -dijo para que le oyera- Dime cosas bonitas, Gill... Capullo~~ (L)

El demonio le hizo la burla desde el cuarto en silencio, tirándose boca arriba sobre la cama y quedándose con la vista perdida en aquellas tablas del techo mientras seguía pensando en aquello

-¿Qué te diga algo? Y qué quieres que te diga...-comentó también con voz calma pero lo suficientemente alto como para que pudiera oírle-. ¿Que me he enamorado, quizás? ¿Y que de estar tu en una situación como la mía no iría a buscarte por avergonzarme de mí mismo por haber tenido el poco cuidado de caer como un débil humano corriente y pisotear mi orgullo? Jamás te diría algo así...

Le escuchó y luego fue andando poco a poco hacia donde él y luego se sentó en la cama suavemente, besándole la frente y tras ello tomando su mano. Le besó los labios suavemente y luego sonrió.

-No te creería, tú no eres así, cielo, pero te acepto de igual forma... Me gusta tal y como eres -se recostó a su lado- No tienes que pasarte el día acostado, puiedes hacer abdominales o flexiones, intentar seducirme... no sé... -bromeó tocándole la mejilla.

-Ah, pero estoy muy cansado, y todo eso me agota mentalmente, ¿sabes?-le dijo mirándole a los ojos un momento y volviendo la vista después al techo-. Encerrarme es como cortarme las piernas, sólo que no me regenero estando entre cuatro paredes.

Gill se estiró un poco y después se incorporó sentándose en el colchón.

-Mañana podré irme. Sólo tengo falta de hábito de moverme. Saldré y buscaré a quien tenga que buscar para aclarar todo este tema de una vez.

Sonrió unos instantes y luego se encogió en la cama.

-¿Y ahora? ¿Vas a volver a dejarme? -preguntó apoyando la barbilla encima sus piernas- Yo estuve mucho tiempo encerrado en una habitación para recuperarme de todo... Fue difícil y doloroso, pasé meses sin poder mover un dedo, pero, después de todo lo pasé solo y conseguí librarme de ello. Supongo que tampoco necesito a nadie.

Se acomodó luego y le besó los labios.

-Descansa.

-Pero no compares a un enclenque diablo de pacotilla con mi raza...-le dijo dándose importancia, mirándole después con una ceja levantada-. Además... aunque me cueste, cuando me comprometo a algo no hay ley de la falsedad demoníaca suficiente como para hacer que rompa mi palabra, así que no, mientras no me digas que te estorbo no me iré. No por tanto tiempo al menos.

Gillthanas sonrió con suavidad y rodeó con un brazo al diablo, apretándolo contra su pecho.

-Y a ver si comes algo, estás en los huesos.

Levantó el rostro y luego suspiró, sin saber por qué decía aquello, encogiéndose de hombros y besándole los labios.

-Estoy bien, no me gusta demasiado comer, mira -tiró de su propia tripa, estirando la piel- Chicha, chicha ¿no te gusta? -dijo con una sonrisa lamiendo el labio inferior y luego rodeando su cintura- A mí me gustan tus musculos, te acepto como eres, hazlo tú también conmigo -dijo divertido frotándose contra él con la mejilla- Dame un besito...

-No he dicho que no me gustaras...-le dijo en voz baja sobre los labios, cerrando un momento los ojos para apoyar los labios sobre los del diablo, besándole con suavidad y rodeándole el cuerpo con ambos brazos.

Suspiró un momento pegado a su boca y después se encaramó a él con suavidad, abrazándole lentamente y de forma casi posesiva.

Griffith quedó callado, abrazándose también a él.

-Me tratas como un niño pequeño, como si no supiera lo que estoy haciendo... -murmuró aferrándose a su cuello y luego entrecerrando la mirada y pasando las manos por su cintura- Te dije que quería que te quedaras mucho tiempo a mi lado ¿Lo olvidaste? Te ayudaré, ayudaré a desvelar el secreto de tu padre, Gillthanas...

-No lo he olvidado-le contestó con una media sonrisa rozandole el pelo con los labios-. Y te dije que me quedaría ¿no? Al fín y al cabo no puedes vivir sin mi... Soy un mal bicho, pero me caes demasiado bien como para hacerte la faena de sufrir por mi ausencia.

El demonio rio suavemente, desenroscando las manos de la espalda de Griffith y tomándole el rostro con ellas besándole la comisura de los labios y después la barbilla.

-¿A que soy un encanto?

Negó con la cabeza y luego le miró a los ojos fijamente, contemplando su cuerpo en plenitud y luego suspirando.

-Eres lo peor que he conocido en esta vida, supongo que por eso me gustas, sí -se levantó de la cama y luego fue a la cocina- ¿Seguro que no quieres comer? Si puedes dormir también podrás tragar, hay cosas realmente buenas, yo me he enganchado a los helados y hamburguesas, dios mío, es lo mejor que he hecho en la vida, la comida es deliciosa... aunque se ve que para los humanos no es muy saludable -sonrió y se sentó mejor- Venga, venga... Te prepararé una tarta!

Gillthanas le siguió hasta la cocina y se paró en medio, apoyando las manos en la cadera y mirando a su alrededor para voler a mirar a Griffith con una ceja levantada.

-Adelante, hazme una tarta-le dijo dándose por vencido, moviendo una mano como dándole pie a que hiciera aquello-. No creo que me mate, pero si acabo ciego será solo culpa tuya, y entérate bien que me vengaré.

Gill arqueó una ceja y se acercó a una de las sillas para sentarse.

Le miró a los ojos y echó a reír.

-Eres ciego! -susurró como si nada mientras se ponía a preparar la base con harina, maizena y demás.

Tardó casi una hora en prepararlo todo, era de chocolate.
Dejó que la base se fuera haciendo y luego empezó a poner las capas de comida, poniendo un plástico alrededor para que no se fuera cayendo.

Colocó capas de chocolate con un poco de bizcocho y luego trocitos de chiocolate duro de tableta, guardándolo en la nevera para que se helara.

-En 20 minutos listo -dijo con una sonrisa- Te gustará mucho.

-¿Puedo saber de donde sacaste esa habilidad para la cocina?-preguntó mientras seguía todos los movimientos del diablo con la mirada, sin perder detalle de nada.

-Creí que los avezados en la guerra no sabrían hacer cosas tan detallistas.. Me sorprendes-le dijo con suavidad sonriendo y ladeando ligeramente la cabeza mientras le miraba a él y después a aquella tarta que en poco estaría lista.

Se encogió de hombros y luego frunció el ceño.

-Todo se aprende. Después de transformarme en lo que soy ahora tuve que estar muchísimo tiempo de reposo... En ese periodo aprendí a cuidar de mí mismo un poco, no físicamente, pero al menos sé cocinar cosas que me gustan.

Sacó la lengua y luego se arrojó en sus brazos, colgándose de él.

-Mmmmm... Es más dulce que los besos, incluso.

Gill le recogió mirándole un momento.

-¿Más aún?-le preguntó sonriendo a penas-. Eres como una criatura, Griffith. ¿Podré tenerte así siempre o tan sólo es una de tus épocas-le preguntó con suavidad tomándole de los brazos y subiéndole un poco para poder rodearle el tronco con los suyos.

-Si me cocinas con cariño como una buena esposa quizás termine por gustarme esa comida tan rara.

Le apartó un poco y sólo sonrió con inocencia, frotándose la nuca.

-Hago lo que puedo, soy inocente, casto y puro -fue a la nevera y sacó la tarta, cortándola poco a poco y luego haciendo trocitos- Pruébala -musitó tomando un poco y probando- Mmmmm... está buenísima... -relamió la cuchara y luego le abrazó, pasando al muchacho un cubierto para que fuera comiendo- Me encanta...

Se sentó para empezar a comer, dejándole el lado derecho para que también hincara la cuchara.

-Ais... -volvió a sonreír, tomando algo de chocolate- Prueba, prueba!~~

Cuando le dio la cuchara se la quedó mirando como si estuviera viendo algo completamente inusual e inútil. Miró después aquel pedazo de tarta dejando la cuchara a un lado y alargó un dedo para pasarlo por allí. Nunca había comido algo que se deshiciera de aquel modo, y verdaderamente le veía poco futuro.

Torciendo el gesto, vaciló un momento antes de llevarse el dedo a la boca. No debió de estar demasiado concentrado porque igual de pronto que notó aquel sabir dulce crispándose en el cielo de la boca este se convirtió en carbonilla, un sabor a quemado que bajó por su garganta sin más. Sin embargo no se rindió, miró de reojo al diablo y pensándoselo un momento aprovechó que había metido un pedazo de tarta en la boca, le tomó por la barbilla haciendo que le mirara y lamió el dulce de sus labios, besándole después, no pensando que lo que trataba de notar en la boca era una comida prohibida para él. Tan sólo era algo más... Hasta que pareció funcionar y aquel sabor dulce y tan suave, tan inusitado para él, de deslizó por su garganta.

Frunció el ceño y luego sonrió, tocándole la cabeza un par de veces como si fuera un perrito y echando a reír suavemente para luego abrazarse con cuidado a él, tosiendo tras un trozo de chocolate que se le entrecaló por la garganta.

*Cough, cough*

Se deshizo de aquel trozo y luego se rascó la nuca.

-¿Te ha gustado? Tiene un gusto especial, soy adicto al chocolate, te lo prometo... -se relamió los labios, probando un trozo más- Delicioso~~